Catalogado como uno de los filmes “más escalofriantes, espeluznantes y estremecedores que ha dado el cine americano en las últimas décadas”, Robocop parece salir del celuloide, rompiendo cinematógrafos para instalarse no en las calles de Detroit, sino en San Francisco, California.
Ya es un hecho. La junta de concejales de la ciudad de la Bahía, allá, en la costa oeste de los EEUU, votó en favor de otorgar a los policías de la ciudad californiana, la capacidad de usar robots remotamente controlados en situaciones de emergencia, informó este martes la cadena de televisión CBS, según cuentan los sinuosos caminos de webside.
Las alarmas estallaron entre lo numerosos grupos de derechos civiles que conviven en la cosmopolita urbe, temerosos de que esta autorización se traduzca en una escalada de violencia por parte de los uniformados. Es decir, el problema no es el robot; es quien lo maneja a control remoto.
Dice la señal de RT: “Allison Maxie, portavoz del departamento de Policía, explica que los robots únicamente podrán ser utilizados en casos de peligro real para vidas humanas. La Policía tiene ahora derecho a emplear robots equipados con cargas explosivas para contactar, incapacitar o desorientar a sospechosos violentos, armados o peligrosos".
Paul Verhoeven, director de la película en 1987, emigró de Europa huyendo del nazismo y se dice que veía a la ciencia ficción como una mirada aburrida de un supuesto futuro. Se quedó corto.
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Juan Carlos Guillén