Desde aquel viernes 17 de junio de 1994 cuando localizaron el cadáver de Marisol Janet Ocando de González, en Sabana Perdida, Hato El Cruce de La Cañada de Urdaneta, las sospechas recayeron en su esposo, Israel Segundo González Ferrer, economista y locutor desempleado.
Oswaldo Cárdenas, jefe de la Delegación de la Policía Técnica Judicial (PTJ), hoy CICPC, fue muy claro y contundente al dar la orden:
-Me siguen a ese tipito hasta cuando duerma.
-¡Entendido!, comisario
Los homicidios se trabajan en parejas. Había una rutina:
1-. Levantamiento del cuerpo
2-. Colección de evidencias
3-. Autopsia
4-. Interrogatorios al círculo de amigos y familiares
5-. Atender con especial cuidado lo manejado por los periodistas donde, casi siempre, llegaba información determinante a manera de brollo.
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¿Quién era Marisol?
Tenía 24 años. Era una mujer hermosa. Estudiaba en el Centro de Entrenamiento y Desarrollo Integral en Computación (CEDIC), edificio Matema, contiguo a Tostadas El 25 en Delicias.
Madre de tres niños: dos hembras y un varón de 5, 4 y un año, para el momento de su muerte.
Vivían en la playa privada Santa Ana de San José de Potreritos.
El asesinato
-¿Qué me tienen de la muchacha asesinada?, preguntó Cárdenas muy temprano.
-Causa de la muerte: disparo en la cabeza, tal vez el lugar donde la encontraron es un sitio de liberación, allí la llevaron y le prendieron fuego.
-¿Data?
-Desapareció el 11 de junio, ese mismo día o el 12 la mataron.
-¿Encontraron el proyectil?
-Una 38, señor.
-¿Qué huelen?
-Usted sabe que, en estos casos, el 90 por ciento de sospechas recaen en el marido, comisario. Estamos descartando, conversamos mucho con él pendientes de que “se caiga”, se enrede, se contradiga…(Continuará)
Josué Carrillo
Agradecimientos: A los amigos de la Hemeroteca Eduardo López Rivas de la Biblioteca del Estado María Calcaño por su apoyo en la consulta del diario Panorama.