Martes 15 de julio de 2025
Opinión

La belleza es un mundo traicionado (por Alejandro Vásquez Escalona)

Alejandro Vásquez Escalona La circulación de autos es lenta. El aire es pesado por el  monóxido de carbono. Por la…

La belleza es un mundo traicionado (por Alejandro Vásquez Escalona)
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Alejandro Vásquez Escalona

La circulación de autos es lenta. El aire es pesado por el  monóxido de carbono. Por la estridencia de motores y cláxones. Algo imprevisto sucede más adelante en la vía. Por el espejo retrovisor izquierdo el conductor,  observa un coche que intenta adelantar por el hombrillo. Acechante se prepara y cuando casi está a su lado, gira el volante hacía el auto del imprudente que frena y seguramente blasfema improperios. La niña viaja en el asiento trasero. El niño adelante al lado de su padre que conduce el implacable vengador como denominan al jeep renegado CJ7. Los tres celebran. Ríen. Es la ciudad de locos conductores. En el reproductor del coche negro se deja escuchar Blowin in the wind de Bob Dylan ´…Cuántas veces debe un hombre levantar la vista antes de que pueda ver el cielo. La respuesta amigo, está flotando en el viento. La respuesta está flotando en el viento…´

Posiblemente es jueves. Temprano en la mañana. Viajan al colegio de los niños. En alguna galería de la ciudad hoy en la noche se inaugura una exposición con fotografías del padre. En el interior del Jeep negro, entre las pausas de la canción, los tres conversan sobre la muestra fotográfica que sucederá. El conductor habla del proceso creativo que vivió en esa indagación visual. Se expresa con la calidez del entusiasmo que produce ejercer un oficio que ama. Que posiblemente lo hace sentir  el centro del universo. Los niños escuchan atentos. El padre mira al hijo y curiosea su corazón con una duda, que sugiere una aspiración: Hijo a ti no te agradaría ser fotógrafo. Al muchacho se le acentúa el negro de sus ojos. Brilla la luz, génesis de la fotografía.  Tiene diez años, apenas un explorador de posibilidades de vida. Se produce un silencio espeso. Es que esa es tu profesión Pá, responde. Y se alarga el silencio. Después del vació, la melodía de Bob Dylan insiste: ´… ¿cuánto años puede existir una montaña antes de que sea arrasada por el mar? ¿Cuántos años son capaces de vivir algunos antes que se les permita ser libres?…La respuesta está flotando en el viento…´.

En la fotografía en blanco y negro, la niña de unos siete años sostiene adherida a rostro una cámara fotográfica Diana casera sin rollo fotográfico. No fotografía. Mira cómo se hace. Lleva una blusita con un estampado de Hello Kity. Su cabello es negro profundo. El niño detrás de ella observa con curiosidad. Sus ojos emiten un brillo que seguramente expresan el deseo de estar detrás de la cámara. Es una especie de destello de búsqueda de la ´belleza como un mundo traicionado´. La familia aún no poseía el Jeep Renegado negro. El padre no le obsequió una cámara con película fotográfica. Eran días de entrajinada dinámica de vida.

El padre esta temprano en la galería donde expondrán fotografías algunos amigos. Es media mañana. Domingo. Desiste de caminar por el centro de la ciudad para fotografía. Las calles son nido de soledad. La luz es pálida. Lleva en ristre su cámara fotográfica guardada en un maletín negro Nikon. Sus hijos están en países lejanos. Ajenos. Ella vive en invierno. Es diletante. Aprendiz constante de la ilusión vital. Él habita en verano. Es ingeniero. Ambos fotografían la ciudad y sus vidas con móviles para postear en las redes. Él siempre  lleva  a sus hijos en el bolsillo del corazón.

El niño tiene cinco años. Piel pálida como la luz de la mañana. Y su cabello es similar al inicio de una tarde de otoño. Llega con su padre. Comienza a llenarse la galería con los mirones de imágenes. El hombre conversa con el fotógrafo. Celebra su trabajo. Su reciente conferencia sobre documentalismo en una universidad local. El niño presiona al padre para que le preste su móvil para fotografiar. Él se entusiasma. Habla de las fotografías hermosas que hace el chico. Muestra algunas.  El hombre de la cámara ya no se siente el centro del universo. Simplemente un ser humano. Da alguna vueltas de mirada a la exposición. Intercambia conversa con los asistentes que lo conocen.

El hombre del bolso negro Nikon, no recuerda su viaje  al colegio en su Jeep Renegado. Ni la fotografía en blanco y negro de la niña que fotografía. Del niño que observa. Pasea por la galería con su cámara enrollada en su mano derecha. El chico de piel pálida lo sigue. Curiosea. Nunca ha tenido una caja de ilusiones visuales de esa estatura en sus manos. El fotógrafo se acuclilla a su altura. Le explica cómo usar en automático su máquina. La sostiene torpemente en sus manos. Le tiemblan las manitos de alegría. Y comienza el baile de encantamiento. El clicleo con sonido de roce en alas de grillo. Retrata a la mujer con la sonrisa cautelosa. Al hombre de topografía rugosa en su pie. A la versión caribeña de Indiana Jones. Al público de espaldas. A las fotografías colgadas a la pared. Goce. Goce. El muchacho no sabe que la profesión del hombre del jeep negro es la fotografía. Ni le importa. Está borracho de alegría al ver como el túnel de cristal engulle todas las imágenes que él desea. La exposición se convierte en un carnaval de Venecia. De Brasil o Tenerife.

El chico que curioseaba cómo su hermana miraba por la cámara Diana en la fotografía blanco y negro, tecla una computadora portátil. Prepara, supervisa, propone proyectos 0101010. O sugiere soluciones para la empresa donde trabaja de ingeniero. Simultáneamente, observa en la tele un encuentro  de futbol. El Real Madrid asesta un golazo contra el Manchester United. Salta del escritorio. Victorea. Aplaude. Grita. Es parte de su trabajo online. Pasada la euforia, suena el móvil. Ve un whaAsapp de su padre: ´El cuerpo, la mente, sois un artista. Cuándo comprarás tu cámara Fuji. Y bla bla. bla´. No suena en el ambiente Blowin in the wind de Bob Dylan ´…Cuántas veces debe un hombre levantar la vista antes de que pueda ver el viento. La respuesta amigo, está flotando en el cielo. La respuesta está flotando en el viento…´. Por el ventanal de cristal del fondo del apartamento entra la luz amarillenta de la tarde, similar a la luz parisina, quizás en busca de la belleza como mundo traicionado.

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