Corría el mes de agosto del año 1499 cuando los navegantes y exploradores Alonso de Ojeda, Américo Vespucio y Juan de la Cosa se encontraron con la presencia extraordinaria y cautivante del Lago de Maracaibo. Un corazón que late en el pecho del Zulia, a pesar de estar, hoy día, manchado de petróleo y verdín.
Hace 524 años, ese portento natural iluminado cada noche por el Relámpago del Catatumbo, reveló ante el viejo mundo sus 13 mil 280 kilómetros cuadrados que lo convierten en el más grande de Suramérica y el décimo noveno entre los grandes lagos del planeta.
El hallazgo del petróleo en las entrañas del Lago de Maracaibo trajo riquezas a la nación, pero también ha significado el sacrificio de este cuerpo de agua, que hoy día se muestra contaminado, envejecido, con sus orillas y sus especies cubiertas por el llamado oro negro.
Lago, petróleo y verdín
Los ineficaces planes de contingencia ante los derrames petroleros han dejado un saldo lamentable dentro de las aguas del estuario y en sus orillas. A ello se suma la contaminación por plástico y la descarga de aguas servidas en el que en otro tiempo fue descrito como un “lago de cristal”. Hoy, el verdín lo recubre.
El Lago de Maracaibo, ícono de la región y escenario de la Batalla Naval del Lago, libra su propia gesta, en franca resistencia. Los zulianos estamos llamados a ser su voz y a crear conciencia para su rescate.
En días recientes se han visto acciones de saneamiento desde la sociedad civil y de entes gubernamentales. Limpiar las orillas del Lago es un deber de todos los días, como lo es también no lanzar desperdicios a las cañadas que desembocan en el Coquivacoa.
El Zulia espera ver materializado el anuncio oficial de la reactivación de 27 plantas de tratamiento, en el corto plazo, para que el Lago de Maracaibo deje de ser el destino de millones y millones de litros de aguas residuales.
En sus 524 años, estamos en deuda con el Lago. El mejor regalo que podemos darle es unir voluntades y recursos para descontaminarlo sin demora; lo cual también sería un presente para todos los que habitamos en torno de él.
Verlo hermosear, que su flora y fauna sea recuperada y que podamos volver a admirar sus aguas serenas y limpias, con la satisfacción del deber cumplido, debe ser la misión de todos. Salvar al Lago del petróleo derramado, la inmundicia y el verdín, nos redimirá.
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Fanny Reyes
Fotos: archivo Noticia al Día
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