Alexis Blanco
“Prefiero aceptar y disfrutar con la rosa y con la espina”, reflexiona el artista Tarek Yorde, quien desde Miami responde nuestra propuesta temática de once temas acerca de la exposición que inauguró el pasado jueves, bajo el sugestivo título La rosa y la espina.
Se trata de su primera exposición en Estados Unidos, después de vivir dos años allá y en tanto que, “…Esta semana, casualmente, hace 34 años, hacía mi primera exposición individual en (la Sociedad Dramática), en Maracaibo, Venezuela…”. Honor y orgullo entrevistarlo, para Noticia al Día y por quien, en tanto reportero cultural, ha seguido la trayectoria de este brillante artista, hijo de uno de nuestros más ilustres escritores, como lo fue el maestro Kaled Yorde. Desde Florida respondió el conjunto de once ejes temáticos que integran esta exclusiva interviú.
1. Recordemos un poco tus orígenes y tu formación como oficiante de las artes visuales…¿Qué significa para vos el transcurrir del arte contemporáneo?
-Estudié en la Julio Arraga de 1989 al 1992, en una época que Maracaibo brillaba entre músicos, pintores y artistas dramáticos. Tuvimos la oportunidad de ver grandes pintores, festivales de teatro y cine, nombres maracuchos sonando en Caracas y ferias del Arte Latinoamericano. Fue un gran momento. Poder vivir, como joven estudiante de Arte Puro, esos años, fue una aventura.
Mi primera exposición de pintura fue una colectiva en la Sociedad Dramática de Maracaibo en 1990 o 91, me falla la memoria, Homero Montes era el director. En esos tiempos seguíamos en la tela, la tinta y el papel. Sí había algunos compañeros que hacían happenings, performance y algo de arte conceptual. Pero eran pocos.
Maracaibo venía de un linaje de buenos pintores con mucha fuerza. Tanto figurativos como abstractos. De Hung a Elvis Rosendo. La ciudad tenía buenos representantes, dentro y fuera de Venezuela. Y las tendencias se enriquecían con sus diferencias.
2. Pensemos un poco acerca de la era digital y su incidencia en el arte…¿Cuál crees que debe ser la actitud de los artistas ante fenómenos como la IA y demás eventos?
-Frente a las nuevas tecnologías y tendencias en el arte tenemos el mismo dilema clásico entre “apocalípticos e integrados”. Los que anuncian “la muerte del arte y el artista” o los que se integran y crean obra relevante.
La llegada de las tecnologías digitales, el arte digital, los NFTs, el metaverso y tantas otras revoluciones han puesto en jaque ideas consolidadas… como por ejemplo el tema de la “obra única” frente a las múltiples impresiones en papel o archivos digitales. También el contraste entre la pintura que tiene un soporte físico, material y tangible, versus hologramas o proyecciones digitales.
Hoy vemos la sobreoferta de opciones, el plagio y la imitación, las obras creadas con inteligencia artificial, los blockchains, tokens y los NFS… es difícil navegar entretanto.
Se corre el riesgo de perderse y naufragar en un mar de imágenes… todos los días se producen millones de imágenes digitales… y el acceso a internet y las redes sociales hace que el plagio, el clonar y copiar esté a la orden del día. ¿Quién puede defender la autoría de una imagen frente a los millones de descargas y visualizaciones? No hay un marco legal, ni capacidad física, que pueda proteger al artista.
El reto está en el significado. En hacer una obra con alma e historia. Que vaya más allá de lo puramente estético o técnico.
El relato, la imaginación y el discurso consistente servirán como un laboratorio catalizador para crear obras con significado importante. Porque ya el soporte y la “originalidad” pasaron a ser irrelevantes. Cualquier imagen que se pueda crear, al ser publicada en internet y redes sociales, a las dos horas ya ha sido plagiada, copiada, descargada o adulterada por millones de navegantes. La abundancia es una inundación que lo arrasa todo. Un diluvio de tinta gris. Que todo lo hunde y homologa.
3. Te tocó emigrar fuera de Venezuela como a tantos otros compatriotas… ¿Se refleja en tus obras? ¿De qué manera?
-He vivido en tres países distintos en los últimos seis años…. y comenzar recién llegado siempre es duro. El anonimato, la irrelevancia de tus logros pasados en ese nuevo contexto, el tener que empezar de cero… tejiendo una red que se pierde cuando vuelves a migrar. Es una lección de humildad, paciencia, coraje y perseverancia. Porque no hay alfombras rojas en los aeropuertos. Ni caras conocidas. Ni manos abiertas. Hay que buscar el camino.
En mi obra actual hay aceptación. No es resignación. Es la aceptación agradecida de cada pequeño paso, de cada pequeña victoria. Te estoy hablando de valorar y agradecer. Desde el “hoy dormí tranquilo porque tengo comida y la habitación pagada” hasta el celebrar en silencio un primer contrato o un nuevo trabajo.
Miguel Hernández, poeta español, decía “hay ruiseñores que cantan sobre los fusiles”. Pienso que es verdad. Que, en las trincheras del exilio, haciendo y soportando, también hay oportunidades para la belleza, el asombro y la gratitud. Tener la serenidad para comprenderlo, es una pequeña victoria.
4. ¿Por qué La rosa y la espina? ¿Qué motivaciones te han llevado a escoger ese nombre para tu exposición?
-Pienso que nos hemos olvidado de que son indivisibles. La rosa, que es hermosa y fragante, viene con espinas. No podemos pretender vivir en un mundo de café instantáneo, de gratificación fácil y tonta. Estamos frivolizando la vida y debilitándonos física y emocionalmente cuando pretendemos vivir en un mundo de rosas sin espinas.
Aceptar y ver las cosas como son. Con aceptación y gratitud, los drusos hablamos de “contentamiento”, frente a lo que hay. No es conformismo. Que no se malinterprete. Es tener el valor y la sabiduría para aceptar el momento y vernos a nosotros mismos en nuestras circunstancias. Aquí y ahora. Esto es lo que hay. Resistirse es generar más sufrimiento. Ver a la Rosa y gozar de ella. Ver la Espina y saber que está allí por algo. Que su pinchazo te hará sentir vivo. No escoger. Aceptar la totalidad. De lo bueno y lo malo. Sin pretender que el mundo sea como tú quieres que sea.
Hay guerras y fiestas.
Hay matrimonios y divorcios.
Hay muertes y nacimientos.
No podemos pretender editar la vida a nuestro antojo. Porque ese es el camino del sufrimiento infinito. Frente a esto, yo prefiero aceptar y disfrutar con la rosa y con la espina. Porque igual ellas también se irán. Todos vamos de paso. La diferencia es cuánto demoramos en entrar y salir de escena.
5. ¿Podrías contar un poco el origen de la muestra y lo que hasta ahora ha significado esa interacción con el público?
-Tengo apenas seis meses en una nueva ciudad. Y en ella pude instalar un pequeño estudio de pintura. Porque entre tantas mudanzas y cambios de ciudades y países, mi trabajo plástico se había limitado a pequeños bocetos en libretas y la computadora portátil.
Volver a la tinta, la tela y el trazo es una forma de resistir. De decirle al mundo que todavía se puede manchar, que hay forma de dejar una huella física, una obra tangible, más allá del like y la historia efímera del video en redes sociales, sea TikTok o Reel.
La serie de pinturas Con la rosa y la espina comenzó en pequeño y mediano formato. La muestra reciente fue solo de 12 obras dedicadas al binomio. Adicionalmente hice un par de objetos más. Una bombilla eléctrica, nostalgia frente a la luz led y una vela. Para mi sorpresa la gente conectó con los temas. Se vendió el cuarenta por ciento de la muestra. Se llevaron rosas con espinas.
El más sorprendido fui yo. Porque el público latino en Miami tiende a desdibujarse en una carrera vertiginosa de trabajo acelerado, consumismo, ansiedad, deudas y evasiones. La atmósfera de la ciudad está cargada de estrés, frivolidad y consumo. Y sin embargo, hubo miradas que conectaron con pinturas pequeñas representando la rosa y la espina, o una vela verde y una bombilla eléctrica.
6. ¿Qué le dirías a los jóvenes que quieren desarrollar una trayectoria en la pintura o en el arte en general..? ¿Qué les sugerirías a quien te manifieste ese concepto generalizado que del arte no se puede vivir?
-Que no escuchen a los pesimistas, los cínicos o los derrotados. Que hagan lo suyo. Y aquí citaré una lección que me dio la escultora Lía Bermúdez en un encuentro casual que tuvimos en el museo que lleva su nombre: “El artista debe ser impecable con su obra, eligiendo los mejores materiales y dándoles alma a través de la búsqueda de la excelencia”.
Ahora pienso que da igual si pintas con acuarelas o con una super computadora Mac. Lo importante es el mensaje, la historia que quieres transmitir, la búsqueda de la trascendencia a través de la calidad en tu labor. Y que la obra no hable de ti, si no que hable a través de ti.
7. Hasta dónde te gustaría llegar como artista, es decir, cuál sería el destino ideal para tus procesos creativos dentro de la plástica?
-Quiero dejar de mudarme y migrar. Tener un espacio al cual pueda llamar “hogar”. Y como aún no lo tengo, mi hogar, mi patria, mi mundo, son las palabras en español y los trazos del pincel y el creyón sobre mis telas.
A corto y mediano plazos quiero seguir trabajando en tela y papel. No me niego al arte digital o al NFT, pero apuesto a lo que es real y tangible. Porque en ese objeto creado, esa pintura, dibujo sobre papel o escultura, queda una parte de mi alma. Es un testimonio de mi paso por el mundo. Yo no sé cuántos años más viviré. Pero sé que una parte de mi vida quedará preservada en la obra plástica. Alguien dirá “eso lo pintó un tipo llamado…”.
El gran peligro con lo digital y lo intangible es que nadie sabrá que estuviste dentro de 50 años. Sin embargo nosotros sabemos que hubo un Da Vinci, un Dalí, un Giacometti…. porque sus obras los sobrevivieron. ¿Quién preservará los videítos en Tik Tok? ¿Quién hablará del influencer de moda dentro de 50 años? Hoy la gente sigue hablando de Picasso.
8. Armando Reverón murió tratando de pescar la luz del cielo de Macuto. ¿En qué aspectos el vivir en Estados Unidos cambia a los artistas?
-Como lo mencioné hace unos minutos…la atmósfera en Estados Unidos es miedo, consumo, ansiedad y autoexplotación laboral. La gente entra en un sistema que está hecho para endeudarse, consumir, comprar y trabajar hasta que caigas muerto. Eso produce estrés químicamente puro. Y es la cadena invisible con la cual el Sistema domina a sus súbditos. La Matrix que pone a la gente a comprar por teléfono, recibir todo en casa y narcotizarse comprando y viendo series de televisión. Luego la deuda los anestesia y vuelve a encadenar al ciclo de trabaja, compra, trabaja. No hay tiempo para revoluciones, ni sueños bonitos.
El gran reto es saber decir no. Y abrazar la poesía y la filosofía. No correr detrás de las masas. No madrugar en el Black Friday ni aceptar el cinismo de quienes te dicen que no hay nada más.
Si lo hay. Estamos viviendo una nueva Edad Media. Con tecnoseñores feudales. Y corporaciones que gobiernan a las naciones. Y al ser humano lo están reduciendo al rol de consumidor y empleado. Frente a esto, la poesía, la compasión y la reflexión profunda. Hay que vivir para amar y dejar huella. No solo para comprar o pagar facturas.
9. ¿Cuáles son los indicios más notorios de la influencia de tus padres y hermanos en tu obra? ¿Piensas en volver a Venezuela?
-De mi padre Kaled Yorde heredé la pasión por la lectura. De él aprendí a acariciar las palabras. Abrirlas, como cajitas de música, buscando en ellas el sentido más profundo. De mis hermanos, admiro sus logros. Los dos son grandes comunicadores que han sabido convertir mensajes útiles en bienestar para ellos y sus seguidores.
De mi madre Houda el Orm heredé la pasión por servir. Que la aplico en mi vida profesional como consultor especializado en marketing de servicios. Mi misión, en ese campo, es aportar claridad, bienestar y abundancia a quienes sirven a los demás. “Yo ayudo a los que ayudan”, dándoles estrategias de comunicación para hacer más viables sus procesos de servicio y venta.
Venezuela viaja conmigo. Es inolvidable. Es un sentimiento mezclado de nostalgia y dolor por lo que pasa. No hay forma de ser indiferentes. Es un lumbago, con el cual aprendes a convivir. Y sí, yo espero poder decirte, como en la canción de Pablo Milanés, “yo pisaré esas calles nuevamente”.
10. ¿Cuán necesarios consideras que son los curadores y críticos de arte para valorar una obra? En tu caso, ¿Cómo asumes esa función?
-Los curadores y críticos son luces de balizaje. Son pequeños faros y boyas que sirven para orientar al navegante en la oscuridad de la noche. El camino del arte es solitario, silencioso y oscuro. Y es muy fácil perderse y naufragar. Pienso que un curador y un buen crítico pueden ayudarte a ver tu propia obra, a reflexionar y organizar trabajos… no pueden pintar por ti, ni trazar, pero pueden acompañarte a leer contigo la obra hecha.
En el caso de mi obra, busco la opinión de algunos maestros que tuve, consulto a algunas personas con opinión calificada, hablo con curadores y también, como consultor que soy, someto algunos trabajos al público. Esa parte es la más peligrosa. Porque se corre el riesgo de mercantilizar o repetirse en fórmulas exitosas. Allí sí prendo todas las luces de seguridad.
11. ¿Cómo unir las leyes y la poesía, desde sus insondables misterios que también son los del arte, en la búsqueda de interpretar al mundo a través de la belleza, y al igual que en la ciencia, la imitación de la naturaleza en la búsqueda de la mayor felicidad posible para todos? ¿Cuánto de nobleza y cuánto de utopía adviertes en esto?
-Las leyes son inventos de los hombres. Hay que verlas como lo que son, el reflejo de un tiempo y una forma de pensar. Antes había leyes que regulaban la esclavitud.
Prefiero seguir las lecciones de la naturaleza. Que te hablan del miedo a la noche y la alegría que te da el canto del gallo anunciando la llegada del sol y su claridad. O vivir el invierno y el verano, sin esperar que ellos se adapten a mí.
Estamos viviendo el mejor y el peor momento de la humanidad. En Gaza matan niños todos los días. Y al mismo tiempo en el mundo se reduce la hambruna. La tecnología puede matar o dar vida. Pienso que es muy importante conectar con la poesía, que es compasiva. Y con la filosofía, que te enseña a ver el mundo con tus propios ojos, no con miradas impuestas.
La poesía, en tiempos oscuros, es tan importante como el pan. Porque te recuerda que eres humano.
La filosofía te permite ver y pensar. Para que dejes de correr en círculos al ritmo de los amos del circo.
Noticia al Día / Alexis Blanco / Imágenes cortesía de Tarek Yorde