Viernes 29 de noviembre de 2024
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Corotos y Coroticos: Una casa-museo en Maracaibo, donde reposa la figura de un Buda de 140 años y objetos de la II Guerra Mundial

Al pasar el umbral de entrada, todo parece un museo con objetos antiguos. Uno mira hacia arriba, hacia abajo, a…

Corotos y Coroticos: Una casa-museo en Maracaibo, donde reposa la figura de un Buda de 140 años y objetos de la II Guerra Mundial
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Al pasar el umbral de entrada, todo parece un museo con objetos antiguos. Uno mira hacia arriba, hacia abajo, a los lados, algo boquiabierto, señalando al acompañante en distintas direcciones, llenos de pasmo, observando con detalle los abarrotados estantes del lugar. Hay desde cualquier cosa, hasta cualquier cosa, como suelen decir los maracuchos.

Alexánder Herrera contó a Javier Sánchez cómo se dedicó a mantenerse en esta actividad. (Foto: Haroldo Manzanilla)

Las paredes y techo del local están llenos de corotos. O mejor dicho, llenos de historias contadas por cada una de las piezas. La colección de antigüedades obliga a permanecer un buen tiempo en el lugar y ese tiempo se pasa rápido.

Imagen de un Buda de 140 años, está en este museo popular. (Foto: Haroldo Manzanilla)

-Mira esas espadas antiguas, y aquel reloj, y esas máscaras y aquella tetera, la cafetera y la vajilla, candelabros de la época y artículos de la II Guerra Mundial -dice uno.

-¿Y así eran las calculadoras antes? Y los teléfonos. En mi casa había una de esas -dice una clienta y señala las mesas venecianas.

-Y el piano antiguo todavía suena -comenta mi compañero, quien no dejaba de fotografiar las piezas con detalles desde que llegamos a aquellas casas convertidas en viejo museo de Maracaibo.

Pianos de la época bien conservados. (Foto: Haroldo Manzanilla)

Las curiosidades son el principal atractivo del lugar, pero no se puede descartar la opción de dar en el clavo con una compra muy específica que resuelva necesidades particulares. Alexánder Herrera lo supo y cambió hace diez años su vivienda y pizzería por un improvisado sitio de venta de artículos usados, que no puedan adquirirse ni siquiera nuevos, por su rareza o por su antigüedad.

Maquinas de coser de las más antiguas. (Foto: Haroldo Manzanilla)


Ahí, en una de las zonas más atractivas de la ciudad, en en el sector Paraíso, calle 76 con avenida esquina 19, detrás del C.C. Acedo Plaza, está Corotos y Coroticos, donde Alexánder resguarda como un tesoro las piezas más antiguas que muchos ciudadanos le han depositado para la venta a consignación. y otros que se han ido del país y no regresaron más, y los que fallecieron y dejaron sus modelos de arte, libros, ropa, adornos, muebles que nunca reclamaron y echaron al olvido.

Máscaras venecianas, piezas bien antiguas de gran valor. (Foto: Haroldo Manzanilla)


Muchas de las residencias abandonadas por sus dueños desde hace 15 ó 20 años, de la conocida avenida Baralt, cerca del sector donde se encuentra el negocio de Herrera, alguna vez lucieron cuadros de reconocidos autores, pianos antiguos, muebles, vitrinas de madera de la época, y piezas decorativas antiguas, teteras rusas, máscaras venecianas, mesas y sillas estilo toscano, calendarios mayas, estatuas de resina, vitrinas clásicas, espadas españolas y hasta la figura de un Buda de 140 años que fueron a parar a este “mercado”.

Equipos antiguos para la música .(Foto: Haroldo Manzanilla)

Migración, abandono, pandemia


Son varios los factores que influyeron para que Alexánder se dedicara a vender “cosas viejas”, como dicen muchos, pero que tienen muchísimo valor.
Después que cerró su pizzería y puso en venta todo el mobiliario, algunos clientes se le acercaron para ver si les podía vender sus “cosas” porque se iban del país y que de lo vendido la mitad del valor le correspondería.

Hasta obras de arte se venden en Corotos y Corticos. (Joto: Haroldo Manzanilla)


Nos aseguró durante una visita a su “museo” que, cuando llegó la pandemia en el país, el negocio se fue incrementando, y la gente le dejaba cualquier equipo, aparatos electrodomésticos, muebles, etc. Algunas personas regresaban para cobrarle lo acordado, pero otras no volvieron jamás. Nació entonces este lugar que mis hijos bautizaron Corotos y Coroticos, nos comentó.

La fiebre de vender las cosas

Cuando llegó el momento en que se comenzaban a agotar los ingresos por concepto del petróleo, los precios y el control de las divisas impulsaron el acaparamiento y la inflación y que el Fondo Monetario Internacional pronostica que llegue a 500 por ciento, es lo que ha permitido que muchos venezolanos se hayan visto obligados a colocar, de lunes a viernes, los toldos frente a su modesta vivienda para vender ropa y zapatos usados, objetos viejos, maquillaje, muebles, aparatos electrónicos, joyas y todas las antigüedades de sus ancestros. Todo tiene su valor-dice Alexánder- y lo más antiguo más valor aún, nos reiteró.

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