Importantes edificaciones de la ciudad de Maracaibo se levantaron gracias al ingenio y la mirada experta de León Aquiles Jerome Hoet, un constructor belga que echó raíces en nuestra ciudad. A él le debemos el imponente Teatro Baralt de 1932, que sustituyó al que fue inaugurado en 1883.
Nació el 10 de septiembre de 1891 en Lichtervelde, provincia de Flandes. Su primera profesión fue la de agrimensor, título que obtuvo en su país natal, en la Escuela de Puentes y Carreteras del Estado, a los 16 años.
Salió de Bélgica antes de que terminara la Primera Guerra Mundial; emigró a los Estados Unidos, donde se diplomó en ingeniería civil y cursó estudios de arquitectura.
Un europeo sembrado en el Zulia
Venezuela sería su siguiente destino y el lugar que le acogería para siempre. Llegó a Mene Grande y, posteriormente, a Maracaibo, como parte de las filas de la Caribbean Petroleum Corporation, como ingeniero constructor.
La trujillana María Eudocia Linares Guerra cautivó su corazón y de la unión nacieron cuatro hijos: Edmé Therese, Lennie Emperatriz, Eduardo León y Franklin Teodoro.
Entre los años 1926 y 1944, además del Teatro Baralt, participó en el montaje de la estructura del viejo Mercado Principal, hoy Centro de Arte Lía Bermúdez (CAMLB), en la remodelación de la Basílica de la Chiquinquirá, del Museo Urdaneta, el diseño y construcción del edificio del Instituto Proinfancia y de la capilla de Santa Teresita, la Plaza del Buen Maestro y el Pasaje Colón, entre otras tantas obras.
“Höet contribuyó a definir el estilo de las edificaciones públicas de las primeras décadas del siglo XX en Maracaibo”, indica en su página web IAM Venezuela.
Algunas fuentes le atribuyen la construcción del Hotel Granada, sin embargo, no hay registros oficiales que lo confirmen.
Grandes obras
El 21 de julio de 1927 un incendio destruyó el antiguo Mercado Principal de Maracaibo y el gobierno regional decidió encargar una estructura de hierro prefabricada a empresas europeas.
El trabajo de ensamblaje de la estructura fue dirigido por Hoet, junto a otros ingenieros alemanes que fungieron como supervisores de montaje. La obra se construyó entre julio de 1928 y finales de 1930.
Con respecto al Teatro Baralt, en 1928 el gobierno regional decide demoler el que fue construido en 1883, y solicita al ingeniero de origen alemán Heinrich Eichner el diseño de un proyecto monumental para la nueva edificación.
Art Nouveau y Art Deco en el centro de Maracaibo
Sin embargo, el proyecto no es aprobado por el Ejecutivo nacional. La nueva propuesta es diseñada y ejecutada por Hoet, la cual resulta en una combinación sui generis de elementos del Art Nouveau y del repertorio clásico.
La decoración interna, inspirada en elementos de Art Deco, quedó a cargo del pintor maracaibero Antonio Angulo. El edificio fue inaugurado en 1932.
En ocasión de conmemorar el Centenario de la Muerte del Libertador, el Gobierno regional emite un decreto para establecer el Instituto Pro-Infancia para agrupar a varios entes benéficos de la ciudad.
El diseño queda a cargo de Hoet, y su construcción es dirigida por él (1930) y por el ingeniero José Gilberto Belloso (1931). La obra fue inaugurada en 1932, pero no fue culminada hasta 1938.
Jesús Lombardi sobre la obra de Hoet: elegancia, esbeltez y monumentalidad
El arquitecto Jesús Lombardi es el actual director del Teatro Baralt y nos ofreció sus apreciaciones sobre la obra de León Hoet en Maracaibo.
“Lo primero que llama la atención en su arquitectura es la monumentalidad que, a mi forma de ver, él introdujo a Maracaibo, una ciudad que comenzaba a ser pujante gracias a la explotación petrolera”, señala.
En opinión de Lombardi, Hoet era consciente de la importancia geográfica y de la actividad económica que se vivía en Maracaibo, por lo cual quiso “hacer una arquitectura que fuese digna de una ciudad próspera”.
Al apreciar el Teatro Baralt, destacan los elementos arquitectónicos como los altos y bajos relieves, con un arco. En el centro, los vacíos vienen dados por los arcos de los grandes ventanales, asemejando a la arquitectura de la Estación Central de Amberes.
Otros rasgos de la obra de Hoet
“Otra característica son los elementos neoclásicos que introdujo y el Art Déco ecléctico, realzando la arquitectura, donde la forma geométrica le hacía muy definitorio”, acota el arquitecto Lombardi.
El uso de estructuras metálicas, que ayudaban a consolidar grandes espacios, son otro rasgo distintivo en la obra de León Hoet.
Así mismo, está la presencia de romanillas verticales y horizontales, que permitían una ventilación cruzada, muy propicia ante un clima como el marabino, y que es complementada con el innovador uso de ventiladores para reforzar las corrientes de aire natural.
“La ingeniería constructiva que desarrolló Hoet en todas sus edificaciones tuvo mucho que ver con una formación académica donde el cálculo de los materiales, el conocimiento de estos, tenía mucha relevancia”.
“Su participación en el Viejo Mercado, dirigiendo el armado de una estructura metálica muy compleja, que ameritó adecuaciones para adaptarla al terreno, demuestra que el arquitecto tenía conocimientos sobre el hierro, los apernados, los remaches, las dimensiones y proporciones”, precisa.
León Hoet y Antonio Angulo, una propuesta innovadora
Lombardi hace un punto y aparte para referirse a los elementos pictóricos, propios de la arquitectura europea, que se aprecian en las edificaciones de Hoet, especialmente en el Teatro Baralt.
El director del Teatro Baralt considera que, de forma magistral, Hoet solicitó al maestro Angulo que concibiera algo original, que rompiera con lo tradicional.
Antonio Angulo, fue formado en la escuela clásica del Zulia por Puchi Fonseca y Julio Árraga; sin embargo, en los 540 metros cuadrados plafond del Teatro Baralt, se encuentra una expresión del arte constructivista.
“No hay testimonios de eso, pero creo que en el trabajo plástico que hizo Angulo tiene mucho que ver el mandato que, como arquitecto, debió hacer Hoet”, comenta Lombardi.
Otras obras emblemáticas de Hoet, como el Instituto Proinfancia, tienen características similares al Teatro Baralt, en cuanto al uso de romanillas, líneas verticales y horizontales que marcan la fachada y “que dan esa imponencia, elegancia, de no dejar los muros planos, libres, es muy de Hoet”.
Las bellezas escénicas del Zulia bajo la mirada de Hoet
Jesús Lombardi revela su admiración por la plaza del Buen Maestro, otra de las huellas de León Hoet en Maracaibo.
"Es una obra bellísima, pequeña, pero con una elegancia que se adapta al terreno, al lago, al momento, al uso. El área para comer, el mirador, con una escala muy elegante, para una Maracaibo que estaba en pleno auge”.
Digno de destacar es que el tiempo no ha podido borrar la impronta de aquel constructor belga.
“Esas obras se encuentran en buen estado, lo que demuestra que utilizó materiales duraderos y que siempre pensó que una buena arquitectura, un buen diseño, dura por generaciones. No es una arquitectura de moda, a pesar de lo vanguardista. Trasciende mucho más allá, porque posee elementos clásicos, lo que la hace muy digna, muy elegante”.
Las edificaciones levantadas por Hoet en las cercanías del Lago de Maracaibo fueron resguardadas de la humedad subterránea. "Otra prueba de su genialidad como arquitecto ingeniero".
“Para el control del nivel freático, mezcló piezas cerámicas en la compactación del suelo. Al tener mucha densidad de estas, el agua era absorbida. Eso controlaba la humedad ascendente que sucede en terrenos cercanos a la costa, como es el caso del Teatro Baralt y el Mercado Principal, hoy Centro de Arte de Maracaibo Lía Bermúdez”.
La huella de un creador
En el quehacer de Hoet también hubo espacio para la ejecución de obras de arquitectura e ingeniería por iniciativa del sector privado, como el Pasaje Colón y la construcción de viviendas a particulares.
Bajo su firma se encuentra también el diseño e inspección de otras obras, consideradas de menor envergadura, pero igualmente relevantes para la ciudad: el puente sobre la Cañada Morillo, el Colegio Idelfonso Vásquez y la Plaza del Buen Maestro.
Para aquellos años, la modernización de la ciudad era palpable y tanto el gobierno como la sociedad civil coincidían en hacerla posible.
“Las obras llevadas a cabo por el Gobierno regional eran además impulsadas por la participación activa de un grupo de profesionales, comerciantes, entre otros, los cuales formaban parte de la Junta de Progreso”, explica la arquitecta Laura Rodríguez, en su tesis doctoral.
Plaza del Buen Maestro
Se inauguró el 19 de diciembre de 1929 y constaba de un kiosko de dos pisos para ser arrendado y en el cual se venderían la venta de refrescos y golosinas. Las ganancias anuales del local se destinarían al pago de un incentivo a dos maestros que se distinguieran por alfabetizar a mayor cantidad de niños.
Los terrenos donde fue levantada la plaza del Buen Maestro eran propiedad de Joshua Da Costa Gómez. Su ubicación permitió aprovechar la belleza escénica del Lago de Maracaibo.
Pasaje Colón
Los pasajes representaron el concepto de edificación comercial en las primeras décadas del siglo XX. Hoet tuvo a su cargo el diseño y construcción de los Pasajes Colón y del Lago. De este último solo se sabe que fue demolido, sin dejar vestigios.
El pasaje Colón, hoy cerrado y en franco deterioro, fue construido entre 1928 y 1930, a un costo superior a los 800 mil bolívares. Consta de dos entradas, una hacia la calle Comercio y otra hacia la actual avenida Libertador, en las adyacencias del Centro de Arte de Maracaibo, Lía Bermúdez.
Teatro Baralt
En 1928, el general Pérez Soto, consideró necesario demoler el Teatro Baralt, diseñado por el ingeniero cubano Manuel de Obando e inaugurado en 1883.
Eligió para su diseño primero al alemán Heinrich Eichner y luego León Höet, cuyo proyecto se materializó.
El 19 de diciembre de 1932 fue inaugurado el nuevo Teatro Baralt, de estilo neoclásico. En su sala principal destaca un colorido cielo raso o plafond Art Déco, en un área de 540 metros cuadrados, obra del pintor Antonio Angulo.
En noviembre de 1986 se realizó un proceso restauración del Teatro Baralt a cargo del arquitecto Paolo D’Onghia, durante el cual se encontraron las bases del teatro de 1883, las cuales se integraron a la estructura reciente y que hoy es posible apreciarlas en la Sala Baja Sergio Antillano, la cual exhibe un piso creado por el artista plástico Francisco Hung.
El antiguo Mercado Principal, hoy CAM – LB
El edificio del actual Centro de Arte de Maracaibo Lía Bermúdez lo conforma una estructura de hierro traída desde Londres en 1928 y ensamblada por el ingeniero León Höet, para que funcionara el Mercado Principal de Maracaibo.
"El inmueble es expresión del Art Nouveau, que para entonces estaba en boga en Europa”, detalla IAM Venezuela.
Se intervino en 1972 para dar cabida al Centro de Cultura Popular y, nuevamente, en la década de los 80, bajo el proyecto del arquitecto José Espósito, se le hicieron las adecuaciones para el uso que tiene actualmente.
Instituto de Protección a la Infancia
Con motivo de la celebración del vigésimo cuarto aniversario de la Rehabilitación Nacional, fue inaugurado en 1932.
En un solo complejo, coexistían una Casa Cuna, la Gota de Leche, Hospital y Clínica de Niños Pobres, Orfanato, Sala de Puericultura y la capilla de Santa Teresita de Jesús. Una obra social de amplio impacto y que se enmarcaba dentro de la conmemoración del centenario de la muerte del Libertador, Simón Bolívar.
En la actualidad, la capilla dedicada a Santa Teresita sobrevive al paso de los años. Consta de tres naves separadas por cuatro columnas de base cuadrada. En su fachada, en la parte más alta, destaca un Cristo, con campanarios a cada lado.
Las últimas obras en las que participó Hoet
La brillante carrera como proyectista e ingeniero de León Hoet culminó con importantes obras como el aeropuerto de Grano de Oro, obra dirigida por Luis Eduardo Chataing. Allí tuvo la responsabilidad de supervisar la construcción de los hangares, la primera estación de pasajeros y la pista de aterrizaje.
También es importante mencionar el Museo Urdaneta y el Orfelinato de Sabaneta.
Según algunas versiones, el clima y las extenuantes jornadas pasaron factura en su humanidad. Hoet murió el 18 de enero de 1944, a los 52 años, dejando una profunda huella en la ciudad puerto, la cual hoy podemos apreciar en varias de sus obras emblemáticas.
El constructor de la modernidad
“Una década bastó para que Höet provocara una nueva forma de ver la fachada arquitectónica de una Maracaibo que, comenzaba a dejar su pasado, para ir al encuentro definitivo con el modernismo y su eterno rostro de nacimiento para las generaciones futuras”, afirma Douglas Zabala, en su texto El León Belga.
Sobre la obra de Hoet, el arquitecto Leszek Zawisza señaló en su libro Un ingeniero de la vieja Maracaibo, que “toda ella se integra con el ambiente urbano de Maracaibo, hasta el punto de definirlo, de conformar la memoria de la ciudad, de convertirse en su historia”.
“Así, este hombre arrojado a las costas del gran lago, donde dejaron sus huellas las poblaciones indígenas, los castellanos y los criollos, los alemanes y holandeses, dejó también la impronta de la cultura flamenca que, bajo el brillante sol del trópico, se ha vuelto substancia misma de la vieja y nueva Maracaibo”.
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F Reyes
Fotos: Gustavo Baüer
Noticia al Día