"¡Vení, pasá!, tomate un cafecito, sentate, refrescate". Esta es una invitación muy común que se hacen los vecinos o un vendedor ambulante en la zona céntrica a cualquier hora del día en Maracaibo, a las 12 m, a la 1 pm, a las 3 pm, cuando la sensación térmica sobrepasa los 40 grados. Es la cuna de la Chinita, la ciudad que hace de los contrastes su costumbre y de los extremos una cotidianidad. La gastronomía sigue al pie de la letra esa tendencia generalizada.
Esta ciudad petrolera goza de una personalidad única, orgullosa de su cultura, de su idiosincrasia y, claro está, de sus valores. Como muchas otras formas de manifestación cultural, la gastronomía marabina se configura con características propias que la alejan de las demás regiones culinarias venezolanas. Tomarse un café muy caliente con algún familiar o amigo a las 12 m o a las 3 de la tarde con un calor "espeluznante" es digno de admirar. Es tradición.
Un visitante dijo en una oportunidad que es quizás Maracaibo la única ciudad en el mundo donde un "cafecito caliente" es un refrigerio.
Honoré de Balzac, escritor francés, recogió en una de sus novelas realistas: “La historia de mi vida es la historia de mi trabajo” y dijo además: "Cuando tomas una taza de café, las ideas entran y marchan como un ejército". ¿Pensarán así los maracuchos? Es posible, pero lo que sí es cierto es que, en la ciudad que lo acobija con temperaturas por encima de los 40 grados, el café caliente no le falta a cualquier hora y en cualquier lugar, desde una cafetería, una parada de transporte público, en el sitio de trabajo, en un velorio, en un restaurante para después del almuerzo o cena, en una invitación especial entre amigos sin contar el desayuno, que es primordial.
Esta bebida preparada de los granos tostados y molidos de la planta de café, resulta para muchos imprescindible a primera hora del día para funcionar. Con su efecto estimulante, es considerado un auténtico placer el hecho de degustar a solas o en compañía cada mañana un poco de este brebaje mágico de consumo masivo.
Una de las cosas que más llama la atención de quienes vienen por primera vez a la capital zuliana es la venta pública y a domicilio de café negro. El visitante supone que mejor negocio sería vender bebidas frías debido al insoportable calor.
La ansiada taza de café diaria pudiera verse no tan provocativa por las altas temperaturas, sin embargo hay quienes aseguran que tomar café para quitar el calor es una medida efectiva.
Como si domara la temperatura, el habitante de la ciudad capital y otras regiones del Zulia ha logrado convertir su “negrito” en un refrigerio de consumo rutinario. Se trata de un producto que se consume en todos los países de forma social, por lo que estar reunidos en torno de una taza de café es el perfecto pretexto para alargar una buena conversación ya sea en la tarde o en la mañana.
Maracaibo mantiene una temperatura promedio de 35 grados centígrados, pero la sensación térmica puede llegar a ser de 50 por la humedad del 90 por ciento que generan los vapores calientes que vienen del Lago de Maracaibo, el más grande de América Latina.
Cualquier día y a cualquier hora
El café se puede disfrutar cualquier día del año y en todas las épocas y tomarlo puede depender de las preferencias individuales y las circunstancias personales. Aunque frío en verano dé una sensación de frescor, lo cierto es que tomarlo caliente puede ayudar a digerir mejor el calor. Los árabes son los que mejor representan esta ecuación.
Ellos consideran que tomarlo bien caliente ayuda a que el cuerpo se regule y la temperatura interna aumente, lo que genera que nuestro organismo produzca un efecto de refrigeración natural con el sudor, que al entrar en contacto con el ambiente exterior, la temperatura interna entra en balance con el clima.
¿Será esta la razón por la que los maracuchos toman el café caliente cualquier día y a cualquier hora? ¡Dame un negrito ahí!
Javier Sánchez