Yelitza Cortez es una mujer de 42 años, emprendedora, que ha trabajado el arte y la ciencia de la relojería por más de 25 años, en el casco central de Maracaibo.
Noticia al Día habló con esta guerrera, quien aprovechó el momento para revelar el duro desafío que, junto a su esposo, enfrentó durante la pandemia. Desde los 17 años, se ha dedicado al oficio de la relojería en la capital zuliana.
La familia Quintero vive en La Curva de Molina, pero, desde muy temprano, se moviliza al centro de la ciudad para conseguir el sustento de cada día. El hijastro de Yelitza y su esposo laboran con ella desde muy temprano hasta las horas de la tarde en un oficio que, prácticamente, es nuevo para ellos. Pues, la coyunta los hizo emprender nuevas cosas para poder salir adelante…
Relojería: la capacidad de arreglar el tiempo
Cuando se daña un reloj, quien se encarga de repararlo es un relojero; una persona que tiene la capacidad, conocimiento y disposición para reparar los aparatos con los que miramos el tiempo. Para Yelitza lo más importante que debe tener un relojero es "habilidad y calma, pues, algunos relojes requieren de mucha destreza para arreglarlos"
Yelitza aprendió esta labor de su esposo, José Quintero, quien obtuvo este conocimiento de su ex suegro. Lo que José no se imaginaba era que hallarían en la relojería una fuente de ingresos para su familia. Desde entonces, José y Yelitza trabajaron durante 20 años en un puesto ambulante.
"La relojería es algo que me apasiona, siempre me ha gustado, además de que me da la libertad de que administrar el horario," expresó la dama del tiempo, con una gran sonrisa, mientras entregaba un reloj al cliente.
La marabina de 42 años tiene un hijo quien, actualmente, no se encuentra en el país, sin embargo, él lleva consigo lo que sus padres le han enseñado, pues, aún en el exterior trabaja en el oficio de la relojería.
Otra fuente de ingresos
En 2020, cuando la pandemia por Covid-19 llegó al país y decretaron la cuarentena como medio de protección, la familia Quintero se vio obligada a buscar otra fuente de ingresos.
En medio de la crisis, la alimentación era prioridad y, como su esposo sabía de panadería, decidieron hacer panes y venderlos en la localidad donde yacían.
Para su sorpresa, los panes se convirtieron en los preferidos de muchas personas, ¿la razón? José Quintero y su esposa no hacían cualquier pan, hacían el pan andino artesanal, uno de los preferidos por muchos que, además, se ha convertido en un ícono de estado Táchira y fue nombrado patrimonio cultural de la región andina.
José aprendió a hacer el pan andino gracias a que tiene tíos de esa región y le enseñaron hace algún tiempo y, al igual que la relojería, le enseñó esa labor a su esposa.
Yelitza y su esposo volvieron al casco central, pero esta vez a la Calle de Las Piedras, en un viejo galpón que les dieron al cuido luego de que el antiguo dueño falleciera a causa del Covid-19, en el cual tienen casi 3 años. Al pasar por este lugar, el olor de los panes llama la atención de las personas que pasan por la calle de Las Piedras.
Aunque la panadería y la relojería no tienen nada en común, la familia trabaja ambos oficios en el mismo lugar. Siempre atendiendo con buena disposición y con ganas de hacer crecer su negocio a corto plazo.
Lea también: La primera cerrajera de Maracaibo: Mamá y papá de 6 chamos
Noticia al Día
Fotos/ José López
Leidy Tovar/Pasante