En el corazón del centro de Maracaibo, donde la historia y el comercio se entrelazan, encontramos a un verdadero remendón: Antonio Ramón Gutiérrez Medina, el zapatero de la Plaza Baralt.
Con 27 años de experiencia en el oficio, sus manos, marcadas por las huellas del tiempo y las agujas, cuentan una historia de pasión y dedicación.
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Desde muy joven, Antonio se sumergió en el mundo de la zapatería, aprendiendo los secretos de este oficio en el Mercado Las Pulgas. Hoy, bajo su pequeña sombrilla playera en la Plaza Baralt, es un referente para quienes buscan restaurar su calzado y preservar un pedacito de historia. Su especialidad son los zapatos de caballero, pero sus habilidades le permiten reparar cualquier tipo, desde botas hasta delicados mocasines.
|Además de ser un maestro, Antonio trabaja como vigilante nocturno. Sin embargo, su puesto de trabajo en la plaza Baralt, es donde se encuentra su verdadera pasión. "La zapatería más que un trabajo, es un arte", asegura mientras cose con precisión un par de calzados.
Su destreza y cuidado son admirables, y su taller ambulante es un verdadero oasis para los amantes de los zapatos bien hechos.
Gutiérrez es un hombre humilde, de buen corazón, que se ha podido mantener gracias a sus clientes fijos, al igual que de las recomendaciones por su buen trabajo.
Génesis Figueredo/Pasante
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