"Si tú opinión niega derechos humanos a otras personas, no es opinión, es discriminación".
Anónimo
Sentado, pensando en frío, sereno, vinieron anoche a mi recuerdo películas que desnudan el maltrato sufrido por la gente de color en Estados Unidos, cuando en 1.865 nació el "Ku Klux Klan", al final de la Guerra de Secesión que enfrentó a los estados del sur a favor de continuar la esclavitud y los del norte que derrotaron esa infamia de la humanidad.
No soñaba, estaba muy despierto, desvelado, espantando zancudos y secándome el sudor gracias a otro apagón que Corpoelec aplica sin miramientos, quizá ligando, cruzando los dedos, que nos acostumbremos a esa peligrosa posibilidad que no tiene responsable en ninguna sanción económica o en la fauna venezolana, sino en la clara evidencia de la desinversión, destrucción y el pillaje que la corrupción encontró en esa empresa que nos joroba la vida.
En la Casa Blanca, centro del poder de la primera potencia del mundo, Mr. Donald Trump ha despertado el monstruo del "Ku Klux Klan" en una era moderna que como la actual ya no necesita vestirse con la típica túnica blanca con cachucha para aterrorizar a la gente de color.
Su método xenófobo consiste en firmar "órdenes ejecutivas" en su lucha contra la inmigración, aunque después le tire el muerto a Mr. Marco Rubio, afirmando que él no fue quien la firmó. Está caliente lo que acaba de negar cuando expresó a la prensa que no ha firmado la proclamación que invoca la Ley de Enemigos Extranjeros para deportar a venezolanos sin el debido proceso.
"No se", aseguró, "cuándo fue firmada porque yo no la firmé; otra gente se encargó. Marco Rubio hizo un gran trabajo y él los quería afuera". En esa contradicción es oportuno, muy a lo "maracucho", frente a una "mentirita fresca", que usted amigo lector saque su propia conclusión.
Ahora no son los negros los que más sufren, sino los nacidos en Latinoamérica y en otros lugares del mundo que un día entraron, –legal o ilegalmente–, enamorados en cumplir el llamado "Sueño Americano".
Viven en permanente psicosis, estresados, escondidos, desconfiados y nerviosos, porque en cualquier momento en la calle, su trabajo, en el hogar o en cualquier iglesia los hombres del "ICE" pueden "ponerles los ganchos" y enviarlos al centro penitenciario del Cecot en El Salvador.
Es la peor pesadilla que viven muchos, incluidos niños aterrados, que sufren de insomnio. Nadie cierra un ojo, porque no están seguros, menos a salvo de los "arranques" delirantes de un trastornado cerebro que cada día amanece en el inquilino de la Casa Blanca. Los venezolanos, también cubanos, haitianos, nicaragüenses o centroamericanos son el blanco preferido de Mr. Trump.
Los mejicanos, diría, siempre símbolo principal de la inmigración ilegal entre ambos vecinos están en un segundo plano, no obstante a que no permanecen exentos de persecución ni deportación a suelo mexicano.
Sin embargo, la furia suelta del demonio mismo puso su mirada en los nacidos en la tierra de Simón Bolívar. Les ha dedicado todos los tickets del talonario de una lotería que nadie desea jugar. Son muchos los casos de denuncias acerca de venezolanos que en su expulsión del territorio norteamericano han ido a parar a la prisión del Cecot.
Han sido acusados, señalados y referidos como criminales, terroristas o delincuentes de máxima seguridad, por haberles sido encontrados en su cuerpo uno, dos o más tatuajes que los condenan a ser integrantes, soldados o guerreros de la banda delictiva Tren de Aragua.
Sin embargo, dicen que entre Cielo y Tierra no hay nada oculto, porque en las aprehensiones sin verificar exhaustivamente los antecedentes de cada detenido, ya arrojan resultados que desmienten al gobierno de Mr Trump. Lo desnudan las miradas del mundo por tratarse de un populista, embustero y mentiroso. En las detenciones ha imperado el abuso y la violación de los derechos humanos.
En nuestro país como en otros son crecientes las denuncias de madres y familiares sobre los "secuestros de inocentes" que deja muy mal parada a la justicia norteamericana. El propio Mr. Donald Trump desoyendo una orden del juez, James Boasberg, de detener las deportaciones de venezolanos a territorio salvadoreño, demostró que él está por encima de la justicia y seguramente la comunicación decidió metérsela por donde no le llega el sol.
Lo cierto es que este incidente puede traer un choque interesante, entendiendo que en Estado Unidos la separación de los poderes públicos está muy bien delimitada. Su violación es un delito federal. Por lo pronto debemos comprar cotufas esperando en primera fila lo que viene.
En esa tarea es de destacar el papel de los grupos civiles y organizaciones que defienden los derechos humanos de los inmigrantes. Más aún, cuando la "razzia" que el ICE desarrolla no le impide separar a los padres de sus hijos.
No importa que los detenidos lleven pocos años o una, dos y tres décadas viviendo en la tierra, donde, paradójicamente, Mr. Donald Trump vio la luz del mundo. Él, desciende de padre alemán y madre británica, pero ahora también está empeñado en anular la nacionalidad de los niños de padres extranjeros, nacidos en Estados Unidos.
Claro, este tema súper candente que abre los espacios noticiosos todos los días en el mundo tiene sus raíces. La pregunta que sigue es saber ¿cuáles son las causas y efectos de la migración?. En el caso venezolano que nos ocupa, ¿existen razones suficientes para haber tenido que migrar?. ¿Por qué?. ¿Cuáles han sido?.
Sabemos que los venezolanos que han tenido que salir y están regados por el mundo, lo han hecho debido a causas que van desde buscar una mejor calidad de vida, trabajo, educación, salud o han viajado al exilio por razones políticas.
Sin causas negativas, –contrarias a vivir mejor–, no habría migración y estaríamos, a lo mejor, en la lista de las naciones mas felices del mundo, entre ellas, Finlandia, Suecia, Noruega o Luxemburgo.
¿Quién puede estar feliz en Venezuela con un salario mínimo de 130 bolívares?, seguro en no tener, además, un buen servicio de salud, educación, alimentación, seguridad, poca inflación, buenas pensiones y servicios públicos eficientes.
En 25 años de gestión política-ideológica del chavismo ¿cuál es el saldo en favor del venezolano?. Ninguno, porque el gobierno lejos de aspirar a ser exonerado por la gente, su desenvolvimiento está muy distante de las críticas que lo llevaron a dirigir el país, cuando ascendieron al poder cuestionando a sus predecesores de la IV República.
Esa es, digamos, la principal razón de que exista migración y que los 700 mil venezolanos en Estados Unidos estén en la mira de Mr. Trump. Similar conducta a la responsabilidad que tiene en todo esto la actuación del gobierno de la Revolución Bonita, también lo es la de muchos políticos opositores en quienes parece que existe un "morbo" en su conducta, cuando gozan, disfrutan y denotan sentirse bien con el sufrimiento de la gente de a pie.
A todo pulmón gritan su conformidad, visto bueno y una especie de éxtasis mental con el que las sanciones económicas le sean impuestas al país, sin importarles que el más afectado sea el "pueblo", expresión muy manida, manoseada o trillada cuando expresa el sufrimiento del venezolano. Son muy parecidos a los saduceos y fariseos, hipócritas, que pretendían engañar a Jesucristo y juzgarlo en el Sanedrín.
Dentro o fuera del país vemos a muchos de éstos "próceres de la libertad" y detrás de ellos a sus guerreros del teclado, creadores de opinión pública, bombardeando contenidos en las redes sociales, buscando convencer, justificar y persuadir a los venezolanos sobre la necesidad de que las sanciones económicas significan, solo cosa de aguantar o resistir otro sacrificio, pero olvidan que quienes ponen el pellejo no son ellos sino el "pueblo" de a pie".
Ese accionar y estrategia de esos "próceres de la libertad" lo que logra es suministrarle oxigeno al gobierno, alargando la tragedia social, cuando creyendo que ganan, obtienen y sacan rédito político del momento, el repudio lógico es la respuesta de la inmensa mayoría de la gente por el atropello y los desmanes de Mr. Trump y su decisión de imponer al país más sanciones económicas. ¡Amanecerá y Veremos".
José Aranguibel Carrasco
CNP-5.003
Ilustración: Feyo