Los cuatro drones y dos misiles pintados de blanco en el blindaje son el orgullo de la tripulación ucraniana de un Gepard: simbolizan los objetivos rusos derribados por los formidables cañones de este vehículo antiaéreo alemán.
"Tenemos seis objetivos aéreos en nuestro mostrador, incluidos cuatro (drones explosivos) Shahed y dos misiles de crucero" Kalibr, detalla el jefe de equipo, Roman, de 27 años, con músculos prominentes bajo una camiseta caqui ajustada.
"Todos los objetivos fueron derribados durante la noche, excepto un misil", dijo.
El Gepard, con sus dos largas ametralladoras, está apostado en una pequeña colina boscosa en la región de Kiev. Por razones de seguridad, los militares piden que no se revele la ubicación exacta.
Berlín entregó a Kiev 40 de estos vehículos blindados, desarrollados en la década de 1970 y retirados del Ejército alemán desde hace diez años. A estos les seguirán pronto doce más, así como 300 mil municiones.
Junto a otros sistemas, a menudo mucho más modernos y suministrados por occidentales, los Gepard son uno de los componentes del escudo aéreo erigido por la defensa ucraniana para contrarrestar la campaña de bombardeos rusa, iniciada en el otoño de 2022, en sitios energéticos y luego en grandes ciudades, como la capital de Kiev o recientemente Odesa (sur).
"Entrenamos juntos en Alemania durante un mes y medio, hace casi un año", continúa Roman, el comandante del tanque.
El Gepard tiene dos cañones de 35 milímetros montados en paralelo a cada lado de una torreta, con una velocidad de disparo de alrededor de 500 tiros por minuto. Está equipada con un radar de vigilancia y otro de dirección de fuego.
"Cuando la computadora da la autorización para disparar, informo al comandante, para que abra fuego sobre el objetivo", explica Oleksii, de 31 años, otro de los tripulantes.
Para Román, "el sistema informático permite eliminar el factor humano en cuanto a errores y agilizar el trabajo, preparar y derribar los blancos más rápidamente".
"Vidas salvadas"
Con el rostro oculto bajo una bufanda, Oleksii recuerda el primer objetivo que derribaron.
"Fue un sentimiento de alegría, de emoción, gritamos, estábamos felices de haber derribado el misil, porque volaba a 600 o 700 kilómetros por hora", exulta.
Antes "le prendía fuego a los cócteles, ahora tiro a misiles rusos”, bromea este excantinero.
También evoca el sentimiento del deber cumplido, con "vidas humanas e infraestructuras salvadas".
"Cada objetivo aéreo enemigo derribado es una pequeña victoria para nosotros (…), que nos acerca a la gran" victoria, añade Roman.
"No hay nada complicado" en conducir un Gepard, asegura Oleksandre, de 29 años, el conductor.
"Es como conducir un automóvil con volante y transmisión automática. Eso sí es mucho más grande", dijo.
Seis vehículos abatieron en casi un año de presencia en el sector, pero "los días pasan rápido", asegura Oleksandre: "Ni nos damos cuenta de la hora. Nos despertamos, ya es de noche y tenemos que volvernos a acostar".
Estos hombres fueron movilizados unos meses después de la invasión rusa de febrero de 2022 y han tenido sólo 12 días libres desde entonces.
"¡Los extraño, por supuesto! Es duro estar lejos de tu familia", dijo el conductor, casado y padre de una niña de cuatro años y un niño de seis.
Oleksii, el excantinero, "sueña" con abrir su propio café "después de la guerra, por supuesto, después de la victoria".
Por ahora, "lo principal en nuestro trabajo es ganar (…). Derribamos objetivos, drones, misiles. Vidas salvadas. Ahora todos nuestros pensamientos son solo sobre el servicio, eso es todo", asegura.
AFP