Miércoles 12 de marzo de 2025
Opinión

San José Gregorio Hernández se formó en el colegio de Suprestigioso Maestro Guillermo Tell Villegas en Caracas (por el Dr. Rafael Ángel Terán Barroeta)

“Como un campo, aunque sea fértil, no puede dar frutos si no se cultiva; así le sucede a nuestro, espíritu…

San José Gregorio Hernández se formó en el colegio de Suprestigioso Maestro Guillermo Tell Villegas en Caracas (por el Dr. Rafael Ángel Terán Barroeta)
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“Como un campo, aunque sea fértil, no puede dar frutos si no se cultiva; así le sucede a nuestro, espíritu sin el estudio. Instruirse; instruirse siempre. Este es el verdadero alimento del alma”, (Cicerón).

El COLEGIO VILLEGAS, fue un colegio caraqueño, fundado en 1875, por el educador, escritor, abogado y político Guillermo Tell Villegas (1823-1907).

Ubicado en el inmueble, que en tiempos coloniales era propiedad del Marqués de Mijares, Juan Javier de Solórzano, en el casco histórico de la ciudad; donde, años atrás, funcionó el famoso Colegio La Paz, fundado en Caracas el año 1833, bajo la dirección de José Ignacio Paz Castillo. El colegio estuvo ubicado según el plano Caracas de 1876, elaborado por Arístides Rojas y Cesáreo Suarez; en la calle Oeste 1 entre las esquinas de San Mauricio y Veroes; al lado de las ruinas de la Ermita de San Mauricio. El Dr. Villegas, años antes, había trabajado en el Colegio La Paz, como celador o vigilante de la conducta de los educandos y luego de obtener en la Universidad de Caracas, el título de Licenciado en Jurisprudencia, se desempeñó en el Colegio como docente.

El Dr. Guillermo Tell Villegas, antes de fundar el colegio en 1875, tuvo una relevante figuración pública: Gobernador de Barinas entre 1849 y 1851; Rector del Colegio Nacional de Carabobo en 1852; Gobernador de Cojedes en 1856; diputado a la Asamblea de la Victoria en 1863, Ministro del Interior y Justicia nombrado por Juan Crisóstomo Falcón en 1863; Miembro de la Alta Corte Federal en 1864; Miembro de la Suprema Corte Federal en 1866; Presidente de la Cámara de Diputados en 1868; Ministro de Relaciones Exteriores, nombrado por José Tadeo Monagas en 1868; Encargado de la Presidencia de
la República en 1868, 1869, 1870 y 1892; Ministro de Instrucción Pública, nombrado por Juan Pablo Rojas Paul en 1889; Individuo de Numero de la Academia Nacional de la Historia, nombrado el 6 de octubre de 1901.

En la oportunidad de desempeñarse como Gobernador de Cojedes en 1856, decretó la creación del famoso Colegio Provincial de San Carlos, importante y único centro educativo de la región en aquel tiempo; el cual quedó instalado el 8 de septiembre de 1856, con 100 alumnos externos y 9 internos; y se hizo famoso porque se impartían las siguientes materias: primeras letras, latinidad, gramática castellana, religión, urbanidad, francés, inglés, teneduría de libros, taquigrafía, filosofía intelectual, física, matemáticas, geografía, cosmografía y música.

En enero de 1868, desempeñando un cargo público en Caracas, en la oportunidad de ser invitado como orador, durante una celebración en el colegio Chávez (de alumnas) expresó: “Espectáculo sublime es este, a cuya vista encontrarán motivo, la juventud para entusiasmarse, la ancianidad para descender tranquilo a la tumba, y el sacerdocio para elevar fervorosas preces al cielo, por el bien de la humanidad”. “Tened presente jóvenes alumnas, que la educación es para la mujer lo que el colorido para las flores, que la sociedad educándoos, no hace otra cosa que contemplar la obra de Dios, y que una educación esmerada, como la que estáis recibiendo, es el escudo con que se os provee para la defensa de vuestra virtud ,de ese rico tesoro que debéis cuidadosas salvar de los naufragios tan frecuentes en el proceloso mar de la vida”.

“La mujer, jóvenes alumnas, trae al mundo una provechosa y civilizadora misión, que para llenarla fielmente necesita de educación como la que se os ofrece en este antiguo y acreditado colegio, que tantos y tan sazonados frutos ha dado a la República”.

“Cuando ya formadas, vosotras recorráis las páginas de la historia, de ese libro de enseñanza, que ni los gobiernos, ni los pueblos, ni los hombres han sabido siempre aprovechar, encontraréis a la mujer representando el principal papel en todos los acontecimientos de la vida, y ejerciendo una influencia a veces saludable y a veces funesta; pero siempre elevada y consecuencial”.

El Dr. Villegas, motivado por su profunda vocación de educador, inspirado en el antiguo Colegio la Paz, donde fue celador y docente en sus tiempos jóvenes; con la referencia del Colegio de San Carlos, creado por él en 1856; y quizás considerando las necesidades educativas del país, fundó en 1875 el Colegio
Villegas, al cual inicialmente, había dado el nombre de La Paz, en recuerdo de su insigne maestro José Ignacio Paz Castillo.

La “Opinión Nacional”, en su edición del 10 de diciembre de 1875, publicó un escrito firmado por el Dr. Villegas, contentivo de una descripción de la filosofía del Colegio Villegas. En el texto se anotaron algunas de sus ideas pedagógicas:

“En su función, el Director del Colegio, no solo se limitará a la educación literaria de los alumnos, sino también a su educación física, y a su educación moral, que debe ser objeto de solícitos y muy especiales cuidados”

“Todo el personal del Colegio, desde el Director hasta los catedráticos, son sujetos de conocida moralidad y conducta ejemplar, puesto que han de servir de modelo de responsabilidad y circunspección a los menores; para que sean acatados y espontáneamente obedecidos; y de eficiencia y aptitud para que
sus trabajos den buen resultado”

“Nadie debe ser más justo que un maestro, para que el alumno no dé entrada en su tierno corazón a resentimientos que le hagan perder o disminuir la fe y el afecto; y para que conociendo y recogiendo desde ahora los bienes de la justicia, desde niños se acostumbren a recibirla, y desde temprano aprendan a distribuirla”.

“No debe fomentarse entre los niños, cualquier tipo de diferencias o desigualdades de carácter personal. Entre los niños, no debe haber otras diferencias, otra desigualdad, ni otros privilegios, que resulten de la aplicación, aprovechamiento y buen comportamiento, imparcialmente calificados”.

“El maestro debe ser el mejor amigo del niño, debe hacerse amar y no temer de él, y debe moverlo por el afecto, el estímulo y el pundonor, resortes poderosos cuando son tocados con habilidad. Media hora de conversación afable de un maestro, deja al niño más provecho que un mes de clase”

“El castigo personal, no se empleará en el Colegio; tampoco la privación de la alimentación. Se aplicará la privación del recreo y la salida a la calle en los días de asueto”

“Se cuidará el buen porte de los niños, y se fomentará entre ellos el trato cordial y respetuoso, con ausencia de vicios. Inspirarles horror a la mentira y a la duplicidad de carácter. Hacerles comprender de la dignidad humana.

Fomentarles el orgullo nacional, a fin de que abriguen la convicción que el mayor honor es ser ciudadanos de su patria. Infundir en sus corazones los sentimientos de adoración a Dios, veneración a los padres, respeto a sus mayores, acatamiento a sus semejantes y compasión en la desgracia”

“Se cursarán materias como la historia, geografía, geometría, fisiología, la higiene y los idiomas vivos, útiles para educar la mente, llevando insensiblemente del concepto al raciocinio. Durante un día a la semana, se destinarán una o dos horas a ejercicios de composición y declamación. En
obsequio a la salud y desarrollo físico de los alumnos, se practicarán diversos ejercicios gimnásticos y el aprendizaje de un arte u oficio que servirá para hacer frente a la miseria en situaciones difíciles”

Un mes después, el día 10 de enero de 1876, el colegio Villegas, comenzó las actividades docentes, con 74 alumnos, 56 externos y 18 internos. En la primera quincena de febrero de ese año, se impartieron otras materias: alemán, a cargo del licenciado Manuel Cadenas Delgado; griego, urbanidad, aritmética razonada, teneduría de libros, esgrima, piano, violín y demás instrumentos de cuerda. Entre los profesores se encontraban los doctores: Arístides Rojas, Manuel V. Diaz, P. Núñez de Cáceres, Gerónimo E. Blanco,
Nicanor Borges, Pablo Acosta, Rafael Seijas, y los generales Felipe Esteves, Luciano Urdaneta y Jacinto Gutiérrez.

En el Colegio Villegas, también impartió enseñanza de literatura y francés el gran poeta cubano José Martí, en la oportunidad de su visita en 1881.

De aquel tiempo el escritor tocuyano Juvenal Anzola (1862-1928), en un artículo titulado “Recuerdos Universitarios”, publicado en el Cojo Ilustrado en su edición del 1 de junio de 1903, refiere: “Deseosos algunos jóvenes de recibir clase de oratoria del insigne Martí, obtuvieron su beneplácito entusiasta. Sabedor de lo que ocurría el ilustrado y benemérito Dr. Guillermo Tell Villegas, nos ofreció el principal salón de su colegio, regentado entonces en el edificio que hoy ocupa la Academia Nacional de Bellas Artes.

En él, varias veces a la semana y por algún tiempo, de las ocho a las diez de la noche, vibró poderosa la voz elocuentísima de aquel peregrino de la libertad, de aquel atleta incansable, que anhelaba dejar en el ánimo de la juventud venezolana, vinculados todos los tesoros de su alma, todos los ensueños de su inagotable fantasía, todas las grandezas de un porvenir apenas concebible”

Fueron los tiempos y el escenario del Colegio Villegas, donde dos años después de estar funcionando, ingresó en 1878, a la edad de 13 años, el joven José Gregorio Hernández Cisneros (1864-1919), luego de finalizar sus estudios iniciales y particulares en Isnotú, con su primer maestro Don Pedro Celestino
Sánchez, de quien señaló el escritor Rafael Ramón Castellanos, había prestado servicios como Guardiamarina y se sentía orgulloso de tener su diploma firmado por José María Vargas.
Resulta muy probable que Don Benigno Hernández Manzaneda (1830-1890), quien nació en Boconó en 1830 y desde muy joven se estableció en Barinas, (Zamora), donde conoció a su novia y futura esposa Doña Josefa Antonia Cisneros Mancilla (¿? – 1872), trabajó como comerciante, hasta 1862; tuvo en
ese lapso de tiempo la oportunidad de conocer y tratar al Dr. Guillermo Tell Villegas.

Se desconoce prueba alguna al respecto, pero los hechos hacen presumir tal suposición, no solo por haber vivido el padre de José Gregorio en Barinas y durante el mismo tiempo haberse desempeñado el Dr. Villegas como Gobernador de ese Estado y reconocido hombre público de la región; sino
porque quienes trasladaron en travesía por tierra y mar, al joven José Gregorio desde su casa en Isnotú el 6 de febrero de 1878, hasta el Colegio Villegas en

Caracas, fueron los políticos: Senador José de Jesús Romero y el diputado Francisco Vásquez, miembros del Congreso Nacional, instalado el 20 de febrero de 1877, ambos en representación del Estado Táchira. Dichos congresantes, por las funciones públicas que desempeñaban, conocían plenamente al Dr. Villegas y seguramente eran amigos de Don Benigno. El joven José Gregorio, quedó, en Caracas, interno en el Colegio Villegas, bajo la protección de su maestro el Director Dr. Guillermo Tell Villegas y su esposa
doña Pepita Perozo de Villegas.

Frente a la opinión anterior, de que la selección del Colegio en Caracas, para cursar estudios en el Colegio Villegas, fue el resultado de los hechos antes explicados; existe otra opinión menos probable, expresada por el Dr. Natalio Rodríguez Rivera, en su biografía de José Gregorio Hernández, publicada en 1953, en la cual señala en genérico, que la recomendación del maestro Pedro Celestino Sánchez, fue enviar a su alumno a estudiar en Caracas, porque “él no tenía nada más que enseñarle”, sin mencionar ningún instituto educacional en concreto.

Insisto, dicha opinión es respetable, pero menos probable que la otra, porque en la Caracas de aquel tiempo, según el escritor Ángel Grisanti, en su libro “La Educación Pública en Venezuela”, Barcelona 1933, operaban varios colegios particulares para varones: La Concordia, Ávila, Santa María, Santo Tomás, Bolívar, Caracas, Roscio, El Salvador, La Independencia.

Resultando muy difícil a tanta distancia, realizar una escogencia adecuada del plantel. Los estudios de José Gregorio en el Colegio Villegas, duraron 4 años, siendo seleccionado y empleado por el Dr. Villegas como vigilante de la conducta de los compañeros de colegio, egresando del colegio en 1882.

En aquel tiempo, los egresados de afamados y acreditados colegios privados como: Villegas, Santa María (fundado en 1859), Chávez(fundado en 1841), entre otros; podían presentar examen en la Universidad de Caracas, para obtener el título de bachiller en filosofía; ese fue el caso del Bachiller José Gregorio Hernández.

Durante la permanencia de José Gregorio en el Colegio Villegas, el 27 de abril de 1881; entre muchos acontecimientos, llegó la línea telegráfica al Estado Trujillo; y el 25 de mayo de 1881, mediante decreto de Guzmán Blanco, fue declarado Himno Nacional, el canto patriótico Gloria al Bravo Pueblo.

Con motivo de la celebración del Centenario del nacimiento del Libertador en 1883, fueron demolidas las ruinas de la Ermita de San Mauricio y construida la Santa Capilla, la cual fue inaugurada el 15 de octubre de 1883. Asimismo, el inmueble donde funcionaba el Colegio Villegas, fue adquirido por el Gobierno, para trasladar la escuela de Bellas Artes, la cual fue remodelada en 1905, por el arquitecto Alejandro Chataing. El Colegio Villegas funcionó hasta el año 1890.

El Dr. Guillermo Tell Villegas, falleció el día 21 de marzo de 1907, siendo sepultado el 22 de marzo. El cortejo fúnebre partió de la casa número 37, ubicada entre las esquinas de Cuartel Viejo y Balconcito, en la parroquia caraqueña de Altagracia. Invitaron al entierro: su viuda doña Josefa Perozo de Villegas, su hermano José Antonio y sus sobrinos Villegas Pulido. El Cojo Ilustrado en su edición del 1 de abril de 1907, lo reseñó así:

“Nota de Duelo. Dr. Guillermo Tell Villegas. El venerable y benemérito anciano que acaba de morir nació a la vida pública en los remotos días de la República de Venezuela".

Gobernador de Provincias antes de la guerra y del sistema federal, continuó desempeñando cargos de alta categoría y ocupando puestos eminentes, hasta llegar a Secretario de Estado y Encargado de la Primera Magistratura.

Fundó y dirigió por muchos años en esta capital un renombrado establecimiento docente que llevó su nombre, y en el cual se educó más de una generación de nuestros hombres de ciencias y letras.

Fue fundador y jefe de una distinguida familia en la cual contamos amistades de nuestro aprecio, a las cuales enviamos una expresión de pena por la que hoy experimentan con el desaparecimiento del respetable patricio”.

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