La frase popular "El maracucho no puede vivir sin ‘jodedera'" encapsula de manera informal una de las características culturales más distintivas de los nacidos en Maracaibo: un agudo sentido del humor y un disfrute constante de la burla o el juego amistoso. Más que una simple costumbre, la "jodedera" es un rasgo fundamental de la identidad marabina, marcada por la alegría, la picardía y un lenguaje particular.

En este contexto cultural, "jodedera" se refiere a la acción de "tomar el pelo", echar broma, o molestar de manera amistosa y jocosa. Esta dinámica resalta la relevancia del buen humor en la cultura de la capital zuliana, donde las interacciones sociales suelen estar cargadas de chispa, picardía y momentos divertidos.
La jocosidad, según expertos, se refiere a la cualidad de ser gracioso, festivo, bromista, caracterizada por un estado de alegría y buen humor. Es la capacidad de divertir y hacer reír, a menudo a través de comentarios o acciones ingeniosas y humorísticas.
Puede ser un rasgo de una persona, como en el caso de un payaso, o describir una situación en particular de forma de ser de personas en una región. Eso son los maracuchos.

El "español marabino" o "maracucho" es ampliamente conocido por su riqueza expresiva y un acento inconfundible, lo que alimenta esta forma de interactuar. Este dialecto distintivo, junto a la actitud desenfadada permite que, incluso frente a la adversidad, los maracuchos sigan empleando el humor para satirizar lo absurdo de la situación. Prueba de ello es la relevancia que han ganado géneros como las noticias satíricas para abordar temas de actualidad.
El humor como herramienta para afrontar problemas
El humor se ha consolidado como una herramienta de resistencia para afrontar las crisis, manifestándose a menudo a través de la crítica satírica a la política y al gobierno.

Un chiste popular ilustra esta actitud ante las dificultades: en medio de un aguacero, un vecino ve a otro sacando los enseres de su casa y le pregunta al percatarse de un daño estructural: "¿Pedro, se te cayó el techo?". La respuesta inmediata, cargada de cinismo y humor, fue: "Nooooooo, lo bajé pa’ lavalo". Una auténtica "maracuchada".

Los maracuchos suelen enfrentar los problemas con una actitud positiva, ingenio y resiliencia, en lugar de dejarse vencer por la adversidad. A menudo se enfrentan a las dificultades de una manera ingeniosa, buscando soluciones creativas y manteniendo el buen humor a pesar de las circunstancias.
Modismos y vocabulario propio
La población utiliza un vocabulario y modismos propios para describir situaciones, lo que frecuentemente les permite restar seriedad a un problema. Expresiones como "Luis se va pa’ la verga" en lugar de simplemente despedirse, o "me importa un sevillo" en lugar de "no me importa nada", son una muestra de cómo el humor se integra en el día a día.

La jocosidad se convierte así, en una estrategia para sobrellevar las dificultades, demostrando una notable capacidad de adaptación y fortaleza ante las circunstancias adversas. En esencia, "todo es una jodedera". Su acento y entonación particular son también parte de esta identidad, aportando musicalidad y un carácter jovial a su comunicación. Ante los obstáculos, el humor persiste, a veces como una válvula de escape para el colectivo.

Noticia al Día/ Fotos: Cortesía