Después de haber encendido la llama del amor y la pasión en Simón Bolívar el Libertador, la valiente y bella Manuela Sáenz muere en la pobreza y en la enfermedad. Recibió sepultura en una fosa común y sus pertenencias fueron llevadas al fuego para evitar que se propagara la enfermedad que la había aniquilado.
Así lo cuenta Wikipedia:
Manuela Sáenz de Vergara y Aizpuru (Quito, 27 de diciembre de 1797-Paita, 23 de noviembre de 1856), conocida también como Manuelita Sáenz, fue una política y militar ecuatoriana, prócer de la independencia hispanoamericana, que por sus actividades heroicas en favor de la independencia del imperio español, recibió la orden peruana Caballeresa del Sol en 1822, por el general José de San Martín; el rango de coronel por el Congreso de la Gran Colombia por su participación en la batalla de Junín, igualmente recibió el título de Libertadora del Libertador que le otorgó Simón Bolívar al salvarle la vida durante la Conspiración Septembrina en Bogotá.
Sostuvo con Bolívar una épica relación sentimental, intelectual y de ideales de la campaña libertadora, donde se le atribuye la concepción de la Patria Grande. Ella tomó parte activa en la guerra: montaba a caballo, manejaba las armas, muchas veces utilizó el uniforme militar y fue capaz de sofocar un motín en la plaza de Quito. Participó en la batalla de Ayacucho y fue edecán que resguardó los documentos del Libertador. Tras la muerte de Bolívar y la separación de la Gran Colombia fue criticada, denigrada, ignorada y desterrada por sus contemporáneos, persecución que aun siguió décadas después de su muerte. Vivió sus últimos días exiliada en el puerto de Paita en Perú, fue visitada por importantes personajes de la época, como Giuseppe Garibaldi (líder de la unificación italiana) y Herman Melville (escritor de Moby Dick), como también recibió la visita del ilustre maestro Simón Rodríguez. Conservó las cartas de Bolívar, a quien veneró hasta sus últimos días.
Después que fue aceptada su dimisión a la presidencia, Bolívar abandonó la capital colombiana el 8 de mayo de 1830 y falleció en diciembre en la ciudad de Santa Marta, producto de un trastorno hidroelectrolítico (aunque durante mucho tiempo se ha supuesto que murió de tuberculosis), sumiendo a Manuela en la desesperación. En 1834, el gobierno de Francisco de Paula Santander la desterró de Colombia, acusada de conspiración contra él. Partió hacia el exilio en la isla de Jamaica.
Regresó a Ecuador en 1835, pero no alcanzó a llegar a Quito: cuando se encontraba en Guaranda, su pasaporte fue revocado por el presidente Vicente Rocafuerte, probablemente por la última rebelión de su hermano en el norte, por lo que Flores y Rocafuerte pensaron que ella venía a vengarlo, a lo que decidió instalarse en el puerto de Paita, al norte del Perú.
Allí fue visitada por varios ilustres personajes, como el patriota italiano Giuseppe Garibaldi, el escritor peruano Ricardo Palma (que se basó en sus relatos para redactar parte de sus Tradiciones peruanas) y el venezolano Simón Rodríguez. Durante los siguientes 25 años se dedicó a la venta de tabaco, además de traducir y escribir cartas a los Estados Unidos de parte de los balleneros que pasaban por la zona, y de hacer bordados y dulces por encargo.
En 1847, su exesposo legal murió asesinado, siendo incapaz de cobrar ni siquiera los 8000 pesos de la dote entregada por su padre al momento de su matrimonio.
Manuela Sáenz falleció el 23 de noviembre de 1856, cerca de cumplir los 59 años de edad, durante una epidemia de difteria que azotó la región.
Su cuerpo fue sepultado en una fosa común del cementerio local y todas sus posesiones, para evitar el contagio, fueron incineradas, incluidas una parte importante de las cartas de amor de Bolívar y documentos de la Gran Colombia que aún mantenía bajo su custodia. Manuela entregó al historiador O’Leary gran parte de los documentos para elaborar la voluminosa biografía sobre el Libertador, de quien Manuela dijo: «Vivo adoré a Bolívar, muerto lo venero».
NAD / Wikipedia