Lunes 08 de septiembre de 2025
Opinión

Maracaibo, 496 años de historia y resistencia (por Luz Neira Parra)

“Maracaibo mía, si no tuviera la gloria de tu pasado, bastaríame el orgullo de tu presente.”—Udón Pérez Maracaibo cumple hoy…

Maracaibo, 496 años de historia y resistencia (por Luz Neira Parra)
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“Maracaibo mía, si no tuviera la gloria de tu pasado, bastaríame el orgullo de tu presente.”
—Udón Pérez

Maracaibo cumple hoy 496 años, y aunque las cifras redondas suelen acaparar la atención, este aniversario es quizá más simbólico que nunca. No se trata solo de contar siglos y décadas, sino de reconocer la fuerza vital de una ciudad que se resiste a desaparecer bajo el peso de sus dificultades. Maracaibo es sol inclemente y brisa del lago, pero sobre todo es gente que, pese a todo, sonríe, canta y sueña.

Fundada en 1529 y refundada en 1574, la ciudad se convirtió en puerto de entrada y salida del occidente venezolano. Desde allí, entre contrabando y comercio legal, nació una identidad irreverente, orgullosa de su acento y de su manera de ser. Esa mezcla de historia y carácter sostiene hoy a la capital zuliana, aun cuando sus calles y servicios no estén a la altura de su legado.

La historia de Maracaibo está escrita a fuego en las memorias de Venezuela: escenario de la Batalla Naval del Lago en 1823, que selló la independencia nacional; enclave petrolero del siglo XX, que iluminó al país y al mundo con su “oro negro”; y cuna de la gaita, ese canto de diciembre que se volvió símbolo de identidad y resistencia cultural. Cada época la marcó con huellas que aún laten en la memoria colectiva.

Los maracaiberos viven con nostalgia y esperanza. Nostalgia de la “tierra del sol amada” que fue faro económico, cultural y universitario del país; esperanza de que el lago, las avenidas y la música vuelvan a recuperar su brillo. En cada esquina, entre apagones, calor y dificultades, sigue latiendo la creatividad: vendedores ambulantes que bautizan sus carritos como negocios familiares, músicos que rescatan gaitas en plazas públicas, periodistas y profesores que insisten en contar y enseñar desde lo local.

Este aniversario invita a mirar hacia atrás y reconocer que Maracaibo ha sobrevivido a guerras, pestes, saqueos y crisis económicas. La ciudad ha cambiado de rostro muchas veces, pero siempre ha mantenido un aire de resistencia. Cada generación ha sabido reinventarse para seguir siendo parte esencial del mapa venezolano. La historia de Maracaibo no es solo la de sus gobernantes o de sus grandes obras, sino la de la cotidianidad de su gente: la arepa en la mañana, la brisa caliente al mediodía, el juego de béisbol improvisado en la calle y la canción que atraviesa las navidades.

No puede olvidarse tampoco el esplendor cultural que la hizo famosa. Maracaibo es la tierra de Armando Molero, Ricardo Aguirre, Lila Morillo, y Luis Aparicio pero también de Rafael Urdaneta, Rafael Maria Baralt, Udón Pérez, Jesus Enrique Lossada, Victor Fuenmayor y tantos intelectuales que dieron voz a la idiosincrasia zuliana. La Universidad del Zulia, cerrada y reabierta con luchas, fue faro del pensamiento crítico y símbolo de excelencia, convirtiéndose en orgullo y motor de progreso.
Hoy, al llegar a sus 496 años, la ciudad conocida por su lago y su puente, es más que un referente nostalgico y mucho más que símbolo petrolero de una era. Es una fuerza en ascenso, un sentimiento compartido por quienes permanecen luchando día a día contra la adversidad y por quienes se fueron, pero que llevan en el corazón el “ver para creer”. Ese sentimiento es identidad y es esperanza con promesa. Pero es también reclamo: que se reconozca su valor, que se devuelva a su gente la dignidad que merece.

Maracaibo, con su sol ardiente y su risa franca, nos recuerda que la historia no se mide solo en años, sino en la capacidad de un pueblo para resistir y renacer. A 496 años de su fundación, sigue siendo tierra amada, ciudad de recuerdos y sueños, espejo del país y símbolo de su fuerza interior. Como diría Udón Pérez, basta el orgullo de su presente para saber que Maracaibo aún no ha dicho su última palabra.

Luz Neira Parra

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