El próximo 21 de diciembre, mientras el planeta experimenta el solsticio, una energía milenaria se dispone a descender sobre los hogares: el Espíritu de la Navidad. Más que una fecha en el calendario, esta festividad se ha convertido en un refugio de espiritualidad que trasciende religiones, invitando a la humanidad a un ejercicio profundo de purificación, perdón y decreto de metas.
La tradición dicta que, entre las 10:00 pm y las 12:00 am, una vibración estelar de paz y abundancia visita a las personas de buena voluntad. En Venezuela, esta celebración ha cobrado un matiz profundamente familiar y emotivo, fusionándose con la alegría de las fiestas decembrinas para convertirse en una noche de introspección y magia compartida.
La preparación comienza con la purificación del hogar, el 21 de diciembre no es un día cualquiera; las casas se abren de par en par, se limpian las energías estancadas y el aire se inunda con el aroma de la mandarina y el limón, esencias que simbolizan la prosperidad y la alegría.
El ritual central consiste en encender velas de tonos cálidos, dorados, rojos y naranjas que representan la luz del sol que renace. Bajo este ambiente cálido, se escriben 21 deseos, la tradición sugiere un orden altruista: los primeros deseos se ofrecen por la paz del mundo y el bienestar colectivo, para luego descender hacia las metas personales, profesionales y los anhelos de salud y viajes.
Tradición con sello venezolano
En Venezuela, el Espíritu de la Navidad se celebra con el amor que caracteriza al país, las familias se reúnen en torno a una cena, con brindis y música para amenizar el ambiente. Sin embargo, el momento más conmovedor ocurre cuando el bullicio se detiene para otorgar un minuto de silencio en honor a aquellos que ya no están, seguido de un aplauso que celebra la vida y la llegada de un ciclo nuevo.
Para muchos, es una noche para soltar los desafíos presentados durante el año y permitir que la esperanza entre por la ventana, antes de la medianoche suelen quemarse los deseos cumplidos del año anterior no sólo para agradecer, sino para hacer espacio a los milagros que están por venir.
El Espíritu de la Navidad es, en esencia, un recordatorio de que las creencias y la fe son motores de cambio. En tiempos de desafíos, los venezolanos reafirman su tradición a través de estos rituales, decretando que el año entrante sea un lienzo en blanco lleno de abundancia, riqueza espiritual y sobre todo, unión familiar.
Noticia Al Dia / Arelys Munda