La invitación que otrora desparramaba la radio por todo el Zulia, provenía de las educadas cuerdas vocales del locutor que aparece en el lado izquierdo de esta gráfica, quien mantuvo un espacio diario en varias emisoras locales para ensalzar la poesía con la música y rendirle culto a quienes pueden hacer un valladar de una ventana y a esas pasiones voluptuosas que el fango del placer llena de rosas y hacen de la mujer la cortesana.
En ese tiempo el romance se promocionaba a 78 revoluciones por minuto. No como ahora que una sola -y que- revolución nos mantiene atados a un pasado que ya tiene más de veinte años y nos coarta hasta la libertad de soñar con que “somos esclavos y amos del universo”, como tarareamos entonces con la complicidad de las rocolas y Javier Solís.
Mientras el chileno Lucho Gatica le pedía al reloj que no marcara el tiempo porque iba a enloquecer, el "Guaro” Govea (al centro de la foto) conformaba una dupla con Guillermo Tesalio Barrera para conquistar sintonía con el programa Las Estrellas Complacen, que se trasmitía, como decían sus animadores, a una hora exacta: “las doce y pico”…Dolorosamente, este vástago de la familia Govea fue víctima del “agua loca” que promocionaba y lo ahogó en la mendicidad…
Insigne pastor de almas, la imagen del Primer Arzobispo de la Arquidiócesis de Coro en el estado Falcón, sabio rector de la grey zuliana, en este testimonio gráfico nos hace rememorar, como lo señalaban los afiches con que Maracaibo dio la bienvenida al papa Juan Pablo II, que “nuestro sol brilla más con su presencia”.
Confieso que como periodista he pecado por omisión y me impongo como penitencia dedicarle algunas oraciones, en entregas futuras, a quien ha consagrado su vida a enseñarnos a transitar por los caminos del bien: Monseñor Roberto Lückert León.
Manuel Eugenio Colina / Opinión