El clamor de la señora Magaly no se ha cumplido. A sus 74 años, esta valiente madre sigue enfrentando tormentas, tanto externas como internas. Cada vez que el cielo se oscurece y comienza a llover, su corazón se llena de angustia. La preocupación por sus hijos, Evis y Yeliza, se intensifica, ya que el agua se filtra por el techo deteriorado de su hogar, un refugio que se ha convertido en un campo de batalla contra las adversidades.
Evis, quien enfrenta una dura lucha contra el cáncer de colon, y Yeliza, una mujer discapacitada, son el faro de esperanza que guía a Magaly cada día. Sin embargo, el calor y la falta de recursos se convierten en enemigos constantes. Con solo dos abanicos en su hogar y una ventana que no puede abrir, las noches se vuelven insoportables. Magaly se acurruca en una esquina, anhelando un poco de fresco, mientras los mosquitos y las plagas invaden su espacio.
A pesar de su fragilidad, la señora Magaly ha recibido el apoyo de más de 300 personas que, con buenas intenciones, han llamado para ofrecerle ayuda. Sin embargo, esas promesas no se han materializado en cambios significativos. La realidad es dura: su situación continúa siendo crítica, y las ayudas que ha recibido, aunque bienvenidas, no han sido suficientes para transformar su vida. Cambiar hasta cuatro o cinco pañales diarios para sus hijos es una carga pesada, y la falta de recursos la agobia.
La comunidad, con un gesto de solidaridad, ha recolectado sábanas y paños viejos para ayudar a Magaly a cuidar de sus hijos. Convertir estos artículos en pañales es un acto de amor que refleja la unión de un barrio que no se rinde ante la adversidad. Sin embargo, la carga es pesada. Magaly ha pasado días sin poder lavar estas sábanas, afectada por un virus que le ha robado fuerzas y ha sufrido dos acv, que han dejado huellas en su salud.
A pesar de todo, la señora Magaly sigue siendo un ejemplo de resiliencia. Su clamor por un hogar digno, por un aire acondicionado que alivie el calor, resuena en el aire. Ella solo desea un poco de alivio, una lavadora que le permita mantener la higiene de sus hijos, y la promesa de un techo seguro.
Los domingos son días de esperanza. Ministros de la iglesia católica visitan su hogar, llevando consigo la bendición y la santa comunión. Estos momentos son un bálsamo para su alma, recordándole que, a pesar de sus luchas, no está sola en este camino. La fe es su refugio, y cada oración es una luz en la oscuridad.
Magaly, con su corazón lleno de amor, continúa esperando un milagro. En sus ojos brilla la determinación de una madre que no se rinde. Su historia es un llamado a la empatía, un recordatorio de que, aunque la vida puede ser dura, siempre hay espacio para la esperanza.
En cada gota de lluvia, en cada rayo de sol, su vida nos enseña que el amor de una madre es inquebrantable y que, a pesar de las adversidades, siempre hay un motivo para seguir adelante. Que su historia inspire a otros a tender la mano y ayudar a quienes más lo necesitan, porque en la unión está la fuerza y en la solidaridad, la esperanza.
Las personas que deseen colaborar con la señora Magaly y sus hijos, contactar al siguiente número 0424- 687-9941


















Kelly Nava/ Pasante
Fotos y Videos: Will Marval y Franyer Garcia
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