El 3 de abril de 1744, durante el servicio de Semana Santa, el cáliz escapó de las manos del canónigo Vicente Frígola y Brizuela y cayó, partiéndose en dos. El maestro platero Luis Vicent efectuó una reparación aquella misma tarde, en presencia del notario Juan Claver, quien inscribió el acto, y la fractura no se observa ya, excepto dos pequeñas grietas. La impresión del accidente fue tal que el canónigo Frígola enfermó y murió días después.
Desde entonces ha permanecido en la catedral de Santa María de Valencia hasta la actualidad, con excepción de algunos periodos durante las guerras napoleónicas y la Guerra Civil Española (durante este último período estuvo escondido en Carlet), así como durante dos visitas de regreso al monasterio de San Juan de la Peña en los años 1959 y 1994.
En 2008 se celebró un congreso sobre el cáliz y en 2020 continúan los hallazgos sobre la pieza.
El Santo Cáliz de la Catedral de Valencia, custodiado en la capilla de su nombre en la Catedral de Santa María de Valencia (España), es el vaso que las tradiciones aragonesa y valenciana identifican con el Grial, y que consta de dos piezas:
Una copa tallada a partir de una piedra de calcedonia, de 7 cm de altura y 9,5 cm de diámetro. En 1960 el arqueólogo Antonio Beltrán ha fechado la talla de la copa superior en torno del siglo 1.
En 2019 la doctora en Historia del Arte Ana Mafé García, aplicando el método científico cataloga la pieza como un kos kidush (copa de bendición hebrea) de época del Segundo Templo, contemporánea de Herodes el Grande.
Un pie con asas se le habría añadido posteriormente, el cual consta de una columna central hexagonal con una tuerca redonda al medio y terminada en dos pequeños platos, uno donde se apoya la copa superior y otro en la parte inferior que sostiene el pie. Las asas tienen forma de serpiente, con sección también hexagonal. La base, de forma elíptica, es de calcedonia y contiene 28 pequeñas perlas, dos rubíes y dos esmeraldas, todo ello guarnecido en oro.
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