Por Francisco Arias Cárdenas
La semana Santa tiene en nuestro país y en la tradición occidental diversas connotaciones que van adquiriendo sus manifestaciones con la geografía, con la idiosincrasia y hasta con nuestra propia edad, con nuestras vivencias particulares.
Es común en muchos hogares venezolanos tener un recuerdo, una experiencia personal muy nítida de la semana Santa. El Domingo de Ramos. Tengo en la mente el corto desfile por la calle, desde el colegio "Sucre" de San Juan de Colón, con las largas hojas de ramos frescos hacia la Iglesia, frente a la plaza de mercado.
Posiblemente ese desfile y después otro recuerdo, el jueves santo, el lavatorio de los pies para la ceremonia del beso del sacerdote, ( y el correspondiente sobrecito con un regalo para el besado), tarea nada fácil para las madres que debían garantizar pies angelicales para la ceremonia de los 12 seleccionados, pedicure para niños caminantes de alpargatas, jugadores de fútbol descalzos. Primeros recuerdos de semana Santa en la niñez.
Después los años de seminario, el descubrimiento del Gregoriano y los largos cantos en latín. Heroica, muy larga la preparación de la coral del Santo Tomás de Aquino para las interpretaciones en la Catedral de San Cristóbal. Debían ser impecables por el fino y educado oído del Obispo y un clero diocesano formado en aquella música.
Desde recién llegado de la provincia andina a Caracas, la devoción al Nazareno llamó nuestra atención desde aquella primera vez que llevado por mi padre llegamos a un hotel cercano a la iglesia de Santa Teresa para luego ser presentado como cadete en la Escuela Militar de entonces.
El canto de Andrés Eloy Blanco, el Limonero del Señor, se hizo obligarte para recordar la centenaria tradición de fe, de los venezolanos para el Nazareno de San Pablo. Milagroso, sanador, ejemplo de paciencia y entrega por los demás. Difícilmente esté ausente en nuestros hogares su preciosa imagen o un recuerdo. Está Semana Santa del 2023 trae a nuestra memoria estos y muchos otros recuerdos.
Tiempo de descanso y aún en el descanso, en la playa, tiempo para la reflexión, para el acercamiento al ejemplo de Jesús de Nazaret, quien entre las vivas al rey del Domingo de Ramos y la crucifixión, pidiendo aquel pueblo a Barrabás, marca la historia del mundo.
Cada uno tendrá sus motivos y peticiones, el Nazareno de San Pablo, tendrá sus propósitos en esta Semana Santa. La paz, la unidad de los venezolanos alrededor de la virtud sin engaños y con autenticidad. La búsqueda de objetivos comunes sin excluirnos.
Eso pedimos al Jesús de la Pasión. Que resucite en el corazón de cada uno de nosotros con su generosidad de entrega plena a los demás, con su sencillez, con su autenticidad.
Y una particular en el caso de los ejemplos que necesita nuestra patria, la Santificación del médico de los pobres. El hombre bueno y sencillo que hizo de su tarea médica un apostolado de servicio y de entrega.
Ese milagro merecido y necesario para la unidad y fortalecimiento de Venezuela, seguramente podrá lograrlo el Nazareno de San Pablo.
Cristo, el Nazareno, sufriente y resucitado traiga todas sus bendiciones a nuestra Patria.
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