Nuestro colaborador habitual, Alexis Blanco, ofrece una especial mirada a la fiesta artística que, desde la figura universal de la artista mexicana, tiene lugar en Maracaibo, específicamente en Palmarejo de Georgos y el Teatro Baralt. Más de 40 artistas brindando paz
CATARSIS DEL SOLSTICIO…No tengo flojera para escribir. Tengo necesidad de disfrutarlo todo lo que pueda…Lo del jueves fue para mi saudade y deja vu…Afectos y gracejo. Inteligencia y belleza. La ciudad nos merecía así de esta sutil dulce manera. Revertimos el dolor intrínseco en Frida. Y honramos a la matrona doña Mery. Y bailamos el turco perro, jajaja…Siento mollejúa satisfacción por lo divinamente compartido…GRACIAS…!!!
Catarsis es sagrada palabra y la RAE la define como “purificación, liberación o transformación interior suscitadas por una experiencia vital profunda, así como el efecto purificador y liberador que causa la tragedia en los espectadores suscitando la compasión, el horror y otras emociones”. Emoción bendita.
El jueves 20, el día más largo, el del advenimiento del Solsticio de Verano 2024, en Palmarejo de Georgos, nuestro gratificante lar de la esquina de las calles de Colón y Carabobo, sucedió que un puñado de magistrales artistas, concitados por el grupo Arte Cultura y Saberes, bajo la producción diligente y empeñada de Cynthia Tariche y de todos ellos mismos, artífices constantes de una gloriosa resiliencia maracuchista-palmarejista, realizaron una hermosa fiesta criolla a la mejicana, con cantos y hechizos de la rica fusión de géneros y disciplinas artísticas que se montó en la lluviosa tarde e hizo de Frida Kahlo y de Mery Patherantonakis una sola y fecunda fusión de naturaleza superior. Homenaje a la riqueza humana que aún faculta en cada uno de nosotros un sentido de magia y misterio, de perplejidad y de solidaridad y de una sororidad que, gran paradoja, incluyó también a los varones.
Mi corazón junta sus cejas peludas y se atavía como una rosa tehuana para danzar un huapango agradecido. Cierro los ojos y se me vuelve tequila y mezcal esta boca mía que por no saber tocar solo imagina que te besa con un decir depurado en el eco que surgió desde Coyoacán o Tehuantepec hasta mi Palmarex de los sentidos.
Estaba abarrotado ese recinto sagrado de nuestra pasión bohemia, con Erika y Rafa multiplicándose en el servicio diligente y siempre gentil. Ender Colina, quien antes adornó con guirnaldas mexicanas el techo del recinto y quien ejercía sus dones para el body painting, así como Rubén Blanco dibujaba caricaturas emulando a Posada y Rafmar Mercury vencía una vez más a la calaca con su belleza de Frida cantora. Al igual que lo hicieron Angelina Zuleta y Arlene Ferrer, cantoras de talento incomparable, ¡Jíjole!, musitaría el fantasma de Juan Mendoza ahí presente, al igual que César Chirinos y tantos otros bohemios inmortales que hace poco nombraba ya no recuerdo en cual conversa.
Llegó Frida con su carrousel de artistas, el cual llevará el próximo martes 25, al Teatro Baralt, donde el público citadino podrá ataviarse también a lo muy mero Frida y compartir las preciosas piezas de los artistas Raquel [email protected], la directora artística del evento; Inés Parra @inesitaparra7, de la museografia y el montaje con Sergio Sarcos @sergiosarcos; la curaduría de Stella Raggio @stella_raggio u la impecable producción de Ericka Rojas y Cynthia Tariche @cynthiatariche.ventas. El “branding” lo hizo Lenín Villalobos @leviervillalobos, mientras que de los medios de prensa y publicidad se encargó el maestro de la Revista Maracaibo, don Hernán Hernández @revistamaracaibo.
En la música se comprometieron, además de las sirenas Kahlo que les conté, Marco Silva y José Luis Ferrer.
Alejandra Fuenmayor @aledra1421; Alex Rincón @alexrinconarte; Andrés lozano @autanastyle; Antonella Tota @an_tota28; Catherine Semprún @catherinesemprun_artista; Carlos Romero @carlosorgage;
Deynis Luque @deynisluque_; Diego Pino @die.pine; Danilo Patiño @dani_jopa; Edgar Queipo @edgarqueipoarte; Elaine García @elainecgg; Ender Colina @dercolinave; Enmanuel Soto @enmasotoart;
Félix Calzadilla @calzadilla.art; Francisco Vasquez @franciscovaswue; Gloria Castillo@art_retablo_gloriacastillo; Gelué Virla @virlarte19; Greisa Sarraga @amarillo_krinj; Gustavo José Raffe @raffablanco06; Humberto Perozo @ticoisart; Inés Parra @inesitaparra7; Jorge Castillo @jorgec_k;Luis Bermúdez@luisbermudez68; Manuel Hernández @lemanua28; Marcos Pérez @marcosperezbrinez; Mariangel Blanco @margelblanco; Marinep Montiel @marinepmontiel; Mario Morales @mario.moralesap; Omar Patiño @omarpatino54; Raquel Ocando @rorocando.art; Régulo Rincón @regulo.rincon; Ricardo Reyes @ricardoreyes61; Robert Arcaya @robert.arcaya.art y
Sergio Sarcos @sergiosarcos.
Y el hijo de María Augusta se desgañitó intentando referir, durante cinco minutos, sus once apuntes sobre la fiesta clave: Citó el libro de Laura Martínez-Belli, La Mesa Herida: “El arte nunca debe ser sumiso. No te sometas nunca, ésa es la verdadera Revolución…”. Como si resucitaran los del grupo Los Cachuchas, donde Frida era una de las 32 alumnas entre 2000 hombres en la Escuela Nacional Preparatoria.
Nada que ver con ese dolor infame que toda la vida estremeció la vida de la muchacha hija de alemán con mejicana. La que cuando murió, en Coyoacán, el 13 de julio de 1954, tenía sobre su féretro la bandera del pinche Partido Comunista Mexicano, la que fue veloriada en el Palacio de Bellas Artes y cuyas cenizas aún iluminan la Casa Azul, del mismo Coyoacán, donde está su propio templo de las musas.
Entonces salí un rato, para mojarme con la lluvia y fumar y escuchar dentro de mí al mismísimo Leonard Cohen murmurando: “Hay una grieta, una grieta en todo. Así es como entra la luz”. Y cuando volví a entrar sonaban las campanas de la iglesia de Chichicastenango redoblar con júbilo, al tiempo que mi voz intentaba dejar escuchar aquella muy pertinente y floreciente cita de Walter Benjamin y su Libro de los Pasajes: “La constelación puede actualizar el pasado y el presente en una «imagen dialéctica», que no resulta de una sucesión recurrente de síntesis, sino que irrumpe intempestivamente y hace estallar el continuo de la historia. “No es que el pasado arroje luz sobre lo presente o lo presente sobre lo pasado, sino que la imagen es aquello en donde lo que ha sido se une como un relámpago al ahora en una constelación.”.
Y continuábamos libando palabras con devoción delirante, desde Chapultepec hasta Chiapas y desde La Pastora hacia los ojos bellos de tantas bellas vueltas Frida: Verónica Urbaneja, Marisol Colina, Eucaris Calmón, Mireya Ferrer, María Comesaña, Mirna González, la dama Rosado que bailó conmigo luego; la mamá de Inesita, junto con Malena Soto, la Jiolexy y el Dylan, Germán Acero, en fin, tanta gente: full estaba ese estadio y esta memoria de mariachi: “A Frida siempre le ha gustado ver el amor. Contemplar al cuerpo gozar en vez de padecer. Los rostros extasiados de la carne cuando no siente dolor. A mujeres y a hombres por igual. El placer no tiene género. Así que avanza. Avanza discreta para espiar, para asomarse por esa ventana por la que, cuando era niña, veía a la otra Frida imaginaria con la que jugaba.
Y los ve. Sobre los bocetos del mural. Sobre papeles y carboncillos. Sobre la mesa. Frida abre los ojos. Perdona a su pierna coja y enjuta por la polio, a su espina bífida inservible, a su útero roto que no sabe retener bebés en su interior. Y luego pinta…”.
Y me pinta. Y nos pinta. Flor Trostkysta. Ángel socialista. Emblema y tronco partido que Laura intenta aliviar: “Y entonces sí, las lágrimas se estrellan contra el suelo y la tierra sobre la que caen da un saltito hacia atrás. Llora. Llora mucho. Cree que no podrá soportar nada más. Aún no lo sabe, pero resistirá. Se sobrepondrá a esa pérdida, a la desilusión, al dolor, como se sobrepone a todos. A todo. Porque Frida es una sobreviviente. Una mujer fuerte a pesar de la debilidad de su cuerpo. Y con toda esa traición amasará una imagen mental de llanto, de sangre. Una herida que la atravesará y dejará una cicatriz invisible. Pasarán los años, los días, los segundos y un día entrará al estudio de Diego y pedirá que le saquen esa mesa. La mesa en donde Cristina y Diego… En la que Diego y Cristina. Y la mandará a hacer añicos hasta convertirla en serrín. La compactará, la apisonará hasta reducirla a un tablón delgadito con olor a pasión. A traición. Cerrará los ojos y hurgará en el centro de su dolor con las manos desnudas.
Y pintará. Pintará La mesa herida.”. Nunca volverá a estar sola si escuchamos este grito de Graciela Speranza, en Lo que no vemos, lo que el arte ve:
“¿Puede el arte ver lo que no vemos y convertirse en caja de resonancia del mundo? […] Una catástrofe ecológica a escala planetaria que en las últimas décadas había acabado por reunir lo que los mapas separan, el deshielo de los polos, los megaincendios de California, los corales blanqueados de Maldivas, las tormentas de arena en Beijing, los 53,2 °C en Kuwait o las sequias de Australia.
Dificil, imposible, componer el cuadro completo de una destrucción progresiva que se dispersa en el tiempo y el espacio, una lenta violencia -asi la llama Rob Nixon-que no se percibe a simple vista y ni siquiera se percibe como violencia…”. Entonces es de nuevo Dostoievski quien desde El Idiota vuelve a decirnos lo que Frida escribió con su vida: “El arte sirve para salvarnos”.
Nos veremos otra vez, el martes próximo, en el Teatro Baralt. Frida rifará huipiles y carabinas 30-30 entre los asistentes que asistan ataviados como ella, fuerte y ejemplar desde su arte inmenso. Nos veremos, sí…
¡Salud!
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Alexis Blanco
Video de Alexis Blanco/ Imágenes de Mirna González y del público Fridomaniaco de Palmarejo