Hezbollah lanzó este jueves 19 de septiembre una nueva ronda de proyectiles al norte de Israel y mantuvo el ritmo de hostilidades con el ejército israelí, entre crecientes temores a un conflicto más amplio tras la explosión de cientos de dispositivos electrónicos en Líbano, que mataron al menos a 37 personas e hirieron a más de 3.000.
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Hezbollah dijo el jueves por la mañana que había atacado posiciones militares en el norte de Israel, dos de ellas con drones. El ejército israelí dijo que los drones cayeron cerca de comunidades. Hospitales israelíes dijeron que habían atendido al menos a ocho pacientes con heridas leves o moderadas. El ejército indicó este jueves por la mañana que había atacado varios objetivos milicianos en el sur de Líbano durante la noche.
El líder de Hezbollah, Hasán Nasrala, dijo el jueves que la detonación de los dispositivos electrónicos fue un “golpe severo” que cruzó “una línea roja”.
Hezbollah está investigando las detonaciones, por las cuales se ha culpado a Israel.
“Sí, fuimos sometidos a un golpe enorme y severo”, dijo Nasrala. “El enemigo cruzó todos los límites, todas las líneas rojas”, añadió.
Como es usual, Nasrala habló por video desde una localidad secreta. Ussualmente Hezbollah convoca a sus seguidores a venir a concentraciones para ver los discursos de Nasrala en enormes pantallas, pero esta vez no hubo concentración alguna.
Las detonaciones de dispositivos parecían culminar una operación israelí de varios meses para golpear a la mayor cantidad posible de miembros de Hezbollah a la vez. Durante dos días, bípers y walkie-talkies utilizados por la milicia libanesa estallaron, hiriendo e incluso mutilando a algunos combatientes, pero también a civiles asociados a los servicios sociales del grupo. Al menos dos niños murieron.
No estaba claro cómo encajaba el ataque en las advertencias realizadas por líderes israelíes en las últimas semanas sobre que podrían lanzar una gran operación militar contra Hezbollah, la fuerza armada más fuerte de Líbano. El gobierno israelí lo ha descrito como una guerra dirigida a poner fin al fuego transfronterizo del grupo con respaldo iraní, para que decenas de miles de israelíes desplazados regresen a sus hogares cerca de la frontera.
En declaraciones a tropas israelíes el miércoles, el ministro israelí de Defensa, Yoav Gallant, dijo que “estamos al inicio de una nueva fase en la guerra. Requiere coraje, determinación y perseverancia”. No mencionó los dispositivos explosivos, pero elogió la labor del ejército y las agencias de seguridad israelíes, indicando que “los resultados son muy impresionantes”.
Gallant dijo que tras meses de combates con Hamás en Gaza, “el centro de gravedad está virando al norte, derivando recursos y fuerzas”.
La ronda de proyectiles lanzados contra Israel era un mensaje de Hezbollah sobre que continuaría su fuego diario, que es una muestra de apoyo a Hamás ante la campaña militar israelí iniciada hace 11 meses en Gaza en represalia por el ataque del 7 de octubre liderado por los milicianos palestinos contra Israel.
Israel ha respondido al fuego de Hezbollah con ataques en el sur de Líbano y alcanzado a líderes del grupo en la capital, Beirut. La violencia ha dejado cientos de muertos en Líbano, decenas en Israel y desplazado a decenas de miles de residentes a ambos lados de la frontera.
Israel y Hezbollah han retrocedido varias veces del borde de una guerra abierta ante una intensa presión de Estados Unidos, Francia y otros países.
Pero en sus últimas advertencias, los líderes israelíes dijeron que estaban decididos a cambiar de forma drástica el status quo.
Israel comenzó a llevar más tropas a su frontera con Líbano el miércoles como medida de precaución, según funcionarios israelíes. El jefe del ejército, el teniente general Herzi Halevi, dijo que se habían trazado planes para actuar contra Hezbollah, aunque según medios el gobierno aún no ha decidido si emprende una gran ofensiva en Líbano.
Mientras tanto, Líbano aún seguía conmocionada por las explosiones sin precedentes del martes y el miércoles.
Las explosiones han inquietado a libaneses ya angustiados por el temor a una guerra abierta. El Ejército libanés dijo que estaba localizando y detonando bípers y dispositivos de comunicación sospechosos, mientras que las autoridades libanesas de aviación civil prohibieron los bípers y walkie-talkies en todos los aviones que salieran del aeropuerto internacional de Beirut hasta nueva orden.
Era probable que el ataque afectara gravemente a las comunicaciones internas de Hezbollah, que trata de dar con formas seguras de que sus miembros hablen entre ellos. La milicia anunció la muerte de cinco combatientes el jueves, sin especificar si habían muerto en el frente o en las explosiones.
Las explosiones ocurrieron cuando los portadores de bípers o walkie-talkies estaban diferentes partes de Beirut y del este y el sur de Líbano, en viviendas y autos, tiendas de comida y cafeterías o en la calle, e incluso en el funeral de algunos de los muertos en las primeras explosiones, a menudo cerca de familiares y otras personas.
Muchos tenían graves heridas en piernas, abdomen o rostro, o sufrieron mutilaciones en la mano. Las explosiones de bípers del martes mataron a 12 personas, incluidos dos niños, e hirieron a unas 2.800 personas. Las explosiones del día siguiente mataron a 20 e hirieron a más de 450.
El ministro de Salud, Firas Abiad, elogió a los hospitales libaneses y dijo que habían podido lidiar con el aluvión de heridos en cuestión de horas. “Fue un ataque indiscriminado. Fue un crimen de guerra”, afirmó.
Mary Ellen O’Connell, profesora de derecho y estudios internacionales en la Universidad de Notre Dame, en Indiana, dijo que las bombas trampa están prohibidas por el derecho internacional. “Convertir en arma un objeto utilizado por civiles está estrictamente prohibido”, señaló.
Noticia al Día/AP