Deysi Linares, una señora de 78 años, a pesar de su avanzada edad y fragilidad no se deja vencer por las adversidades. Con su rostro marcado por el tiempo y su mirada llena de tristeza, se ubica en una de las más emblemáticas avenidas de la ciudad, la Cecilio Acosta con calle 67, donde escoge la manera de sobrevivir de la caridad pública.
Su vida ha sido dura, pero el espíritu indomable que mantiene y su determinación son admirables. No se rinde y cada día sale a la calle con la esperanza de encontrar la solidaridad y el apoyo de los que transitan por las calurosas calles y avenidas de la ciudad, soportando temperaturas hasta de 45 grados.
Se ha programado salir un sábado sí y otro no para poder resistir su salud que está un poco delicada, pues sufre de azúcar, le dan vértigos y no puede caminar mucho. Una lesión en una pierna le impide caminar mucho y hace esfuerzos y se viene desde su vivienda en El Curarire de La Cañada de Urdaneta hasta esta avenida para poder subsistir.
Cuando recoge para la comida y medicinas se va, pues afirmó que a veces su vida está en riesgo. “Muchas personas me tiran sus carros y es un peligro estar mucho tiempo, aunque todavía queda gente buena y me ayuda con un poco de dinero".
Hace años vendía hielo y cepillados en su pueblo y tuvo que dejar su emprendimiento porque los apagones le quemaron el congelador y la neverita que tenía. "Con la venta de agua, hielo y tetas compraba el pan de cada día, el almuerzo, le pido al alcalde que me ayude con un equipo nuevo para no salir más, ni tener que venir desde tan lejos a pedir para vivir", señaló.
Wilberth Marval