En la cocina, el arte de preparar hallacas siempre trae consigo momentos inesperados que terminan siendo anécdotas familiares. Este fue el caso de una mamá zuliana, quien, inmersa en el proceso, tenía la masa lista, las hojas de vijao perfectamente alineadas y el guiso preparado para coronar la obra maestra. Pero de pronto, un pequeño detalle se robó el protagonismo: una bolsa plástica transparente olvidada sobre la masa y las hojas.
Sin darse cuenta, comenzó a extender el guiso sobre la bolsa, pensando que todo marchaba según lo planeado. Cuando descubrió el error, entre risas y un poco de incredulidad, se dio cuenta de que hasta los cocineros más experimentados tienen sus momentos de despiste.
Estas situaciones son parte del encanto de la tradición: la cocina no solo es un espacio para crear, sino también para reír y compartir historias que se recordarán en cada Navidad. Y al final, lo importante no es la perfección, sino el amor y la dedicación que se ponen en cada hallaca.
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