Un sol inclemente "que partía piedras" como dicen los marabinos, caía sobre las calles de Maracaibo el miércoles 24 de septiembre. Pocos transeúntes se atrevían a circular bajo sus rayos abrasadores cuando, de pronto, todo comenzó a moverse.
Edificios enteros se mecían, y los conductores de automóviles sintieron una sacudida tan fuerte que pensaron que sus vehículos eran empujados por otros carros.

El terremoto, un fenómeno telúrico que sacude los cimientos del día a día, nos recuerda nuestra indefensión. Por segundos, la sensación de que el fin llegó se apodera de la población, pero una reacción inmediata impulsa a enfrentar la situación.
Después del sismo, los zulianos muestran angustia, pero también consuelo. A través de las redes sociales, circularon mensajes de fe y unidad que llamaban a la calma y a la vigilancia ante la cadena de temblores que sacudió edificios, casas, hoteles e iglesias.

Si bien el sismo causó alarma y daños visibles, como en la iglesia Santa Bárbara de Maracaibo, las autoridades instaron a la calma y a seguir las indicaciones de Protección Civil. Mientras tanto, las plegarias de los habitantes a su patrona, la Virgen de Chiquinquirá, se hicieron sentir. Afortunadamente, no se han reportado heridos.
La población zuliana vivió momentos de terror con la intensidad del temblor más fuerte. Muchas personas salieron de sus viviendas y en medio del caos, se sintió un apoyo generalizado en barriadas y urbanizaciones, donde no hubo distinción de clases. Una mano se extendió hacia la otra, ofreciendo apoyo, consuelo y fe ante la adversidad.
Zulianos demostraron su solidaridad innata
A través de las redes sociales, se viralizaron mensajes de autoridades y la ciudadanía que llamaban a la calma, atribuyendo la protección de la región a la Virgen de Chiquinquirá y a Dios.
La solidaridad de los zulianos se hizo sentir en esta situación, con un apoyo mutuo y un instinto de supervivencia que llevó a la comunidad a unirse. Compartieron recursos, ofrecieron medicinas y ayudaron a personas de la tercera edad y niños a bajar las escaleras de edificios residenciales para ubicarlos en lugares seguros.

Pánico colectivo
Como ocurre con fenómenos impredecibles de la naturaleza, el pánico fue colectivo y abrumador. Cientos de internas de las maternidades locales, muchas de ellas cargando a recién nacidos, corrieron a la plaza más cercana en busca de un sitio abierto y seguro.
De igual forma, huéspedes de distintos hoteles y clientes y empleados de restaurantes, panaderías y supermercados hicieron lo mismo. Las gerencias se vieron obligadas a bajar las santamarías y en el Casco Central, empleados y clientes corrían de un lado a otro.
Al caer la noche, la gente permaneció en la calle y se registró una vigilia. En la mayoría de los sectores de Maracaibo y otras localidades del Zulia, los tres temblores causaron miedo, el cual aumentó en algunas zonas que se quedaron sin servicio de electricidad.
La gente se movilizó en grupos, y se registraron escenas de verdadera desesperación. Los reportes señalaban concretamente que el sismo se sintió con gran intensidad en Maracaibo, como nunca antes se había visto. Muchos con el paso de los años recordarán el día en que se movió todo en Maracaibo.
Noticia al Día / Fotos: Cortesía