La mañana comenzó con la promesa de una gestión exitosa en el Registro de Maracaibo. Para una mujer, cuya identidad se mantiene en resguardo, la tarea se cumplió con una inusual prontitud, llenándola de una satisfacción que la hizo caminar distraída por la calle Aurora hacia la avenida El Milagro, buscando el transporte de regreso a casa en Sierra Maestra. Pero la jornada, que había iniciado tan bien, tomaría un giro inquietante.
Mientras avanzaba por las concurridas calles del centro, la dama notó la presencia de un hombre: delgado, alto, bien vestido y de buen aspecto. Al principio, no le dio importancia. Sin embargo, su cercanía se hizo evidente y, de repente, la voz del extraño rompió la calma. "¡Mami, estás bella!", exclamó, seguido de una serie de improperios soeces que, por su naturaleza, prefiere no ser repetirlos.
Un escalofrío de pánico la invadió. En ese instante, la joven reconoció la figura. Era él, el acosador del centro, un personaje del que sus amigas y conocidas ya le habían advertido semanas atrás. Este individuo, cuya persistencia e impunidad está generado temor entre las mujeres que transitan la zona, incluso ya tiene una denuncia formal ante las autoridades por parte de una de sus allegadas.
La experiencia, que transforma una rutinaria diligencia en una angustiosa huida, pone de manifiesto una vez más la vulnerabilidad de las mujeres ante el acoso callejero.
A pesar de las denuncias y el creciente clamor por espacios seguros, la presencia de estos acosadores sigue siendo una sombra que perturba la cotidianidad en el corazón de Maracaibo, dejando una huella de miedo y frustración en quienes la padecen.
Noticia al Día
