El expresidente Jair Bolsonaro salió de Brasil repentinamente y abandonó su cargo antes de la juramentación de Lula
Según periodistas locales, estaba todo arreglado ya entre el entrante presidente Lula da Silva y el juez de la Corte Suprema, Alexandre de Moraes, para que este mismo 2 de enero miembros del oficialismo pidieran prisión preventiva contra Bolsonaro y se llevara a cabo su arresto.
Y exactamente así ocurrió: Diputados del PSOL, partido socialista miembro de la coalición de gobierno de Lula, pidieron oficialmente el arresto de Bolsonaro frente a la Corte Suprema. En la petición, los socialistas solicitan también la incautación de sus bienes, además de la ruptura del secreto telefónico, telemático y bancario.
El hecho de que Bolsonaro esté en Estados Unidos no quita que pueda ser apresado si así lo decide la justicia brasileña, pero será mucho más difícil pedir su detención en el extranjero que si se quedaba en Brasil. De hecho, todo indica que mientras no pise territorio nacional, estará a salvo.
Así lo dictan las reglas de la política, y parecería que lo que Lula quiere es evitar que Bolsonaro regrese a Brasil para liderar la oposición contra su gobierno, y no quiere arriesgarse a martirizarlo (como hicieron con él) mientras no presente una amenaza directa contra él.
El PSOL argumenta que Bolsonaro alentó actos violentos tras las elecciones, como el bloqueo de carreteras y las protestas frente a los cuarteles militares. Hay extensa evidencia de que esto no es cierto, y de hecho, en las únicas dos transmisiones que hizo tras perder las elecciones le pidió a sus simpatizantes que no cortaran las rutas ni hicieran actos antidemocráticos.
Otros cargos
Bolsonaro actualmente está imputado por varias causas, todas lideradas por el juez Moraes. Entre ellas está la causa Fake News, donde se lo acusa a Bolsonaro de liderar una organización ilícita para divulgar noticias falsas contra Lula y la Corte Suprema.
Por esta causa, digna de Corea del Norte, o Irán donde se intenta penalizar la libertad de expresión y de prensa, múltiples empresarios, periodistas y hasta políticos ya han ido presos en los últimos años, mientras que Bolsonaro se había salvado por tener fueros.
Pero ahora que perdió la prerrogativa de función pública por no ser más presidente, está expuesto a ir preso por cualquiera de estas causas inventadas, como ha ocurrido en los últimos años en Venezuela, Nicaragua, Perú y, más recientemente, Bolivia.
Podría alojarse en Mar-A-Lago
Bolsonaro se fue de Brasil el pasado 30 de diciembre, y abandonó la presidencia un día antes de la asunción de Lula. Se fue con toda su familia y su círculo íntimo a Florida, más particularmente a Miami, donde tiene planeado residir por los próximos dos o tres meses.
Entre otras ubicaciones, residirá un tiempo en Mar-A-Lago, la propiedad de Donald Trump en Palm Beach, quien se ha convertido en un bastión de la derecha internacional albergando a varios líderes del movimiento en los últimos años.
Su salida intempestiva generó fuertes críticas en Brasil, ya que no participaría del cambio de mando, y en ningún momento concedió la derrota antes de abandonar el cargo. Sin embargo, su salida tiene una explicación que lamentablemente se ha convertido en la realidad de toda Latinoamérica.
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Noticia al Día / Con información de La Derecha Diario