Cuando ella, por ambos con seguridad admirada con nobleza, comentó en un antiguo “post”, de por sí muy triste, sentí de nuevo esa furia hórrida de los amigos que se marchan de la vida trémula sin despedirse. Escribí, aún no tan compungido: “María Elena León Álvarez Ups…! Darío, un gran ser humano. Un día le presté ese libro de Umberto Eco, El Péndulo de Foucault, y entonces discurríamos durante largas conversaciones sobre esa novela extraordinaria que siempre él intentó devolverme y que, por esas cosas de la vida enajenada por el tiempo, nunca coincidimos para tal efecto. Una noche, de agosto 2023, me dejó un mensaje: había venido a mi casa para traerlo y entonces una vecina le informó que mi madre había fallecido, en julio de ese año. Por aquel entonces hablaba mucho sobre el asunto del desasosiego y me confesó que, cuando lo conecté con el respectivo libro de Fernando Pessoa (hecho como Bernardo Soares y Vicente Guedes) inició su batalla personal contra el vicio de los juegos virtuales o “tragaperras”. También le ayudó mucho esos recitales de poesía con Bitácora de Fuego en los que él destacaba y que lo condujeron hasta mí y ese Club Dramático Teatro de la Concitación, en el Centro de Arte de Maracaibo Lía Bermúdez, donde lo puse a leer a Rafael Cadenas, desde su voz de crepitante pergamino estentóreo. La poeta Manona le habrá recibido por allá por el morado mundo…”. Progresivamente la memoria trae hasta mi bungalow al enorme hermano, siempre hablando sobre temas increíbles: filosofía, la salud de nuestro mutuo hermano Américo Gollo Chávez, literatura, lenguaje y gramática (cofrade es palabra llana y nunca lleva tilde), cine y teleseries (con seguridad nos estaríamos dando banquete con películas como “Una batalla tras otra”, “Frankestein” o “Bugonia”, además de “Pluribus” o “Sugar”), para desentrañar porqué Hollywood está apostando tanto por los “aliens” y los monstruos, es decir, por los géneros de ciencia ficción y terror fantástico, como vehículos ideológicos para trasuntar temas como el neofascismo, la conspiración paranoica, la intolerancia política, etc etc…
Por eso resultaba tan grato dichas tertulias cuasi clandestinas. Luego reverberó la pasión política y, al igual que muchos otros amigos y amigas, caí en desgracia por mantenerme coherente con respecto a mi pensamiento y esa conciencia de clase que, él me hizo el enorme favor de comprenderlo, para mí son definitivamente innegociables. Por ende, entre Darío Romero y yo prevaleció un gran sentido del respeto y la tolerancia mutua. Ahora lo veo y entonces constato mi profundo afecto hacia él como un hermano poeta. En 2016, él
me saludaba: “¡Regresé a salvo del safari nocturno! ¡Mi aburguesada vida y la obscuridad maracaibera me habían hecho olvidar mis originales predios y apegos. Buen día…:”. Eso quería decir algo así como prepárate un café para que conversemos por esta vía telefónica, jejeje
55 años graduado de abogado celebró Darío Romero, en marzo pasado. Cuando lo felicité volvió a emerger como tema lo que escribió Eco en “El Péndulo de Foucault”:
“No sabían, como tampoco tú sabes, ni sabe tu máquina, que cada letra está ligada a uno de los miembros del cuerpo, y si desplazas una constante sin conocer su poder, una de tus extremidades podría cambiar de posición, o de naturaleza, y quedarías brutalmente contrahecho, por fuerza, de por vida, y por dentro, para toda la eternidad…”. Toda una paradoja crucial, un enigma propio del maestro italiano.
A veces posteaba Darío Romero en su facebook vainas muy notables, transparentes y plenas: “La amistad la establece el amor, el bien supremo del universo. Por eso "AMA a tu prójimo como a ti mismo" es el segundo mandamiento sólo detrás de "AMAR A DIOS POR SOBRE TODAS LAS COSAS". Amar, siempre amar…”.
También sufrió mucho porque no pudo acompañar mejor a su mentor espiritual. “En Monseñor Lückert…El primer matrimonio que él ofició fue el mío. Luego de eso fuimos excelentes amigos. Quebrantos de salud no me permitirán asistir a las honras fúnubres, mas elevaré oraciones por él al Altísimo. Mi pésame a familiares amigos. Q.e.p.d…[…] En Alberto Cortés, compositor de la canción "Cuando un amigo se va ". Este fin de semana perdí un par de ellos. Estuve escuchando el tema y sentí lástima de mí mismo. Dios me consuele…”. Su vocación humanista, su enorme “poiesis”ontológica y espiritual lo llevan de la mano: “Hijo del Padre, libra de mi este cáliz y ayúdame a perdonar para que pueda yo ser perdonado. Sofoca mis resentimientos y que todo fluya conforme a tu santa voluntad, que no a la mía…”. Dios estará hoy con él.
Hace dos años, Darío soñó con defender a Kylian Mbapè: “Ten cuidado con lo que dices y escribes. Lo que busca el PSG ES QUE DIGAS POR ESCRITO QUE TÚ ESTÁS DE ACUERDO CON SALIR DEL CLUB POR DECISIÓN TUYA. DEBIERAS TRASLADARTE A TU CENTRO DE TRABAJO CON UN JUEZ Y TU ABOGADO PARA QUE AQUÈL DEJE CONSTANCIA DE LO QUE HAYA DE SUCEDER , CUANDO RATIFIQUES QUE NO VAS A EXTENDER TU CONTRATO Y QUE ESTÁS EN EL SITIO DE TRABAJO PARA LABORAR EL AÑO QUE RESTA DEL TIEMPO CONVENIDO. SÍ EL CLUB NO TE LO PERMITE POR ESO TE PIDEN QUE REITERES QUE NO VAS A RENOVAR INSISTIENDO EN QUE SÓLO DEJARÁS DE HACERLO SI LA EMPRESA NO TE LO PERMITE. No hagas nada sin consultar a tus Abogados…”. Con ese corazón. Una muchacha muy simpática le compró su primer poemario porque le encantaron sus versos. Y el estaba feliz como un niño gigante en la plaza de la vida.
La última vez que hablamos, largo y tendido, en diciembre pasado, le conté a Darío que había escrito una crónica en forma de libro sobre el mito de María Lionza y su Baile en Candela. Su silencio fue largo. Después eludió inicialmente el tema con el pretexto de tener que responder otra llamada importante. Luego escribió: “QUE BUENO. La rutina entretiene, el ocio debilita, la soledad es el lugar de la emboscada donde se hace heroína la fe en Dios que alimenta el ansia de seguir la vida como pasajero de la última esperanza…”. Entonces volvió a llamar y otra vez Umberto Eco atizó la hoguera de las conversaciones lúcidas:
“—En el mundo están los cretinos, los imbéciles, los estúpidos y los locos.
—¿Falta algo?
—Sí. Nosotros dos, por ejemplo. O, al menos, no es por ofender, yo. En suma todo el mundo, si se mira bien, participa de alguna de esas categorías. Cada uno de nosotros de vez en cuando es un cretino, un imbécil un estúpido o un loco. Digamos que las persona normal es la que combina razonablemente todos esos componentes o tipos ideales.
—Idealtypen […].
—El genio es quien pone en juego uno de esos componentes de manera vertiginosa, alimentándolo con los demás […]…”.
Ahora sólo sé que otro amigo de una camada de imprescindibles se ha marchado para siempre. Y dentro de mi ser dolido se bate y abate esa fórmula conspicua:
Oración
Memoria
Silencio
Descansa en Paz, bienamado poeta Darío Romero…
