Esta región se mantiene en una profunda crisis en muchos aspectos, que la ha mantenido rezagada al progreso. Una zona de necesidades insatisfechas, mayores que los recursos públicos, como es el de la electricidad, que demanda una intervención del Estado desde hace muchas décadas y sus pobladores no tienen la posibilidad siquiera de encender una lámpara para alumbrarse de noche. A la Guajira la echaron al olvido.
Los proyectos de servicios de agua potable y saneamiento básico de esta región del país, han pasado a ser un espejismo más en sus desérticas arenas.
Los programas de alimentación y nutrición, dirigidos a la atención de niños y niñas, mujeres lactantes, gestantes y adultos mayores, se han quedado en paños calientes anunciados solo en épocas electoreras.
Al igual, la asistencia integral en educación, con escasas pensiones y bonos para los niños y las niñas, son letra muerta como las que se plasman en los curtidos cuadernos de los pocos niños que acuden a recibir clases en ranchos de palma.
La comida, el transporte, viviendas y la prestación de algunos servicios asistenciales, dentro de las pocas escuelas, simulan huellas en las polvorientas arenas del desierto de La Guajira.
La electricidad y las tinieblas
El departamento de La Guajira, tiene el más alto potencial para generación de energía eólica y solar del país, pero las comunidades wayúus que lo habitan viven en la miseria absoluta, sin posibilidades de encender siquiera una lámpara para alumbrarse, señala el periodista Algimiro Montiel.
La decadencia y falta de mantenimiento ha hecho aún más difícil la estabilidad eléctrica en el municipio Guajira, lo que ha sido reportado a todos los órganos de gobiernos y ONG y no han prestado atención.
El corresponsal de Radio Nacional de Colombia, y productor de contenidos para Mogambay Latam, Algimiro Montiel, dice que en esta región los apagones no tienen horarios y muchas veces se extienden por días, semanas.
Las fallas derivan de postes que se caen por la vejez, guayas que se revientan o ramas que afectan al cableado como tal.
Estos daños ocurren la mayoría de las veces en las zonas apartadas, donde la ayuda demora en llegar por falta de transporte de la empresa eléctrica y falta combustible.
Ocho años de fallas
La gente se ha acostumbrado a estas fallas que ya tienen más de ocho años ocurriendo, pero que se han acentuado desde el año 2022, cuando el municipio quedó a oscuras por una situación que parecía no tener solución.
María González y Julio Urdaneta, habitantes de la región consultados, señalaron que el ministro Néstor Reverol envió un equipo de gente de Corpoelec para atender la emergencia, y estuvieron como tres semanas haciendo cortes y otros trabajos y al terminar se fueron y las fallas volvieron como si no hubiesen hecho nada, dijeron.
Cuando alguien, en algún momento dijo olvido, ese día nació La Guajira.
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