Lunes 19 de mayo de 2025
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En San Bernardo los niños para jugar no necesitan una pantalla

Es común ver en ese paradisíaco lugar grupos de niños y niñas reunidos en las orillas de esas playas de suave oleaje jugando a ser pescadores, como imitando a sus padres. La hora preferida de ellos para pescar es las 10 de la mañana y cuando baja el sol, cerca de las cinco y media de la tarde. Algunos pescan con anzuelo, pero otros más adiestrados y audaces lo hacen con una tarraya.

En San Bernardo los niños para jugar no necesitan una pantalla
En San Bernardo la pesca es un juego de niños. Foto: José Gregorio Flores.
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En San Bernardo, poblado situado en el norte de la Isla de San Carlos, municipio Almirante Padilla del estado Zulia, la mayoría de los hombres (tanto jóvenes como adultos) se dedican a la pesca artesanal y eso es porque desde muy tempranas edades la practican con gran destreza y dedicación, como que si hubiesen nacido para desempeñar ese importante rol.

Es común ver en ese paradisíaco lugar grupos de niños y niñas reunidos en las orillas de esas playas de suave oleaje jugando a ser pescadores, como imitando a sus padres. La hora preferida de ellos para pescar es las 10 de la mañana y cuando baja el sol, cerca de las cinco y media de la tarde. Algunos pescan con anzuelo, pero otros más adiestrados y audaces lo hacen con una tarraya.

La técnica para que está red al lanzarla caiga sobre el agua en forma redondeada es muy difícil y por eso hay personas dedicadas a este milenario oficio que tardan años en dominarla, pero estos pequeños que no sobrepasan los ocho años de edad, lo hacen sin ninguna dificultad y con una habilidad que solo es comparable con la de un experimentado hombre de mar. Verlos jugar es todo un espectáculo.

Los peces pequeños, cangrejos y caracoles que logran agarrar con la tarraya los meten en un pote de pintura plástico y se los llevan a sus casas para alimentarlos y seguir jugando. Uno de ellos manifestó que aprendió a manipular la red con solo ver a su padre hacerlo todos los días. Las niñas por su parte, casi siempre juegan lanzándose arena o intentando tirar al agua a aquellas que no quieren mojarse.

Sin consolas de video juegos, sin celulares, sin computadoras y sin tablets, estos pequeños (a diferencia de muchos otros) disfrutan la vida y crecen aprendiendo a ser adultos en un excepcional ambiente natural, dónde impera la tranquilidad y están a salvo de los peligros que hay en una ciudad. Es envidiable la forma que tienen para divertirse sin la necesidad de ver constantemente una pantalla.

Son pocas las veces que pueden jugar o entretenerse con un celular y cuando eso sucede, se agrupan varios alrededor del que lo tiene para que todos puedan ver. Muchos de estos hermosos y talentosos niños no tienen juguetes caros ni baratos, pero si la energía de vivir su infancia plena sin que sean sometidos a trabajos forzosos y expuestos a vicios como sucede en las grandes ciudades.

Son un ejemplo vivo de que aún hay lugares en el mundo donde la infancia mantiene su esencia e inocencia.

Noticia al Día / José Gregorio Flores

Fotos y Video: José Gregorio Flores

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