Vinicio Díaz Añez
A menudo la curiosidad nos lleva a entrar en la carpa de una gitana para que nos lea el destino que, según ella, está escrito en las palmas de nuestras manos. Nos asombra lo que nos dice la gitana en su rito sibilino de interpretación de esas líneas que cruzan como un delta la superficie de la mano, y salimos preocupados de la carpa pensando en lo bueno y malo que nos espera a la vuelta de la esquina.
La lectura de las manos para saber nuestro particular futuro es tal vez uno de los oficios más antiguos, no obstante, si los gitanos de feria itinerantes o los quirománticos modernos de las ciudades se ocuparan de descifrar los misterios que se esconden en las uñas, esos diez acompañantes inseparables de las manos, se encontrarían con mensajes mucho más reveladores y reales de los que suelen ofrecer a los incautos clientes que creen a pie juntillas en todas sus aseveraciones.
Quedarían pasmados de terror al saber, por ejemplo, que a través de esas pequeñas masas córneas que llevamos desde que nacemos en nuestras manos se puede descubrir la existencia soterrada de enfermedades nada agradables como el hipotiroidismo, mieloma, anemia, cáncer de pulmón o diabetes, entre otras.
Y es que, así como la existe una línea dibujada en la palma de la mano -que según los quirománticos nos dice cuánto tiempo vamos a vivir-, y otras que revelan el bienestar, la suerte y hasta la salud, en las uñas también aparecen líneas, estrías, manchas extrañas y hasta colores que nos pueden indicar qué enfermedad estamos padeciendo con una certitud contundente.
Algunos especialistas acuciosos no se conforman con evaluar de manera convencional los síntomas de una enfermedad, empleando los sistemas de auscultación normarles y ordenando los exámenes de rigor, de modo que suelen apelar a la interpretación de las líneas, estrías y colores que se encuentran en las uñas, no con un propósito avieso e insospechado, o acaso para impresionar y añadir con ello un valor agregado a la consulta, sino para tener a la mano un recurso adicional que les permita apreciar, en su afán de disponer de diferentes vías de diagnóstico, los curiosos intríngulis de las enfermedades humanas y realizar, en consecuencia, un evaluación mucho más objetiva.
Es a través de estos "quirománticos" científicos que se ha podido establecer que la aparición de puntos oscuros en las uñas, manchas, líneas blancas delgadas, color amarillento, separación de la piel, descamación, falta de crecimiento, curvatura excesiva, reducción del espesor, levantamiento de los extremos, sangrado, inflamación de los bordes o bandas rosadas en los bordes, son todos indicios característicos de que algo anda mal en nuestro cuerpo.
Cuando la uña adopta una forma cóncava con levantamiento en los extremos puede indicar falta de hierro en el organismo o anemia, enfermedad coronaria, hipotiroidismo o desnutrición. Los especialistas aseguran también que los cambios en las uñas pueden ser símbolo de enfermedades locales, como infección por hongos o trastornos del sistema, como lupus o anemia, incluso, al detectarse que las bases presentan una apariencia pálida y blanquecina, ello puede indicar bajos niveles de glóbulos rojos.
Las uñas con líneas blancas transversales podrían estar advirtiendo una reacción adversa a algún fármaco, desórdenes metabólicos, tumores, enfermedades infecciosas como tuberculosis o malaria, problemas renales y cardiovasculares. Asimismo, una banda rosa en el extremo podría ser una señal de cirrosis o insuficiencia cardiaca congestiva, mientras que, si se tornan de color amarillo, delgadas y con poco crecimiento (síndrome de uñas amarillentas) no deberían descartarse el asma, la tuberculosis o la bronquitis crónica.
Para morderse las uñas
Todo hemos sido testigos de cómo nuestras abuelas nos advertían que no debíamos mentir, porque nos aparecían de la nada unas rayas blancas en las uñas. En realidad, nuestras uñas en la infancia e incluso en la adolescencia y hasta en la edad adulta- mostraban estas señales, y no porque mintiéramos a nuestros semejantes, sino porque eran una señal de alguna enfermedad.
Si una persona tiene algún problema interno de salud, mirarle las uñas puede ayudar al especialista a localizar el problema, porque algunos signos lo dirigen a la parte del cuerpo que debe examinar con más cuidado.
Es el caso, por ejemplo, de uno de los peores trastornos, como es el melanoma maligno de la uña, el cual suele aparecer como un punto negro y que las personas suelen asociar con un hematoma producto de un golpe o de un machucón con un martillo. La experiencia que hay hasta ahora al respecto indica que un diagnóstico temprano puede llevar al médico a confirmar o descartar con tiempo ese padecimiento.
Las alergias alimenticias y medicamentosas también pueden manifestarse en las unas después de haber tomado bebidas, alimentos o fármacos que contienen sustancias alérgicas. Las uñas cambian de color, se vuelven negras, moradas, marrones o verdes. La única diferencia de estos colores con los provocados por traumatismos, hongos, o enfermedades sistémicas, es que pueden desaparecer en muy poco tiempo.
Tener las uñas en buen estado es una cuestión de estética, pero suele pasar que los esmaltes cromáticos ocultan estrías verticales, manchas amarillas que sirven a los galenos para precisar el síntoma de un padecimiento, por lo que la estética funciona en estos casos, desde luego sin habérselo propuesto, como un factor encubridor de enfermedades.
Resulta irónico, pero al pintarse las uñas las mujeres, tanto las jóvenes como las de mayor edad, podrían estar pintando también los indicios de un padecimiento cardiovascular sin desearlo.
Y es que las enfermedades del corazón causan cambios en la forma o el color de las uñas, como las producen de igual modo algunas enfermedades reumáticas que se pueden diagnosticar por cambios en la circulación capilar de las uñas. Asimismo, las afecciones como el híper o hipotiroidismo, la presión alta, el asma, la mala circulación, la falta de vitaminas y carcinomas dan señales de alerta a través de las uñas.
Un médico puede realmente diagnosticar un problema del corazón o renal con solo ver sus uñas, pues no descarta que haya relación entre las uñas y las enfermedades, sin embargo, tanto con estas como con otras enfermedades, antes de ofrecer un diagnóstico definitivo, espera primero con cautela a que se manifiesten otros síntomas para estar totalmente seguro, es decir, antes de asumir lo peor, busca explicaciones más comunes, como magulladuras por golpes o infecciones por hongos, y una vez hecho lo anterior habla por supuesto con el paciente.