Una removida dentro de la institución policial colombiana comenzó a efectuarse desde hace semanas, cuando descubrieron que varios efectivos de la Policía Metropolitana de Bogotá tenían vínculos con la banda criminal Tren de Aragua.
En las última semanas tres patrulleros y un intendente fueron capturados y señalados de articular la venta de estupefacientes en el barrio María Paz de la localidad de Kennedy, así como de extorsionar a comerciantes e incluso a los mismos miembros de la estructura criminal Tren de Aragua.
Los uniformados adscritos al comando de Caldas, ubicado en el suroccidente de Bogotá, presuntamente permitían la venta de drogas en bares, discotecas y prostíbulos del sector, a cambio de recibir sumas de dinero que eran entregadas por peligrosos delincuentes de diferentes bandas criminales que operan en el corredor de la puerta seis y siete de la central de abastos.
Más de ocho meses de labores de contrainteligencia e interceptaciones telefónicas permitieron conocer que el intendente Óscar Javier Vanegas y los patrulleros Walder Antonio Orjuela Morales, Jairo Alexánder Pineda López y Cristhian Fernando Molina Salas, recibieron sumas de dinero que superaban los cien mil pesos semanales por una vacuna que cobraban en al menos 20 establecimientos comerciales.
Operación Sombra
Uno de los investigadores de la operación Sombra, como se denominó, contó que los uniformados no solo extorsionaban a los comerciantes, sino que realizaban redadas para atrapar a importantes criminales del Tren de Aragua y luego les pedía dinero para dejarlos en libertad.
Un hecho clave que descubrió la Policía fue que este grupo de patrulleros había capturado el 11 de junio de 2022 al peligroso sicario del Tren de Aragua alias Care Niña, uno de los más buscados en Bogotá por estar relacionado con los hechos de homicidio y tortura en Patio Bonito.
En ese entonces, el sicario fue dejado en libertad por dos millones de pesos, pero cayó en otro operativo en octubre del mismo año.
La logística delictiva creada por los uniformados también incluía presionar a los comerciantes para privilegiar la venta de la droga y el licor adulterado que era puesto en el mercado por el Tren de Aragua.
Los comerciantes contaron que les pedían dinero para dejarlos vender droga y licor, pero que estaban siendo extorsionados por partida doble, puesto que por un lado el Tren de Aragua los amenazaba de muerte si no se distribuían sus productos y, por otro, los policías pedían vacunas por dejarlos vender esos licores y estupefacientes.
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