Sobre Francisco de Miranda es a quién mojan las barbas cuando se trata de culpabilizar el fracaso de la Primera República en 1811-1812.
Miranda pasó a sangre y fuego a la ciudad de Valencia, alzada contra los designios de Caracas de primar sobre ella y el resto de las capitales de provincia. Maracaibo, Coro y Guayana no aceptaron la “independencia” de los caraqueños.
De hecho, en el año 1810, ya los caraqueños habían intentado una invasión sobre la comarca de Coro. Pero fueron vapuleados y su principal jefe, un Marqués, puesto en ridículo.
La reacción contra Miranda y los patriotas de las primeras horas provino de Coro. Un capitán hasta ese momento sin nombre se hizo un nombre propio en la Historia de Venezuela: nos referimos a Domingo de Monteverde.
Sostiene Jaime E. Rodríguez: “En gran parte, sus victorias fueron resultado del creciente descontento con la república y, en la mayoría de los casos, las poblaciones cambiaron de manos sin que se disparara un solo tiro”.
La gloria militar de Monteverde hay que entenderla también por una desgracia descomunal de la propia naturaleza. El 26 de marzo de 1812 un terremoto acabó con las ciudades de Caracas, La Guaira, Barquisimeto, Mérida y San Felipe. Todas ellas bajo control patriota.
Y al coincidir con un Jueves Santos los líderes de la Iglesia católica en Venezuela sentenciaron que se trató de un castigo de Dios. La desmoralización cundió entre los nuevos republicanos cuya fe en la victoria ante la reacción pro-realista se vino al suelo.
A Miranda se le otorgaron poderes dictatoriales para que hiciera lo legal e ilegal para sostener la causa de la elite blanca. La ley marcial se aplicó y con ello la persecución a los blancos peninsulares. Ya ésta medida planteó una fractura entre la elite gobernante.
Esta primera violencia abrió otras puertas que incrementaron la violencia. Los diques institucionales quedaron derruidos. Líderes con ascendencia, pero ésta vez en el campo realista, como el arzobispo de Caracas Narciso Coll y Prat: “Ordenó en secreto al clero que alentara a los negros, tanto libres como esclavos, a luchar en favor de la Corona”.
La demografía estaba a favor de los pardos, negros e indios. Y como no había ejércitos del rey prestos a luchar en la Costa Firme se crearon los primeros brotes de la guerra civil. Un nuevo Haití empezaba a producirse en Venezuela.
En julio de 1812 la Primera República se derrumbó. Los ex esclavos avanzaron desde la costa hasta Caracas. El tumulto obligó a Miranda a recogerse en Valencia. Bolívar perdió la fortaleza de Puerto Cabello dónde se resguardaban las municiones.
Miranda, antes que Bolívar, temió a la pardocracia. Si bien era un revolucionario cuya militancia nadie podía poner en duda, fue siempre contrario al desorden social. Conoció desde adentro los horrores y excesos de la Revolución Francesa (1789) y no estuvo dispuesto en tolerar la anarquía.
Miranda capitula ante Monteverde el 25 de julio de 1812 bajo la creencia de la caballerosidad de los regalistas.
“Bolívar y otros dos oficiales republicanos arrestaron a Miranda y lo entregaron a los peninsulares. Bolívar, quien confiaba en conservar sus propiedades, también aceptó un pasaporte de Monteverde y abandonó Venezuela, aparentemente para unirse al ejército británico que luchaba en la Península contra los franceses. Sin embargo, el posterior descubrimiento de que sus vastas riquezas habían sido confiscadas reavivó sus simpatías, que había descartado en favor de los republicanos y de nuevo se volvió en contra de España. Miranda murió más tarde en una prisión española”.
DR. ANGEL RAFAEL LOMBARDI BOSCAN
@LOMBARDIBOSCAN
Director del Centro de Estudios Históricos de la Universidad del Zulia
Representante de los Profesores ante el Consejo Universitario de LUZ
Septiembre, 2024