Un poquito mas de los 60 llevo vividos. Esta edad es distinta a todas. Uno experimenta cambios enormes en la manera de pensar y de ver el mundo. En mi caso me parece que es una ventaja, por ejemplo, ver una película y no recordar, absolutamente, nada de lo que, con absoluta seguridad, viste y dosfrutaste, pero, mas me ha impactado observar como algunas cosas que uno pensaba nunca cambiarían…¡pues han cambiado!.
Por estos días me detuve a ver un post del joven Fidel Madroñero a quien sigo en IG. El muchacho -bueno ya adulto de pelo largo- se mostraba en su motocicleta anunciando que iba a comprarse algo que deseaba mostrar. Así llega a un mercado artesanal wayúu y se compra una cotizas guajireras. Cuanto asombro para mi ver las cotizas. De verdad que, por años, pensé que ese calzado artesanal wayúu nunca cambiaría, que sería siempre en blanco y negro, tosco, la abertura por donde repiran los dedos y la tirita en la parte de atrás para sostenerlas. Eso cambió. Madroñero se ha comprado unas bellezas de cotizas. Un diseño alegre, con moldura estilizada ¡y con colores!.
Hubo de pasar todo este tiempo para que las nuevas generaciones se soltaran de los paradigmas viejos, de las formas heredadas de los abuelos, de las maneras rústicas de hacer las cosas para dejar volar la imaginación.
Seguramente ese calzado wayúu mantiene la esencia en su materia prima para elaborarlo: sedales o hilaza y la planta con gomas de neumáticos reciclados. Ha cambiado su forma para mejor.
Lo cierto del caso es que uno envejece y ve como los vehículos cambian continuamente; así el maquillaje, las ropas, ahora todo es mas liviano, mas práctico, mas estilizado, pero, las guajireras seguían siendo iguales …¡hasta ayer!.
Josué Carrillo