Les invitamos a recordar. Volvamos a los 90´, Un viernes cualquiera de octubre, la redacción de Panorama es un reflejo del mundo, del planeta, de la ciudad.
Hay bromas, corren los reporteros hasta el Jefe de Redacción, José Semprún, igual corren los reporteros gráficos: Pedro López, Beto Alvarado, Alfonso Duque, Eduardito Semprún, quieren ganarse La Primera, a las 5 de la tarde, gargantas secas, cuerpos en el sopor de una labranza intensa, cerebros sometidos desde el amanecer pariendo ideas, contando lo visto, regresan, toman la calle, caminando presurosos donde Cambuleto, allí les espera Cheíto, hijo del dueño-fundador, los conoce a todos, cómo piensan, cómo escriben, la marca del refresco que les gusta.
Desde allí se mira hacia la esquina, la parte trasera de Panorama donde se acomodan, una al lado de la otra, las cavas de distribución hambrientas, saciarán el estómago con los bultos de un periódico con la tinta fresca, con titulares que congelan, hay luz como el día, se produce un bullicio hermoso, suena la rotativa, grita el vendedor de café. Cheo le llevan el diario, tal vez primero que al señor Esteban, dueño de Panorama.
Los reporteros esperan ansiosos para ver el impacto de sus noticias. Néstor Gotera se suma a la cofradía frente a las refrigeradoras que sirven de mostrador. Cheo ve la portada y, en segundos, sabe quién firma cada reportaje.
La historia de Cambuleto
Su nombre de pila: José Lorenzo Soto, nació un 13 de julio de 1904. Tenía las piernas corvas, lo que se conoce como "cambeto", de allí que le llamaron "Cambuleto".
El 7 de octubre de 1948, abrió por El Tránsito la tienda Marasul o Mar azul, donde se encontraban instrumentos para los gaiteros, cuerdas para guitarra, tornillos, tambores, velas hasta linternas y lámparas a gasolina.
La piqueta se llevó El Saladillo y también la tienda,
Se recuerdan las bolitas de chocolate de Carmelita Soto.
Esas cosas de Cambuleto
Las ocurrencias de Cambuleto son inolvidables. Su carácter único. Tenía la particularidad de que si alguien iba por empanadas y en el calentador quedaban 20, si la persona pedía 18, Cambuleto le respondía "si me lo caramelias, te vendo 10 porque los demás también tienen que comer"
Cheo su hijo mantuvo esa esencia, esa presencia. De bodega pasó a un lugar para tertulias.
Que nos pongan luz
Alejandro Morán tiene una bodeguita, justo al lado de lo que fue Cambuleto. Conversamos con él y, de una, nos expone dos quejas:
1-. No hay luz por aquí, necesitamos iluminación. Esto tiene un destinatario, los señores de Corpoelet,
2-. La calle es un autódromo para los señores autobuseros que van a todo velocidad y, un día de estos, va a ocurrir una desgracia en la curvita. Piden reductores de velocidad.
3-. En la acera amanecen indigentes que deben ser obligados a retirarse.
Ha sido hermoso este viaje al pasado. Recordar las noches en las cuales donde Cambuleto se abrazaban: Periodismo y bohemia. Ya muchos de quienes allí se reunían partieron, queda la remembranza de sus risas, de sus voces bajo el cielo de una ciudad que palpita y que nunca duerme.
JC









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