Miércoles 12 de febrero de 2025
Cultura

Congreso cultural en Maracaibo (por Reyber Parra Contreras)

Apuntes del cronista Dr. Reyber Parra Contreras * Se ha celebrado el “Congreso Cultural de Maracaibo 2023” gracias a la…

Congreso cultural en Maracaibo (por Reyber Parra Contreras)
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Apuntes del cronista

Dr. Reyber Parra Contreras *

Se ha celebrado el “Congreso Cultural de Maracaibo 2023” gracias a la iniciativa de la “Asociación Civil Movimiento Poético de Maracaibo”, cuyo impulsor es Luís Perozo Cervantes. Las ponencias de este significativo evento fueron presentadas en el Teatro Baralt, los días 22 al 24 de febrero de 2023. Participaron como ponentes destacadas personalidades del mundo de la cultura, entre ellos: Antonio Tinoco, Carlos Valbuena, Américo Gollo, Pedro Romero, Ionesco Troconis, Yazmina Jiménez, Jesús Ángel Semprún, Jon Aitor Romano, Rodrigo Cabezas, Mexi de Donatto, Alexis Blanco, entre otros importantes profesionales.

También el cronista de la ciudad de Maracaibo tuvo la oportunidad de asistir a este encuentro, donde hemos presentado la ponencia que a continuación compartimos: 

La realización de este Congreso Cultural, gracias a la iniciativa del Movimiento Poético de Maracaibo, nos convoca con la finalidad de reflexionar sobre nuestra posición frente a la vida. En efecto, la cultura está presente en la vida que los seres humanos vamos edificando en nuestro paso por este mundo, donde lamentablemente podemos transitar sin estar conscientes de esa creación diaria de la cual somos hacedores. De ahí que cualquier intento de gestión cultural debe apuntar a la promoción de la conciencia de nuestra condición de seres culturales, capaces de contemplar, sentir y valorar lo que juntos logramos en términos estéticos y trascendentales.

Nuestra cotidianidad, signada por la sobrevivencia, en medio de una crisis estructural profunda con múltiples dimensiones, hace que el grueso de nuestra población no se detenga a reconocerse como parte del ethos maracaibero, de ese conjunto de valores que signan nuestro espíritu. Vamos distraídos sin valorar nuestras raíces, que trascienden lo meramente local y que están unidas a un proceso globalizador, de fuerte connotación histórica.

De modo que, a pesar de la precariedad, aun cuando existen instituciones dedicadas a la promoción y valoración de la cultura, ni en décadas de prosperidad y menos en la actualidad, ninguna de estas instituciones en su conjunto ha podido acercar a la mayoría de nuestra población a admirar, contemplar, valorar y sumergirse en las diversas manifestaciones artísticas. El diagnóstico de este distanciamiento es una tarea pendiente, que seguramente está asociado a múltiples factores, entre ellos el fracaso de nuestro sistema educativo y de la labor formativa de la familia, institución ésta que hoy se encuentra gravemente desarticulada, y sin la cual es imposible conducir cualquier proyecto educativo y cultural.

Frente a un panorama tan complejo, lleno de adversidades como el que actualmente vivimos en Venezuela, la política cultural debe dirigirse a la atención de sectores vulnerables, aquellos que están siendo arrastrados por la desesperanza y el sin sentido de la vida. Nada más contrario a la cultura, incluso nocivos a ésta, que perder la esperanza y el gozo frente a la vida. De estos sectores, los jóvenes son quienes más se ven desconectados con su país, y se cuestionan su identidad, su pertenencia a un conglomerado en el que ven caos e incertidumbre. No obstante, poco avanzaremos en la atención de esta desarticulación espiritual, sin que previamente se resuelva la crisis económica que impide a nuestros jóvenes proyectar un futuro en el cual puedan autorrealizarse en el ejercicio de un trabajo digno. ¿Cómo podrían nuestros jóvenes acercarse al arte, al disfrute de lo estético, a la valoración de lo que nos define como pueblo, si previamente no encuentran un espacio para lograr el sustento por medio del despliegue de su gran potencial creativo? Un trabajo digno trae consigo planificación de la propia vida y tiempo de ocio. ¿Cómo adentrarse en una experiencia de aproximación al hecho cultural sin tiempo de ocio, tan importante no sólo para la creación del conocimiento sino también para el gozo estético? Acá tenemos algunos de los grandes retos que la sociedad venezolana debe encarar a fin de insertar a los jóvenes en una cultura que afiance los lazos identitarios, que los conecte con sus raíces sin que renuncien a sus sueños. Esta reflexión me remite al horizonte amplio que hay en la mirada de todos los jóvenes; una mirada que trasciende las seguridades de la vida y que se introduce en el vasto mundo de los ideales. Tengo presente, al respecto, las sabias palabras del papa Benedicto XVI con respecto a sus vivencias:

“Al recordar mi juventud, -afirmaba- veo que, en realidad, la estabilidad y la seguridad no son las cuestiones que más ocupan la mente de los jóvenes. Sí, la cuestión del lugar de trabajo, y con ello la de tener el porvenir asegurado, es un problema grande y apremiante, pero al mismo tiempo la juventud sigue siendo la edad en la que se busca una vida más grande. Al pensar en mis años de entonces, sencillamente, no queríamos perdernos en la mediocridad de la vida aburguesada. Queríamos lo que era grande, nuevo. Queríamos encontrar la vida misma en su inmensidad y belleza” (Mensaje con motivo de la XXVI Jornada Mundial de la Juventud, 2011).

En efecto, la vitalidad de los jóvenes y los ideales asociados a esta etapa de la vida, son una fuente importante de dinamismo para la transformación cultural. Hoy en día observo con agrado la presencia de muchos jóvenes en posiciones de liderazgo en Maracaibo: los encuentro en el Concejo Municipal, en el Consejo Legislativo, en la Gobernación, en la Alcaldía y en las Organizaciones No Gubernamentales; en estos y muchos otros espacios, los jóvenes están inyectándole a nuestra ciudad la necesaria renovación de los enfoques, de las formas de abordar los problemas que nos afectan como sociedad. Emerge, en consecuencia, un liderazgo con nuevos rostros, que no podemos perder de vista ni desestimar en la definición de una gestión cultural acorde con los tiempos que vivimos, pues de este valioso relevo generacional pueden surgir respuestas y salidas racionales a la conflictividad social y política de Venezuela, que calificamos de nefasta para el desarrollo cultural. A la par, pudiéramos avanzar en el reconocimiento o respeto de los derechos culturales, parte integrante de los Derechos Humanos, tal y como lo entiende la UNESCO.

Por lo tanto, sigue estando vigente la necesaria valoración de la escuela y la familia, como espacios de formación, desde los cuales es realmente posible alimentar el espíritu de las nuevas generaciones. ¿Queremos avanzar en el ámbito cultural, es decir, en el ámbito de la vida? Entonces debemos reivindicar la labor de los padres y de los maestros en el desarrollo de la conciencia, de la formación humana integral, de nuestro contacto inicial con la cultura.

En el cuidado de la familia y de la escuela, de su preservación como instituciones, está la clave de una gestión cultural que persiga humanizar nuestra sociedad; es un camino lleno de obstáculos, pero es el único camino que disponemos.  

En cuanto a la posibilidad de avanzar hacia la aprobación de una ordenanza municipal en materia de gestión cultural, me permito recomendar que esta iniciativa incluya la promoción de actividades de formación artística y estética para los jóvenes de Maracaibo, así como la definición de un marco jurídico e institucional que facilite la tramitación de financiamiento ante organismos internacionales, con miras a lograr recursos que viabilicen dichas actividades y otras iniciativas de índole cultural.

*Profesor de historia de Venezuela en la Universidad del Zulia. Cronista de Maracaibo. Miembro de la Academia de Historia del Estado Zulia. E-mail: [email protected]

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