El estado Zulia tiene tesoros por descubrir ideales para el turismo como este punto mágico y acogedor que todos los zulianos deberían conocer. La belleza paradisiaca de San Bernardo, es incomparable y solo está a menos de dos horas saliendo desde Maracaibo.
Su comunidad comenzó a formarse hace apenas 35 años y no sobrepasa las 250 personas, pero está en expansión y pertenece a la isla de San Carlos en el municipio Insular Padilla. Es un destino donde los teléfonos celulares pierden la señal, que invita a la reflexión y desconecta con la rutina citadina.

Antes de comenzar a poblarse, San Bernardo era una zona llamada “El Bajo”, apodo que le dieron los habitantes de San Carlos por sus hermosas playas de poca profundidad y suave oleaje, ideales para la pesca artesanal con anzuelo, tarraya y chinchoro.
Sus paisajes hacia el Lago y el Golfo de Venezuela son espectaculares a cualquier hora del día y ofrecen al espectador una vista que nunca olvidará. La brisa que permite dormir en hamaca debajo de palmeras (a excepción de la época de lluvias) nunca cesa.


Los amaneceres y las puestas de sol, van más allá de la imaginación. Dos rompeolas, impiden que la furia del majestuoso golfo arremeta contra sus bahías naturales y propician el ambiente de tranquilidad y lejanía que impera en todos sus espacios.
Desde uno de estos diques, todo visitante puede fácilmente apreciar la maravillosa isla de Zapara y parte de sus alucinantes médanos. Durante el día también se puede ver, con cierta cercanía, cada vez que un barco entra o sale de la región zuliana a través del gran canal de navegación.

Sus niños inmaculados, su gente amable y cordial
Los pobladores de San Bernardo son personas amables y muy atentas. Reciben con mucha cordialidad a quienes visitan sus playas dejando una buena impresión y gozan de un sentido del humor muy parecido al del popular “jovitero” por sus ocurrencias y acento al hablar. Por las tardes, se reúnen en grupos en el frente de las casas para jugar bingo, cartas o simplemente conversar. La vida del isleño es muy tranquila y para muchos, el transcurrir del tiempo no representa ningún estrés.




Todavía en sitios como San Bernardo la infancia no ha perdido su esencia y sus niños, a pesar de no tener casi juguetes ni un parque donde puedan columpiarse y jugar a la rueda, viven felices bañándose en la playa, jugando al escondite, volando petacas y pescando en las orillas lisitas o ronquitos que luego se llevan a sus casas en un pote de pintura. Sin necesidad de computadoras, tablets o celulares, disfrutan sus primeros años siendo ricos en ingenio y creatividad.
Aislados
Sin embargo, San Bernardo necesita vías de acceso pavimentadas que le permitan a su gente conectarse con el resto de la isla de San Carlos. Solo aquellas personas que tienen moto pueden trasladarse de un lugar a otro sin mucha dificultad. El trayecto a pie puede tardar más de media hora dependiendo del tipo de persona y del implacable sol durante el día, factor que hace de su trayecto un infernal desafío para quien lo tenga que caminar, sobre todo después del mediodía.
La mayoría de sus habitantes son personas de bajos recursos y su sustento diario depende de la actividad pesquera. Ellos requieren la intervención de los diferentes entes gubernamentales en la región zuliana para que puedan tener su propio ambulatorio, una escuela y al menos un comedor popular. Asimismo, una plaza y áreas de esparcimiento para que niños y jóvenes puedan recrearse o practicar deporte. San Bernardo tiene el mismo potencial turístico que San Carlos y debería ser atendido.














Noticia al Día / José Gregorio Flores
Fotos: José Gregorio Flores