Para abordar este recuerdo de hoy, sintonizamos en la mente el bello tema de Ricardo Portillo, "Mi ranchito" que comienza con la declaración salida del alma "yo vengo de la pobreza", ese áspero lugar de donde hemos venido muchos, hogares cargados de dificultadas y carencias, de allí provenían mas de 90 por ciento de los niños y adultos buscando atención médica.
El Instituto Venezolano de los Seguros Sociales comenzó sus servicios el 9 de octubre de 1944. Sobre el seguro de Sabaneta poca información ofrece la internet y las IA, de manera que esto es producto de la memoria del narrador.
Las sillas de metal plegables
Para la década de 1960, en Maracaibo había un solo tipo o estilo de sillas de metal pegables, eran grises, cómodas y resistentes. Las acomodaban sueltas en hileras y también sujetas a unas largas fajas o platinas. Uno se conseguía esos asientos: en las salas de espera de los hospitales, en los cines, en los velorios, en el viejo Teatro Baralt y en las iglesias.
De niño recuerdo que, por vestir pantalones cortos, aún recuerdo el frio del metal de aquellas sillas, como también descubrir los filtros de agua helada que veíamos como juguetes y las madres no se cansaban de regañar.
La Dra. Márquez
Un lunes de cada mes tocaba consulta de niño sano con la Dra. Celia Márquez, delgada, entrada en los 40 años, melena negra en un moño, lentes puntiagudos como los de Endora en Hechizada, muy dura, tocaba a los niños con las puntitas de los dedos, revisaba en pelo para detectar piojos y liendres, las orejas (mas que todo detrás) para verificar la presencia de mugre, evaluaba la ropa, el calzado. El regaño era para la madre. Usted está criando un niño, no un animalito, un bichito, debe bañarlo, asearlo, no me lo vuelva a traer así".
A pesar de ser muy escrupulosa, la Dra. Márquez, no discriminaba al niño por su condición de pobre, quedando de bulto que ella era de una buena posición social, lo que ella repudiaba era la falta de higiene, de limpieza, porque aquello de que una cosa es ser pobre y otra es ser descuidado, desaseado.
Funciona
Cuando vamos al Seguro de Sabaneta podríamos equiivocarnos al pensar que está cerrado, resulta que está funcionando, se entraba por un lado, allí en el estacionamiento están las emergencias de adultos y de niños. Un atento señor está en la entrada, se sigue por un pasillo que se cruza con otro, lleva al área de las consultas especializadas.
Hay obreros limpiando el frente o entrada principal. Emergencias y pasillos se ven lustrados, es un ambiente limpio, donde resaltan el buen servicio y la buena atención.
Esta mañana hemos regresados a un espacio donde volvimos a ser niños, donde pasamos momentos duros como cuando la herida con el rodillo de la "Chaca-chaca" que, por poco, no desencadenó en un tétano, de adulto, las asarosas madrugadas con la tensión por el techo, las gripes. las fiebres. El Seguro de Sabaneta…seguirá intacto en la memoria.
JC




