Desde el momento del nacimiento hasta que un bebé comienza a caminar, es común que el pie sea de forma plana, debido a la presencia del tejido adiposo, un tipo de tejido que almacena energía en forma de grasa, regula funciones biológicas y se ubica en la planta de los pies, durante los primeros 24 meses de vida. A los dos años, los pies se adaptan de forma progresiva, pero a partir de los tres años es cuando comienza a formarse el arco interno y termina su desarrollo a los ocho años.
Sin embargo, las personas que carecen del arco longitudinal del pie, se le conocen como pie plano, un trastorno bilateral, que afecta a alguno de los dos pies, aunque en casos puntuales pueden afectar a ambos pies, pero es un trastorno común.
Esto puede originarse cuando el arco no se desarrolla en la niñez pero en la edad adulta, puede presentarse por una lesión o por el desgaste de la edad.
Las razones por las que ciertas personas pueden tener pie plano, se debe a las condiciones genéticas y otra de las causas puede ser una mala posición fetal, ya que durante el periodo de gestación, el bebé adopta una posición especifica para adaptarse al útero materno, en donde mantienen las piernas flexionadas. Por ello, durante los primeros meses de vida, el bebé tiene las piernas curvadas y los pies adoptan una posición hacia adentro, lo que provoca que el pequeño pueda sufrir de pie plano.
Aunque los pies planos no generen dolor, esta anomalía puede dar lugar a muchas otras complicaciones, como desgarros, inflamación de los tejidos conectivos que conectan los músculos a los huesos o ligamentos del arco, que sí pueden causar dolor.
No obstante, sí se presenta alguna complicación o se desea una mejora de la anomalía, es importante acudir a un médico podólogo, un profesional de la salud especializado en el tratamiento, diagnostico, prevenciones de enfermedades que afectan los pies y las extremidades inferiores.
Elianny Isabel Touissant/Pasante.
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