Una falla en su nave lo obligó a permanecer más de un año en el espacio, donde adaptó su mundo a la microgravedad. Ya en la Tierra desde hace dos semanas, el astronauta de la Nasa Frank Rubio aún siente incomodidad al caminar.
Hijo de migrantes salvadoreños, Rubio permaneció por 371 días en la Estación Espacial Internacional (ISS, en inglés), convirtiéndose en el estadounidense en pasar más tiempo en el espacio. Y tal vez el primero en cultivar un tomate fuera de la Tierra.
Disfrutó vivir flotando, dice. Pero especialistas médicos aseguran que en la órbita terrestre baja, donde se encuentra la ISS, la gravedad es casi nula y eso afecta los huesos y músculos.
"Caminar duele un poco los primeros días, la planta de los pies y la zona lumbar (…). Creo que hay un cierto nivel de dolor que viene con el hecho de que tu espalda baja ahora soporta la mitad de tu peso", explica Rubio.
"Lo mismo para tus pies, la parte superior de mis pies la he estado usando para engancharme a pasamanos durante el año pasado. Y de repente ahora cargan con todo mi peso", cuenta este médico y piloto de 47 años, en una rueda de preguntas el viernes en el Centro Espacial Johnson de Houston.
"Tres días después [de volver el 27 de septiembre] el vértigo ya se había ido (…). Durante los primeros días te desvías hacia la derecha o hacia la izquierda mientras intentas caminar recto. Y tu mente está perfectamente clara, pero tu cuerpo simplemente no responde como esperas", dice.
"Todavía me duelen las plantas de los pies por el simple hecho de estar de pie y caminar (…). Entonces no puedo decir que estoy al cien por ciento. Pero en cuanto a vértigo estoy al cien por ciento. Cuando conduzco no hay ningún tipo de desorientación, todo parece perfectamente normal", detalla.
Fuga en la nave
Rubio despegó en septiembre de 2022 a bordo de un cohete ruso, en una clásica misión de seis meses, en compañía de dos cosmonautas rusos.
Pero la nave Soyuz que debía traerlos de regreso, que permaneció unida a la ISS para servir como vehículo de rescate en caso necesario, sufrió una fuga de líquido refrigerante en diciembre, probablemente debido a una impacto de micrometeoritos. Por precaución, la agencia rusa Roscosmos envió otra nave, demorando la misión.
"El hecho de que iba a pasar un año entero encerrado fue una especie de tortura para mí, porque me encanta estar afuera (…). Pero es parte de la misión. Fue necesario un pequeño cambio mental y decir: ‘Oye, este es mi mundo durante los próximos 12 meses y tengo que lidiar con eso'", comenta.
Así rompió el récord anterior para un estadounidense, el del astronauta Mark Vande Hei, que anotaba 355 días consecutivos en el espacio. La marca absoluta de estancia más larga en el espacio la ostenta el cosmonauta ruso Valeri Poliakov, con 437 días.
Esa fue la primera de tres fugas de refrigerante que en el último año han afectado las operaciones rusas. La más reciente, ocurrida en el segmento ruso de la ISS, obligó a la Nasa a reprogramar dos caminatas espaciales este mes.
"Como lo hicieron con nosotros, idearán un gran plan para garantizar que la seguridad de la tripulación sea primordial para todos los miembros del equipo (…). Nadie está más interesado que la Nasa en continuar esta misión", considera.
El tomate y la familia
Además de sus labores formales, Rubio se dio tiempo de cultivar un tomate. "Coseché, creo, el que fue el primer tomate en el espacio, y lo metí en una bolsita", cuenta.
Lo puso en un lugar de la estación donde enganchan las cosas con velcro, pero luego desapareció. Puede que se secara y lo confundieran con basura, dice. "Algunos dirán que probablemente me lo comí", bromea.
Casado y con cuatro hijos, Rubio confiesa que lo que más extrañó fue su familia, que fue un motor para quedarse en el espacio pero un motivo para volver.
"Lo que me atraía de regreso a casa era la familia. Pero por otro lado, lo que más me consolidó y me permitió actuar fue la familia. Creo que el simple hecho de tener esa base, ese amor y ese apoyo me permitió hacer un mejor trabajo durante el tiempo que estuve allí", asegura Rubio, quien entró en las Fuerzas Armadas para pagar sus estudios y luego volver a la vida civil, pero empezó a volar y se enamoró del espacio.
AFP