Venezuela durante muchos años dio cobijo a miles de personas extranjeras que llegaron de diferentes latitudes del mundo buscando un mejor bienestar para sus vidas, convirtiéndolo en su nuevo hogar y en un país multicultural que aún sigue lleno de oportunidades. Tal es la historia de Amira Khoudari de Sandián (74), una mujer de nacionalidad Siria que tiene más de 50 años viviendo en Maracaibo.
Amira es conocida en la Calle Derecha como la "abuela árabe" por la cordialidad y dulzura que la caracteriza cuando atiende a sus clientes en un negocio propio bautizado con el nombre de "Los Humildes", que inició desde muy joven y con el cual levantó a toda su familia. Manifiesta haber experimentado la tragedia y épocas muy malas, pero que por nada del mundo regresaría a Siria.
Esta ejemplar mujer nació en 1.950 en Siria, en el seno de un hogar con muy pocos ingresos económicos. Cuando cumplió siete años, sus padres, Salvador Khoudari y María Marachi de Khoudari, decidieron emigrar hacia Venezuela, cuyo gobierno estaba bajo el mando del dictador Marcos Pérez Jiménez. El punto de partida para esta familia fue La Guaira, donde comenzaron a vender golosinas.
"Mi padre tenía conocimientos para la fabricación de dulces y caramelos, por eso cuando llegamos a La Guaira, fue lo primero que empezamos a vender hasta que el logró establecer su negocio. También vendíamos comida pero el fuerte de nuestro emprendimiento, era la confitería y eso le permitió a mis padres mejorar sus ingresos. Éramos 12 hermanos y todos trabajábamos", dijo la "abuela árabe".
Tras convertirse en una mujer, alrededor de 1.971, Amira retornó a Siria con sus progenitores, pues ambos querían terminar su vejez y morir en el terruño donde nacieron. Ya estaba en edad para casarse y cumpliendo con todas las leyes de su nación, contrajo matrimonio con Josed Sandián en 1.972, con quien regresó a Venezuela y se estableció en Maracaibo. Lamentablemente, él murió al cumplir 44 años.
Enfrentó la temprana muerte de un hijo
Antes de enviudar, la septuagenaria procreó dos hijos, Meri y Emilio Sandián, pero tuvo que enfrentar la tragedia con la muerte del varón, asesinado a puñaladas tras experimentar problemas con las drogas. En la actualidad, Meri Sandián, tiene 52 años de edad, es madre de una hija adulta que hace poco tiempo convirtió en bisabuela a Amira Khoudari de Sandián.
"Mi hijo murió a sus 33 años tras caer en las drogas. Gasté mucho tiempo, dinero y energías tratando de regenerarlo pero nunca pude. Mi esposo también se me fue muy joven por una penosa enfermedad. He pasado muchas cosas en la vida pero aquí estoy en pie de lucha. Yo trato a todo el mundo con respeto y por igual, sin importar que sea rico, pobre, indigente, homosexual o prostituta", agregó.
Amira se considera venezolana por las décadas que lleva viviendo y trabajando en Maracaibo. Estableció su kiosko "Los Humildes" a finales de la década del 70 en los alrededores de la Basílica de Nuestra Señora de Chiquinquirá, pero con las reformas que a lo largo de los años ha tenido la plazoleta, en 2021, tras la pandemia mundial del Covid-19, funcionarios del Ayuntamiento local la ubicaron en la Calle Derecha.
A sus 74 años de edad sostiene que es una mujer realizada y que no se arrepiente de nada en la vida. Practica la religión católica, alegando que es devota de La Chinita y que a pesar de sus raíces, no tiene nada que ver con la religión musulmana o con el movimiento talibán. Aunque no sabe leer ni escribir su lengua natal, la habla a la perfección y con frecuencia, con otros paisanos que hacen vida en el centro.
Alegó que una de sus virtudes es ayudar a los más necesitados por los valores familiares que le fueron inculcados desde su infancia y que su debilidad es tomar refresco pero que debido a un cuadro diabético que enfrenta (la única enfermedad que padece), cuida mucho su salud porque aún no tiene pensado jubilarse. "Me encanta mi trabajo y lo haré hasta que ya no pueda levantarme de una cama".
Noticia al Día / José Gregorio Flores
Fotos y videos: Rosell Oberto