El próximo 13 de abril, Miércoles Santo, es el día donde se reúne el Sanedrín, el tribunal religioso judío para condenar a Jesús. Es el primer día de luto de la iglesia, con esto se llega al fin de la Cuaresma. Antes, la iglesia se prepara para este acontecimiento religioso de diferentes maneras y una de ellas es arropando sus imágenes con una tela morada.

Se trata de una tradición que comienza el quinto día de Cuaresma y finaliza en Viernes Santo. A lo largo de los años, ha adquirido diferentes significados.
El inicio del luto o período de duelo, generalmente lo hace a través de prácticas como el uso de vestimentas oscuras, la abstinencia de festividades y la dedicación de oraciones especiales marcando un tiempo de reflexión y oración.

Las imágenes así vestidas, simbolizan el luto y pena de la Iglesia por la muerte de Jesús, siendo éste color el que tradicionalmente representa la penitencia, el dolor y la solemnidad.
Señal de respeto
Se cree que esta tradición tiene sus raíces en las costumbres judías de cubrir los objetos sagrados en señal de respeto y duelo que a largo de los años ha adquirido diferentes significados. La Semana Santa es una de las festividades más importantes de la cultura cristiana en la que se conmemoran los últimos días de la vida de Jesús, con su entrada a Jerusalén el Domingo de Ramos.

Este conjunto de celebraciones, de carácter religioso y cuyo origen se remonta al año 325 en el que el Concilio de Nicea fijó la fecha de celebración de Pascua, se produce durante la última semana de Cuaresma.
Sobre los motivos por los cuales se realiza esta ceremonia que comienza el V Domingo de Cuaresma (Domingo de Ramos) y finaliza el Viernes Santo, uno de ellos radica en los escritos del Abad Prosper Géranguer.

Según la versión ofrecida por este sacerdote francés, y que recoge la ‘Cadena COPE’, es una tradición que “expresa la humillación a la cual nuestro Salvador Jesucristo se sometió”, sin embargo, no es el único significado que recoge esta tradición.

Por otro lado, mediante esta práctica se pretende mostrar cómo se ocultó la divinidad de Cristo durante su pasión y muerte. Para ello, el color elegido es el morado, con el que se quiere comunicar el sentido penitencial y sobrio de esta temporada litúrgica.

Por ello, se considera para los católicos que son días de duelo en los que se entonan canciones de penitencia y misericordia. Además, se recuerda los momentos de sufrimiento que Cristo pasó para conseguir nuestra salvación o la llamada Expiación.
Durante la celebración del Viernes Santo por la tarde se van descubriendo poco a poco las imágenes de Cristo crucificado hasta dejarla totalmente visible.
NAD