Domingo 01 de diciembre de 2024
Cultura

Saudade en Navidad (Alejandro Vásquez Escalona)

El pasajero del ómnibus lee un libro grueso. Casi abstraído del ruido urbano. Cuarenta y tantos años. A veces cierra…

Saudade en Navidad (Alejandro Vásquez Escalona)
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El pasajero del ómnibus lee un libro grueso. Casi abstraído del ruido urbano. Cuarenta y tantos años. A veces cierra el texto. Mira por la ventanilla. Moreno medio oriental. El vehiculo se detiene ante la luz roja del semáforo. Cabello y barba larga. Un fragmento inconcluso de la ciudad se muestra a sus ojos. Dos coches flanquean el autobús. Una mujer en bicicleta también espera. Varios vendedores ambulantes vocean su mercadería. Es temprano. Luz otoñal. Surge la verde. Continúa la vida. El lector del autobús vuelve a su viaje imaginario. Regresa a Kafka en la orilla de Haruki Murakami. ´Vence el miedo y la ira que hay en ti. Deja entrar una luz clara que vaya fundiendo el hielo de tu corazón. Eso es volverse fuerte de verdad´. Hace una especie de travelling con su mirada a los otros pasajeros como si deseara habitar en sus sentimientos.

Abajo en la plazoleta del edificio, cuadriculas de luz se desgajan de un ventanal y se acuestan sobre el piso de mármol. Una escalera amplísima de caracol, seduce a subir al salón donde un docente ejecuta una especie de clase magistral acerca de la libertad. Su curso es sobre fotografía. Cabello negro, largo libertario. Viajar, escuchar música diversa, leer, son algunos senderos para acercarse a la libertad que es un deseo inconcluso siempre, sostiene. No es alto. Piel aceitunosa agradable. Le escuchan una treintena de jóvenes. La mayoría mujeres olorosas a pastizal verde. A tomillo. A flor de azahar. Se inicia el semestre en la universidad. Es entusiasta. Mientras se expresa, simula un trance multitonalidades. ´Con todo, duda, cada libro que leo es como una cápsula de soledad, porque en una ciudad donde la gente lee poco, con quién converso sobre Kafka en la orilla de Haruki Murakami´. Una breve pausa se vuelve como un elemento de transición secuencial de un film. Ella levanta la mano. Conmigo profesor, estoy leyendo ahora Tokio blues. La blancura opaca de su piel. Sus labios rosáceos naturales danzan entre las palabras. Y hacen revolotear todos los aromas del espacio académico. Aleluya. Namaste.

Ese día  la clase murió al mediodía. El tropel de los muchachos se escurrió escaleras abajo. Esperaban los almuerzos cálidos en cada hogar. Después hubo intercambio de libros con la muchacha de cabello negro ensortijado. Tokio blues por Kafka en la orilla. Baila, baila por Al sur de la frontera, al oeste del sol, Sauce ciego, mujer dormida a cambio de Spunitk, mi amor… Lecturas de pasillo después de clases.´ – Tus ojos no dicen nada. Es en mis ojos donde está escrito. Que no sé nada de ti. En los tuyos solo hay el reflejo´. No café. No birras compartidas. Deseos. Deseos

Y en otro mediodía. Otro pasillo.  ´Lo único que no había cambiado eran aquellas pupilas claras como un lago y aquellos delgados labios que temblaban con timidez´ Cambiaban los planes imaginarios.  Cambiaba la ilusión después de cada conversación fugaz que terminaban con un hasta luego profesor.

Ya terminé Kafka en la orilla. Lleve a mi casa Tokio blues y se lo devuelvo, propuso un día. Él siempre olvidaba la sugerencia. Se acordaba cuando pasaba frente al hogar de la muchacha de la bruma intangible sobre la piel. Después se enteró que su compañera de lecturas, había emigrado a Madrid. En su equipaje viajó Kafka en la orilla.  Ahora mira  al lago atreves de la ventana. Al lado se insinúan los libros de su biblioteca. Norwegian Wood de Haruki Murakami simula un guiño de saudade ´ La última silaba quedó suspendida en el aire, como desgajada´ Es mañana de navidad. La luz es amarillo tibio. Habrá otra muchacha en la ciudad que lea a Murakami.

Alejandro Vásquez Escalona

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