Hoy la palabra de Dios hace un elogio de cómo, cientos de años después, se mantiene la belleza de la tablita. Con expresiones que evocan pureza, gracia y fecundidad, la homilía se centró en la palabra de Dios.
Según Monseñor Azuaje, en la actualidad podemos decir que, al igual que Jesucristo, la Virgen nos amó primero. Basándose en palabras del Papa Francisco, señaló que ella nos enseñó el amor pleno, entregándose en totalidad de ser y de sentir.
Al contemplar a la Chinita vemos la realización de ese amor: un amor fiel, un amor bello. Ella no es solo una figura en la tablita, sino el ejemplo de una alianza de Dios con su pueblo. Es la novia de la fe que dijo “sí, acepto” con gracia divina. Podemos personalizar en María ese jardín que guarda la pureza del amor de Dios, la fuente de la que brotó el agua viva de Cristo.
Para que en la sociedad se manifiesten la belleza y la ternura de María, necesitamos ser fortalecidos por los valores. En la segunda lectura, el Apóstol Pablo ofrece un gran mensaje, recordó Ayala: “A los que aman a Dios, todo les ayuda para el bien”.
Esto es una promesa de que el dolor y las circunstancias son usados por el amor y la ternura de Dios para nuestro bien. Él no solo nos llama, también nos justifica, nos hace justos y nos glorifica en la plenitud.
La devoción a la Virgen de Chiquinquirá, expresada en esta fiesta eucarística, es un reconocimiento popular y eclesial de su grandeza celestial. La tablita que iba a ser una simple tapa para una tinaja se convirtió en el lugar de un milagro.
Jesús se presenta como la fuente inagotable y promete que quien beba de Él será impulsado a compartir esa esperanza. El río que brota de su interior es una característica de nuestra misión.
La sed del perdón, de la verdadera alegría, de la paz en nuestras familias, la sed de buen trato, particularmente hacia los niños y los ancianos… Cristo no ofrece un programa, una filosofía o un ritual nuevo: se ofrece a sí mismo.
Es decir, de nuestro interior brotará un río que da vida a nuestro alrededor, porque cada uno de nosotros debe ser un canal y no un estanque cerrado.
También se recordó que los primeros santos venezolanos encarnaron la santidad desde sus aspectos cotidianos. San José Gregorio Hernández, desde la ciencia, es conocido como el Médico de los Pobres. Su servicio trascendió la medicina, atendiendo a cada paciente sin importar su estrato social. Su santidad se tradujo en trabajo duro y nos enseña que el servicio de la profesión, con amor a Dios, es camino directo a la santidad.
Por su parte, la Madre Carmen Rendiles proyectó la santidad a través del servicio educativo. Su vida fue testimonio de entrega y fe inquebrantable. Su obra se centró en la educación y el servicio a los más necesitados, demostrando que la santidad es el amor a Dios proyectado en la sociedad.
Se añadió que la Arquidiócesis no está lejos del camino de la santidad, pues cuenta con 40 escuelas que ofrecen educación a los más necesitados. Además, se celebró que el Instituto Niños Cantores del Zulia cumple cincuenta años, esparciendo esperanza, futuro y alegría a niños, familias y a la comunidad zuliana.
El don de la santidad es fuente de inspiración para el bien. No existe un modelo único de santidad: cada quien sigue su propio camino.




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