Apenas cumplidos los 40 años, Luka Modric volvió a demostrar que su fútbol no conoce de calendarios. Este domingo 14 de septiembre, el astro croata firmó su primer gol con la camiseta del AC Milan, un tanto decisivo en el triunfo 1-0 ante el Bolonia, que significó la primera victoria del conjunto dirigido por Massimiliano Allegri en el campeonato italiano.
Modric fue el eje del equipo en San Siro: organizó, distribuyó, encontró espacios imposibles y, cuando el partido lo exigía, apareció con la clase que lo ha convertido en leyenda. A la hora de juego, definió desde la frontal del área tras una jugada colectiva que la afición milanista intuía como gol desde el primer toque. El estadio estalló en júbilo, celebrando con él como si se tratara de un título.
El gesto del croata fue puro sentimiento. Celebró con la ilusión de un niño, consciente de que ese gol tenía un valor simbólico: devolverle al Milan parte del cariño que ha recibido desde su llegada. Modric, campeón de todo con el Real Madrid y ganador del Balón de Oro, confesó en varias ocasiones que de niño era seguidor del club rossonero, influenciado por su ídolo Zvonimir Boban, también croata y emblema milanista.
Más que un gol, fue una declaración de compromiso. Modric pareció liberarse, como si ese momento confirmara su entrega total al proyecto, con la mirada puesta en devolver al club a la Liga de Campeones y llegar en plenitud al Mundial 2026.
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