Martes 21 de octubre de 2025
Opinión

De Maracaibo a Hollywood: Patricia Velásquez y la leyenda de La Llorona que hoy cautiva en Netflix (Por Luz Neira Parra)

Hay noches en que los mitos cruzan océanos y pantallas. Basta abrir Netflix y encontrar el rostro de una mujer…

De Maracaibo a Hollywood: Patricia Velásquez y la leyenda de La Llorona que hoy cautiva en Netflix (Por Luz Neira Parra)
Patricia Velásquez. Foto: Agencias
Facebook Twitter Whatsapp Telegram

Hay noches en que los mitos cruzan océanos y pantallas. Basta abrir Netflix y encontrar el rostro de una mujer venezolana, Patricia Velásquez, encarnando a un personaje atrapado entre la tragedia y el misterio en The Curse of La Llorona (2019). Para quienes crecimos escuchando historias de aparecidas en los ríos y llanuras de América Latina, ver a una compatriota dentro de una gran producción de Hollywood es algo más que entretenimiento: es un espejo de la migración, de los caminos que nos han llevado a reinventarnos lejos de casa.

La leyenda de La Llorona es un canto de duelo que recorre el continente desde México hasta Venezuela. Se cuenta que una madre, consumida por la culpa, vaga entre ríos y caminos buscando a sus hijos perdidos. En tierras mexicanas se asocia al castigo y la advertencia moral; en los llanos venezolanos su eco se mezcla con figuras como la Sayona o la llorona criolla. El mito habla de abandono, dolor y exilio: temas universales, pero especialmente sensibles para una región que ha visto partir a tantos de sus hijos.

En 2019, New Line Cinema y Warner Bros. integraron The Curse of La Llorona al universo cinematográfico de The Conjuring. La película no es una copia literal del mito: lo traduce al lenguaje del horror global, con efectos de Hollywood y guion para públicos diversos. Sin embargo, mantiene la esencia: la madre que grita por sus hijos, el agua como frontera y la advertencia a quienes desafían fuerzas ancestrales. Para millones de espectadores, fue la primera vez que escucharon el lamento de La Llorona en una sala internacional.

Patricia Velásquez nació en Maracaibo, de raíces wayúu. Fue modelo internacional antes de dar el salto al cine. Su rostro se volvió icónico como Anck-su-namun en La Momia (1999) y La Momia regresa (2001), papeles que la lanzaron a la industria con una fuerza inusual para una latina. Su carrera ha sido también un acto de migración y resistencia: abrirse camino en un Hollywood que pocas veces cede espacio a actrices venezolanas. En La Llorona interpreta a una madre atrapada por la maldición, un papel que conecta con la vulnerabilidad y la fuerza femenina que ella ha reivindicado en su vida y trabajo.

Velásquez no es solo actriz; es activista y voz de la comunidad wayúu, defensora de los derechos indígenas y ejemplo de reinvención profesional. Su trayectoria refleja lo que millones de venezolanos viven: partir, buscar oportunidades y reconfigurar su identidad sin renunciar a sus raíces. Al verla en Netflix, una plataforma que llega a hogares de todo el mundo, muchos sienten una especie de orgullo silencioso: ahí está una de las nuestras, triunfando sin perder su esencia.

Esta historia es también el inicio de una serie que busca visibilizar a las mujeres venezolanas que han cruzado fronteras para dejar huella en el cine, la ciencia, la literatura, la música, la tecnología e incluso la NASA. La idea de emprender este recorrido me la dio el periodista zuliano Néstor Llabanero, un colega de vasta trayectoria en el arte, la cultura y el espectáculo, cuya sensibilidad y oficio periodístico inspiran. Conversando con él nació la pregunta: ¿por qué no contar las historias de nuestras mujeres que han conquistado espacios globales? Así comienza esta serie, que aspira a tender un puente entre el talento que partió y el país que aún late en cada logro.

La Llorona clama por sus hijos perdidos; Venezuela también. Pero cada vez que una mujer como Patricia Velásquez conquista un espacio global, el grito se transforma en algo distinto: esperanza, resiliencia y arte. En un momento en que millones de compatriotas reconstruyen su vida fuera, contar estas historias es tender un puente entre el país que fuimos y el que aún podemos ser.

Por Luz Neira Parra

Noticias Relacionadas