-Venezuela vivió con horror e indignación un crimen que marcó a la sociedad y le puso rostro a la violencia que azota las calles del país. El apellido Faddoul apareció en cada noticiero y estremeció a la opinión pública cuando se anunció el secuestro de tres hermanos adolescentes por parte de presuntos funcionarios de la extinta Policía Metropolitana.
Esa mañana del 23 de febrero John Bryan, de 17 años de edad; Kevin, de 13 años y Jason, de 12 años, se subieron al vehículo junto a su chofer, Miguel Rivas, para ir al colegio Nuestra Señora del Valle, en Bella Vista (Caracas). Vestidos con uniforme escolar esperaban un día de clases como cualquier otro. Sin embargo, el terror disfrazado de policías los esperaba a unas cuantas calles de la urbanización Vista Alegre, donde residían.
Hermanos Faddoul
Presuntos funcionarios de la Policía Metropolitana armaron una alcabala que no era más que una fachada para facilitar un crimen. Cuando Miguel Rivas vio a los funcionarios se detuvo, fue entonces cuando los sujetos abordaron el vehículo. Así inició el secuestro más trágico y recordado de la historia del país.
No fue sino hasta el día siguiente cuando los secuestradores se comunicaron con los angustiados padres, Jhon Faddoul y Gladys Diab de Faddoul, quienes eran dueños de varias zapaterías en Caracas. En la primera llamada les indicaron dónde podían encontrar el vehículo secuestrado. Luego exigieron la suma de 10 millones de bolívares, lo equivalente a 3,8 millones de euros para ese año. Fue entonces cuando la familia decidió denunciar el hecho ante las autoridades.
Más de un mes secuestrados
38 días duró la angustia de la familia Faddoul. Durante ese tiempo las autoridades intentaron dar con el paradero de los jóvenes, pero no lo lograron. El país estaba consternado por el secuestro. Incluso el recién nombrado cardenal Jorge Urosa Sabino elevó una plegaria para convencer a los captores de liberar a los tres adolescentes y al chófer.
Gladys Diab de Faddoul, madre de las víctimas, envió una carta a los secuestradores con el objetivo de sensibilizarlos y lograr la liberación de sus hijos.
“Si Dios los escogió para finalizar con la misión de esas criaturas, no puedo hacer nada para evitarlo: no soy nadie delante de ustedes”. ni delante de Dios. Solo les suplico que lo hagan ru00e1pido y mientras ellos duermen, les suplico que le den una foto de cualquier santo para que no se sientan solos. Lo u00fanico que yo puedo hacer de mi parte, es rezarle a sus u00e1ngeles para que la subida al cielo, sea ru00e1pida y hermosa. Pero si el manto de la misericordia llega a sus corazones, entonces, su00ed puedo hacer mucho. Devuelvan a esas criaturas a sus casas, para yo asu00ed poder terminar la misiu00f3n que Dios me encomendu00f3 desde el primer du00eda que nacieron de mi vientreu201d, fue parte de la misiva de la madre.
Sin embargo, ninguna plegaria, petición o exigencia tuvo el efecto deseado. La angustia terminó al recibir una trágica noticia. Los cuerpos sin vida de Kevin, Bryan y Jason, y del chofer Miguel Rivas, fueron encontrados uno al lado del otro en un terreno baldío en Yare, estado Miranda, el 4 de abril de 2006. Debido al estado de descomposición, los funcionarios policiales no pudieron identificar los cadáveres en un primer momento. Los jóvenes aún vestían su uniforme escolar.
Horas más tarde del hallazgo, un tío de las víctimas, José Faddoul, identificó los cuerpos, cerrando así la búsqueda infructuosa de los tres hermanos y su chófer. También le dio inicio a la noticia que protagonizó los titulares de todos los medios de comunicación del país.
Los exámenes forenses determinaron que las víctimas tenían disparos en la cabeza y tiros de gracia en la nuca a pesar de que los padres de los adolescentes pagaron la suma de dinero que exigieron los secuestradores. Sin embargo, trascendió a través del Ministerio Público que el asesinato se habría producido por un desacuerdo entre los captores.
Después del crimen
El ministro de Interior y Justicia para ese momento, Jesse Chacón, se dirigió al país a medianoche para expresar sus condolencias a la familia Faddoul y prometer celeridad en la investigación para capturar a los presuntos responsables.
“Lamentamos profundamente que, a pesar de los esfuerzos realizados por tantas personas, no hayamos podido evitar este crimen abominable. Esperamos que, con todos estos elementos, podamos terminar de reconstruir este hecho que enlutó a la sociedad”, dijo Jesee Chacón.
El 7 de abril de 2006 fueron detenidas tres personas y presentadas ante la Fiscalía por estar presuntamente involucradas en el secuestro de los Faddoul y Miguel Rivas. Chacón aseguró a los medios que los sujetos en custodia formaban parte del grupo de secuestradores que mantenía cautivo a los jóvenes en Yare. En un informe preliminar, el ministro informó que habrían al menos tres funcionarios activos de la Policía Metropolitana involucrados en el secuestro.
La indignación de la población ante la inseguridad que vivía el país llevó a los ciudadanos a protestar. Cerraron varias calles de Caracas y otros estados para exigir justicia por el asesinato de los Faddoul. En la urbanización Vista Alegre, donde vivían las víctimas, los vecinos, amigos y familiares trancaron los accesos para expresar su consternación. “Venezuela está de luto. No más secuestros”, se leía en algunas pancartas y los manifestantes también gritaban consignas en contra del gobierno de Hugo Chávez. Cerca de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) y la Universidad Central de Venezuela (UCV) también se registraron protestas. En ese momento la UCV fue escenario de otro hecho trágico, pero esta vez para el periodismo venezolano.
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