El 19 de octubre de 2025, Venezuela no solo contempló una ceremonia religiosa, fue protagonista de uno de los hechos más importantes de su historia contemporánea.
Tras años de ruego constante, el Dr. José Gregorio Hernández y la Madre Carmen Rendiles fueron elevados a los altares de El Vaticano, en un hecho sin precedentes donde la fe y la devoción desbordaron cualquier previsión logística.
Lo que se vivió en las calles de Trujillo y del país fue una lección de humildad y esperanza, a las personas no le importó estar sentada por horas durante la madrugada o caminar más de 10 kilómetros bajo el sereno andino para llegar a Isnotú. Desde Caracas, Maracaibo, San Cristóbal e incluso desde los rincones más lejanos del mundo, llegaron devotos con una sola misión: ser testigos de la santidad del "Médico de los Pobres".
En el camino podían observarse rostros agotados, pies descalzos y cuerpos cansados, pero cada testimonio tenía una fe que permanecía intacta. En Isnotú, donde no cabía un alma más y los hoteles superaron toda expectativa, el Santuario Niño Jesús quedó pequeño para los más de 7.000 fieles que se congregaron para vivir un momento anhelado por generaciones.
José Gregorio estaba en todos lados: en los murales recién pintados, en las medallas apretadas contra el pecho y en la mirada de cada venezolano que veía en él su propia historia de superación. Inclusive en su altar, se hicieron grandes filas para poder venerar al nuevo santo trujillano.
Noticia Al Día: Dos santos y un orgullo inmenso
La cobertura de este hecho sin precedentes fue, en sí misma, otra hazaña. El equipo reporteril de Noticia al Día, trabajó durante meses impulsado por la fe y la adrenalina de la historia. Mientras en El Vaticano un corresponsal especial, vivía la emoción de ver de cerca la develación de los tapetes y la misa de canonización que llenó de nostalgia a todo un país.
La canonización de la Madre Carmen Rendiles, fue el complemento perfecto de esta jornada. La "Santa de la sonrisa serena", que a pesar de su discapacidad física nunca dejó de servir, hoy brilla en los altares junto a José Gregorio Hernández. Su milagro, en la doctora Trinette Durán es la prueba de que en nuestro país, la fe y la ciencia caminan de la mano.
Al final, lo que quedó no fueron solo las luces de la Plaza de San Pedro o los murales de Isnotú. Lo que quedó fue el silencio sagrado de los que caminaron 10 kilómetros sin quejarse, el brillo en los ojos de los que durmieron en las aceras por una promesa y la satisfacción de un equipo reporteril que, tras 30 horas sin tregua, entendió que estaba narrando el capítulo más puro de nuestra historia.
Venezuela no solo ganó dos santos, también recuperó la certeza de que, cuando caminamos juntos por la fe, ningún camino es demasiado largo y ningún santuario es demasiado pequeño.
Noticia Al Dia / Arelys Munda
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