Miércoles 08 de enero de 2025
Opinión

Estrellas pensantes de carne y hueso (por Claudio Nazoa)

       A las personas que estuvieron pendientes cuando enfermé levemente, gracias. Y gracias, nuevamente, a los maravillosos médicos de la…

Por A Vargas

Estrellas pensantes de carne y hueso (por Claudio Nazoa)
Foto: cortesía
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       A las personas que estuvieron pendientes cuando enfermé levemente, gracias. Y gracias, nuevamente, a los maravillosos médicos de la Clínica Ávila quienes, mientras me curaban, me dieron el tiempo suficiente para reflexionar e investigar sobre cosas en las que no me había detenido a pensar.

       Parte del tratamiento consistía en transfusiones de hierro …  mucho hierro. Me he convertido en Iron Man con tres litros de hierro en el cuerpo. Mientras me los colocaban lentamente, bajo la supervisión de mi doctora de cabecera, Aixa Müller, decidí investigar cuántos minerales tenemos los seres humanos en nuestro cuerpo y cuando les cuente, se van a sorprender de la cantidad de hierro, calcio, magnesio, yodo, zinc, fósforo, azufre, manganeso, flúor, sodio, cloro, potasio, cobalto y selenio que hay en nosotros. Es realmente asombrosa la cantidad de elementos presentes.

       Pensando en esto me acordé de un genio a quien admiro profundamente y quien murió muy pronto, el gran Carl Sagan, un astrofísico y astrónomo estadounidense quien puso de moda aquello de “somos polvo de estrellas”. ¡Maravillosa imagen esa de compararnos con las estrellas!

      Cuando estudiamos la composición química de los meteoritos que a diario caen en la tierra, nos asombramos al descubrir que estamos hechos con los mismos materiales de esos pedacitos de estrellas que nos bombardean día y noche. Los mismos que nos hacen pedir un deseo cuando los vemos brillar al entrar a la atmósfera terrestre. ¡Literalmente estamos hechos de polvo de estrellas!, pero transmutados en cuerpos de carne y hueso.

   De verdad que este autodescubrimiento me tiene emocionado y feliz, porque nos hace darnos cuenta de lo maravilloso que es estar vivo y tener conciencia. Les quiero recordar que todas las cosas que nos rodean, tienen su origen en ese misterioso universo en el cual flotamos.

       Pobrecitas las plantas y todos los animales, bichitos, bacterias y hongos que existen, ya que están allí pero no lo saben. Esta inmensa casualidad que es la vida humana consciente, como la conocemos, es posible gracias al hecho fortuito, hace 66 millones de años, del famoso meteorito que cayó en Chicxulub, en la península de Yucatán, México, sin el cual no hubiesen desaparecido los inútiles dinosaurios para dar paso a la evolución de los mamíferos de dónde venimos.

       Es tal la armonía y el acoplamiento de eventos casi imposibles e increíbles que tuvieron que suceder para que surgiera la vida en el planeta tierra, que es inevitable no pensar que un ser superior armó todo para que usted, hoy, esté leyendo esta historia.

         La tierra está en la distancia exacta en el Sistema Solar para no ser achicharrada ni congelada. Hace cuatro mil quinientos millones de años, un objeto gigantesco, casi del tamaño de Marte, chocó con la tierra y le desprendió un pedazo que luego, por la gravedad, se convirtió en la Luna, sin la cual sería imposible la vida en la Tierra. La inclinación del planeta es única y sin la Luna, la rotación sería desordenada impidiendo los ciclos que hacen posible la vida.

       Se supone que, durante miles de millones de años, la tierra fue bombardeada por meteoritos que contenían agua, lo que contribuyó a formar una capa que protege al planeta de los rayos ultravioletas del Sol. Para no seguir con “las casualidades” de tantas perfecciones, “por casualidad”, valga la redundancia, cae el famoso meteorito que, a la larga, inauguró la vida inteligente en la tierra.

       Entonces, ya lo saben, cuando miren hacia el cielo, piensen en todo esto y tengan conciencia de lo que realmente somos: estrellas pensantes de carne y hueso.

       Y ya, despidiéndome, cuando nos pregunten o nosotros mismos nos hagamos la pregunta de: ¿habrá vida inteligente en el universo?, pues, la respuesta es: ¡Sí!

       ¿En dónde vivimos nosotros? Nosotros vivimos en el universo.

Por Claudio Nazoa

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